jueves. 25.04.2024

La jurisprudencia, según define el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es el criterio sobre un problema jurídico establecido por una pluralidad de sentencias concordes. Por tanto, se podría decir que la jurisprudencia política es el criterio sobre un problema político establecido por una pluralidad de actos concordes. Y si hay un territorio que sepa algo de jurisprudencia política ése es Lanzarote.

A bote pronto y sin acudir a la hemeroteca por eso de la falta de tiempo se me ocurren un sinfín de ejemplos que ilustran y ratifican lo que trato de explicar. Fue en Lanzarote donde se descubrió la posibilidad de que un alcalde gobernara en solitario una institución y se encerrara además en su despacho, un José Luis Brito que después incluso acusó a los pobres periodistas que cubrieron la noticia de secuestro y de otras barbaridades sin sentido. Fue en Lanzarote donde se descubrió que un mismo sujeto por sí solo era capaz de hacer méritos para que pusieran su cara en la foto que ilustra la palabra tránsfuga, un Juan Carlos Hernández que cambió de chaqueta hasta límites insospechados en una de las etapas más turbias del Ayuntamiento de Arrecife, se supone, según sentencia firme, que cobrando encima por ello. Fue en Lanzarote donde se descubrió que era posible que un alcalde pudiera permanecer más de un año mareando a los tribunales de justicia sin convocar el pleno en el que se tenía que debatir la moción de censura que la oposición había presentado en su contra, un Juan Ramírez que obligó a sus opositores a encerrarse en el Ayuntamiento para exigir que saliera de allí de una vez por todas. ¡Qué tiempos aquellos! Fue en Lanzarote donde nos enteramos de que había posibilidad de batir el récord mundial de transfuguismo en poco más de veinte segundos, el tiempo que empleó el concejal del Partido Popular (PP) David Duque (¿se llamaba así?) en anunciar en el pleno en el que sustituía a Miguel Ángel Remedios que se pasaba al Grupo Mixto y que entraba a formar parte precisamente de la Asamblea Conejera (AC) de Juan Ramírez. Fue en Lanzarote donde todas las formaciones políticas -todas- han hecho experimentos de cambios institucionales y de mociones de censura variopintas para probar los efectos secundarios que tenían. Fue en Lanzarote donde descubrimos que en el mismo verano era posible que un alcalde, en este caso una alcaldesa, pudiera destituir y admitir varias veces a sus compañeros de partido. Lo hizo Manuela Armas, entonces en Coalición Canaria (CC) y ahora en las filas del Partido Socialista Canario (PSC) y dirigiendo el Cabildo insular, algunos creen que por poco tiempo. Fue en Lanzarote donde el partido más votado, el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), consiguió desarmarse de la noche a la mañana haciendo que el noventa por ciento de sus cargos públicos se marcharan para crear otro partido, luego para ingresar en otro. Fue en Lanzarote donde se volvió a retar al Guiness al contar en el mismo mandato con siete presidentes al frente de su principal institución, el Cabildo. Fue en el pasado mandato, y esperemos que el formidable registro se quede ahí... Ya me he cansado de recordar, pero creo que son ejemplos más que suficientes para ratificar la existencia de la jurisprudencia política de una isla que no gana para sobresaltos y que necesita un respiro.

Por lo que se refiere a los días inciertos que nos ha tocado padecer, y a pesar de que escribí recientemente que no iba a escribir nada sobre el lío político que se ha organizado y que no se sabe cuándo se desorganizará, tengo claro que muchas de las cosas que están ocurriendo servirán también para aumentar las páginas del almanaque del disparate político que espero que alguien esté confeccionando antes de que los que estamos vivos y todavía tenemos algo de memoria nos cansemos de explicarles a las nuevas generaciones de dónde parte esta inestabilidad que no cesa.

Es cierto, como dicen los representantes de la oposición, que se respira en los mentideros políticos un ambiente de calma chicha, que ya se sabe que precede a la peor de las tormentas. Todos hemos oído lo mal que van las cosas en el pacto PSC-PIL o PIL-PSC, tanto monta. El último ejemplo lo encontramos en la aparentemente inocente nota de prensa del Ayuntamiento de Arrecife sobre la inauguración de un belén. Si leen con detenimiento aquellos que puedan hacerlo -para los que no se lo explico yo-, se explica que además del alcalde, Enrique Pérez, y del concejal de Festejos, Miguel Ángel Ferrer, acudirán “otros miembros de la Corporación”, evidentemente sin especificar quiénes, no vaya a ser que les suceda como el día que inauguraron las luces de Navidad.

La cosa está mal, aunque ya nadie lo va a reconocer. En el PIL, en buena lógica, se han dado cuenta -qué casualidad-, de que cuanto más hablan sobre lo mal que va el pacto más tiempo tarda Dimas Martín en salir de prisión. Por eso, creo que hasta después de las elecciones generales no pasará nada. ¿O no? ¿Quién es capaz hoy en día de hacer una apuesta política en Lanzarote? Yo no.

Por cierto, si me he olvidado de algo, ruego a los amables lectores de esta columna que escriban al correo electrónico del periódico y me lo recuerden. Es posible que tenga que hacer un segundo y un tercer capítulo sobre la jurisprudencia política de Lanzarote, sobre el disparate que no cesa.

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