El pasado viernes escribí un artículo en el que criticaba la amenaza que había realizado el Partido Popular (PP) a través de Gabriel Elorriaga exigiendo a Jesús de Polanco que rectificara las declaraciones que hizo ante la Junta de Accionistas del Grupo Prisa hablando de la crispación provocada por este partido y su teórico deseo de conducirnos a todos a una nueva guerra civil si no quería ver cómo dejaban de atender las llamadas de sus medios de comunicación o de enviarles comunicados de prensa. Criticaba la amenaza con la esperanza seria de que por una vez en los últimos meses reinara la sensatez en el partido que preside Mariano Rajoy, a quien por cierto veremos muy pronto por Lanzarote. No podía creer que los populares fueran tan torpes de hacer lo que finalmente hicieron, vetar a los medios de Polanco, al mismo Polanco que José María Aznar le puso en bandeja de plata las emisoras de la desaparecida Antena 3 Radio.
Escribía el viernes y repito ahora que el PP debería cambiar la política que está llevando a cabo. Parece como si le hubieran entrado prisas por ganar las elecciones por atajos que la población sensata ni entiende ni comparte. Tienen razón los que les acusan de crispar el ambiente, porque lo están crispando, en ocasiones con razón y en ocasiones sin ella, y tienen razón los que no entienden errores garrafales como el de ahora. Se puede hacer política de oposición con algo más de inteligencia y con menos deseo de revancha. Deseo por cierto que es tan descarado como el discurso que mantienen aquellos que están alineados con el sector más derechón del partido, que existe.
También comentaba que como en este medio de comunicación hemos sufrido un veto por parte de un partido político, el Partido Socialista Canario (PSC), ni podía compartir ni podía respetar lo que ese día no era más que una amenaza. Porque, admitiendo que Polanco se pasó tres pueblos con lo de la guerra civil, la medida se me antojaba exagerada y absurda, propia de una formación que parece haber perdido el rumbo y que le da pábulo a sus muchos enemigos para cimentar sus más feroces críticas en argumentos reales.
Consumada la fechoría, una vez que el PP ha caído en la trampa de la provocación polanquista -una vez más, la otra fue cuando no supieron reaccionar con inteligencia tras los lamentables episodios que rodearon la manifestación que se organizó el día de la jornada de reflexión del 14-M frente a su sede de la calle Génova de Madrid-, sólo queda pedirles, exigirles por el bien de la democracia y de la salud interna de su propia formación, que rectifiquen, que reconozcan que se han equivocado y que den marcha atrás a la medida. Lo veo difícil, pero por pedir que no quede.
La acción del PP es de una torpeza mayúscula. En primer lugar, no hacen ningún daño a los medios del Grupo Prisa, más bien al contrario. Les están dando una justificación para poder hacer victimismo de lo que era una práctica habitual, su defensa del PSOE y del Gobierno y su crítica constante al PP. En segundo lugar, políticamente no les interesa, y sobre todo ahora, a menos de dos meses de las elecciones municipales y autonómicas. En tercer lugar, están haciendo un daño terrible a sus compañeros de fuera de Madrid, donde la gente, que no vive tan de cerca el tema de las manifestaciones y que no está tan crispada, no entiende que de repente salga la gente de la Ser o de Localia diciendo que fulanito o menganito no va a hacerles declaraciones porque se han sumado a un boicot nacional contra ellos. Me imagino en Lanzarote lo que estará pasando por la cabeza de Loly Luzardo, Cándido Reguera y compañía. No creo que les haga demasiada gracia la historia, aunque como disciplinados que son tendrán que acatarla. En cuarto lugar, tal vez lo más importante, supone un ataque frontal contra el derecho a la información que tienen todos los medios. Y en esto, como periodista que soy, me sumo al apoyo que están recibiendo los profesionales de esos medios. Eso sí, les pediría que el apoyo fuera recíproco, puesto que aquí hemos sufrido un veto por parte del PSOE y nadie ha dicho ni mu.
Insisto en que una censura tan lamentable sólo puede partir de personas que no tienen ningún sentido de lo que significa la democracia. Porque democracia también es aguantar las críticas del adversario por muy duras que puedan parecer, poniendo si es menester la otra mejilla e intentando que tu discurso llegue al mayor número de personas posible. Aunque sólo te coloquen una columna en El País o dejen que se escuche sólo cinco segundos del discurso de tu presidente, siempre será mejor que nada.
Algunos socialistas de Lanzarote también deberían aprender un poco de lo que le está pasando ahora al PP, de la vergonzosa imagen que están transmitiendo al país con su censurable censura. Me refiero por supuesto a los dirigentes del Partido Socialista Canario (PSC) que fueron capaces de dar la orden de que se dejaran de enviar los comunicados del partido a Crónicas, Lanzarote Radio y Canal (L). Curiosamente, este lunes se abrió nuevamente el canal de comunicación. Creo que hubo hasta una llamada telefónica para cerciorarse de que nos había llegado una convocatoria de prensa. Qué raro.