Hace mucho tiempo que decidí dejar de leer algunos periódicos, consciente de que la mayoría se dedican a escribir sobre las noticias que ya vemos en la tele y escuchamos en la radio. La capacidad de sorprender, imprescindible a mi juicio para decidirte a gastar un euro en un diario, la han perdido la mayoría. Por eso me dedico más a escuchar la radio, sobre todo las que merecen la pena, que no son todas, vive Dios. Por la noche suelo emplear alguno de los pocos minutos que me dejan mis nuevas obligaciones de padre a escuchar las principales tertulias. Todas me llaman la atención por la falta de objetividad de sus tertulianos. Con algunas raras excepciones, como la del veterano y sensato Carlos Mendo (sugiero a los más curiosos que se abstengan de ver su foto en internet), todas se orientan hacia el color político al que sirven, lo que a veces resulta ridículo, cuando no insultante. Este lunes por la noche estuve a punto de enviar un mensaje a Hora 25, donde por cierto siguen sin aclarar muy bien qué le pasa a su conductor, Carlos Llamas, aunque sabía que no lo iban a leer en antena. Por eso aprovecho ahora mi propia tribuna abierta para explicar lo que quería decir: me parece indignante que la Cadena SER y el resto de medios de Prisa -el ridículo veto del Partido Popular (PP) parece que va remitiendo, por mucho que le pueda fastidiar al propio Polanco y a los más victimistas- sigan a día de hoy empeñados en recordar una y otra vez que el Gobierno de José María Aznar intentó hacer ver a todos los españoles que ETA estaba detrás de los atentados del 11-M. Parece como si pensaran que la gente no tiene memoria, que nos hubiéramos olvidado ya de que la metedura de pata (nunca he llegado a pensar que fuera otra cosa) del PP les hizo perder las elecciones. Parece como si estuvieran convencidos de que nos hemos olvidado de los múltiples engaños y pistas falsas que se fueron colocando dentro y fuera de la investigación para generar más confusión de la que ya había en el día más terrible de la historia de este país. Parece como si creyeran que nos hemos olvidado de la tremenda campaña que inició ese mismo día la propia Cadena SER, desde donde comenzaron a fluir a un ritmo vertiginoso y claramente sospechoso todas las informaciones que vinculaban los atentados con sus verdaderos autores, los islamistas.
Con cierta inteligencia, en este medio intentan desviar la atención del verdadero debate, haciendo algo tan feo como es cuestionar sistemáticamente el trabajo que realiza el diario El Mundo. Incluso uno de sus tertulianos, Carlos Carnicero, se permitió el lujo de decir que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se había equivocado al aceptar ser entrevistado por este medio, “dándoles credibilidad”. No, señor Carnicero, no se da credibilidad, lo que se hace es dar cobertura incluso a los que no piensan como tú.
El verdadero debate no se debería centrar por tanto en la tontería de la vinculación entre los islamistas y ETA -la gente inteligente tiene eso más que superado y los que tenían que pagar la osadía ya la pagaron-, el verdadero debate está en saber quién y por qué engañó al Gobierno, quién se dedicó además a dar las informaciones a la Cadena SER y con qué objetivo, quién pudo haber evitado los atentados y no lo hizo. Eso es lo importante, porque muchos no nos olvidamos de que incluso se llegó a convocar a través de algo tan moderno y efectivo como son los mensajes de móviles una manifestación enfrente de la sede del PP en la calle Génova de Madrid en la que se profirieron todo tipo de insultos, coincidiendo, ¡qué casualidad!, con la sagrada jornada de reflexión. Mi amigo David estuvo esa noche allí trabajando, y no cuenta precisamente maravillas de los exaltados manifestantes. Eso quería que contaran también en la Cadena SER, que hay oyentes a los que nos gustaría escuchar algo distinto, que se pasara página de una vez, se dejara de machacar sobre el mismo asunto y se centrara el debate en el lugar correcto.
Por si la degradación informativa no fuera suficiente, ahora estamos metidos de lleno en una guerra de medios que da título incluso a una simpática sección del programa nocturno de Eva Hache -es de lo poco que se salva de un programa cargado de buenas intenciones y de exceso de querencia política, con un ingenioso Quequé que sin saberlo le ha hecho una magnífica campaña de imagen a Federico Jiménez Losantos-, una guerra de medios que provoca algo tan absurdo como que sistemáticamente se ataque al único diario que en estos momentos pretende hacer un periodismo distinto del estandarizado que parece que nos quieren imponer. Sigo hablando del diario El Mundo, donde, en unas ocasiones con más acierto que otras, en unas ocasiones con más sensacionalismo que otras, se practica el periodismo que a cualquier profesional de carrera y con vocación le gustaría practicar.
Sólo con este tipo de periodismo, el que rebusca en las cloacas de la información, podremos algún día saber toda la verdad sobre lo ocurrido en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. Lo importante, vuelvo a repetir, no es si ETA tuvo o no participación, lo importante es que no se trate de echar tierra encima del asunto y no sepamos si realmente no se detuvo a los terroristas porque no se pudo o porque no se quiso. No hay que olvidar que muchos de los que hoy se sientan en el banquillo de los acusados eran confidentes de la Policía, muchos de los cuales avisaron con tiempo de que se estaba planeando la masacre. No hay que olvidar que gente como el señor Díaz de Mera, por entonces responsable político de la Policía, parecía tener menos información que cualquier ciudadano de la calle. ¿Por qué no se actuó antes, por qué están tan politizados los servicios de información de los encargados de vigilar de nuestra seguridad?