Por Manuel Nicolas Gonzalez Diaz
Creo que lo peor que se le puede desear a un varón, aparte la muerte, es una mujer despechada, cuando heridas en su tan alto amor propio, víctimas de celos, unas veces motivados y otras tantas méramente oníricos, atrapadas en sus “agujeros negros” y sus pesadillas, e imbuidas entonces, por momentos, que pueden ser horas, días y hasta meses, presas de estúpida imbecilidad, se les enturbia la mirada y el ánimo, y arremeten locamente, unas veces a gritos, otras por escrito infame y otras, que también las hay, llegando a mayores y cometiendo algún crimen atroz, que dicen pasional; como no soy psiquiatra ni psicólogo, poco sé de esto, si existe o no predisposición por causa del sexo, biológica, o es reacción personal por el hecho social, como reacción a la violencia que sufren en una subestimada percepción de sí misma, el ego herido y todo eso, digo que poco o nada sé, además, me daría miedo saber, por eso ni siquiera pregunto a psiquiatra o psicólogo alguno, o a lo peor no es miedo, que me escondo tras el, más bien me importa un carajo el origen del arrebato, sólo me importa el hecho en sí, su consecuencia. Vaya por delante que en absoluto soy misógino, es más, por lo común las estimo y las admiro más que a los varones, pero estoy tratando de eso, de la mujer despechada, que alguna vez, muy desafortunadamente, he sido víctima de alguna, que se vuelven un poco tipejas cuando entonces. Traigo esto a colación por lo que sigue, la carta que le escribe la ex mujer de Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nancy Iriarte Díaz, publicada el pasado 9 de agosto en el periódico de mayor difusión de Venezuela, “El Universal”.
Conozco Venezuela, ahora llamada República Bolivariana ( y tres huevos duros, parafraseando al marxiano), en una de esas estadías venezolanas -país precioso, al que me siento emocionalmente muy unido, y al que le profiero, en el sentido lato y antiguo del término, especial estima y consideración, como todo buen canario-, ya había llegado al poder el golpista Hugo Chávez, aunque por vía electiva, que no auto electiva, todo sea dicho, así que ya era un país bolivariano, y traté de aquello con su gente, por conocer la opinión de los pocos con los que traté, que fue una corta estadía, muy a mi pesar.
Aclaro que aquella vez me envió la ex presidente del Cabildo de Lanzarote, doña María José Docal Serrano; me explico, resulta que los canarios indianos del Hogar Canario en Venezuela querían una imagen de madera de la Virgen de Los Dolores, patrona de la Isla, al parecer, y digo eso porque antes lo era San Marcial, que llevaron allí los normandos cuando la conquista, y el Cabildo mandó hacer imagen de madera, vestida de negro, enlutada, de terciopelo e hilo de plata, y cierto pelo, no sé si falso o verdadero, donado por beatas o por yonquis necesitadas, vaya usted a saber de dónde se nutre de pelo el imaginero, y la hicieron, con factura de la Metrópoli, como muñeca gigante, y claro, sus ojos no veían, sus oídos no escuchaban, su boca no decía y sus piernas no caminaban, no obstante, obró el milagro de llevarme hasta Maiquetía, lo que es de agradecer, porque también querían a un conferenciante, para darle más realce al acto; así que la imagen la llevaba un propio de Presidencia, Matías Curbelo, y fui yo el conferenciante. Siempre le digo a Docal que creo fue lo mejor que hizo durante su corta presidencia, mandarme a Venezuela, aparte de regalarme el whisky y el coñac con el que la habían obsequiado los ricos de la Isla no más llegar al cargo, que me dio las botellas llenas luego de la moción de censura que le presentaron, para que los que llegaran, los censores, taimados alevosos, no sólo se mamaran la Presidencia sino también los licores, y hecha la aclaración, sigo.
Descubrí que, efectivamente, una buena parte de los entrevistados eran chavista, sobre todo los menesterosos, los más pobres, sus clases populares, que son millones, así que gozaba de apoyo público el pequeño sátrapa, casi como la Virgen, eso es cierto, y vaya como ejemplo de lo que digo la anécdota siguiente: Me invitaron a ir a un burdel - esto le costó el escaño de senador a Curbelo, el gomero -gomero tenía que ser- por la mentalidad pecata/pacata/sociata, que a cretinos superan a los peores numerarios del Opus Dei-, antro que es el mejor y más grande de toda Caracas, “Angelo“, creo que se llamaba -homónimo del de Madrid, donde había encontrado pocos días antes a una bailarina mogol de pasaporte ruso que creo nunca podré olvidar-, no es que tuviera especial interés en ir a una casa de putas, no, la verdad, pero ya puestos y por deferencia a la invitación y para que ni siquiera por un momento se pudiera pensar que uno era un marico o lo que es peor, un intelectual mojigato, porque aquel viaje tenía como fin la ya dicha docta conferencia en el Hogar, que por cierto, está ubicado en una rica parcela de lo que fue el Colony Club, un club privado gringo, en pleno centro de la ciudad, todo un valor inmobiliario, y la charla, cosa que dicté, que diserté sobre la importancia de la potabilización y desalación del agua de mar en la isla, asunto que fue obra del Ing. Rijo, de Navales, y que fue, en mi opinión, el hecho más importante de todo el pasado siglo XX en Lanzarote, por determinante del futura de la población de la Isla, que dejó de emigrar, como habían hecho aquellos indianos ahora venezolanos, y pasaron a vivir de la explotación turística de Lanzarote, que es solarium de la tercera edad alemana desde los años 70 del pasado siglo, y va para más de cuarenta años, y ya nadie emigra, salvo el que quiere y porque le da la gana, y bueno, la conferencia resultó muy amena y aplaudida, y de la que salí no solo feliz y contento por la atención de aquel amable público sino por la insignia de puro oro amarillo “colorao” regalada por su directiva, muy gentilmente, pues salí luego del Hotel Tamanaco y nos dirigimos al prostíbulo, inmenso, como almacén convertido en carnicería. Habría unas doscientas putas, ni más ni menos, dos pistas de baile y sofás por doquier, para que disfrutara la clientela entre pencos, eligiendo y bebiendo whisky, que el peor que se despacha en Caracas tiene más de 12 años, todo añejo menos las niñas, bueno, es más, eran dos plantas, con techo de metacrilato, transparente, para que entre trago y trago alzaras la mirada y pudieras disfrutar del paisaje, un montón de entrepiernas sobre nuestras cabezas, unas cubiertas y las más descubiertas, no me extenderé mucho, era sólo una casa de putas. Me llamó mucho la atención, hasta casi escandalizarme, una de ellas, tremendamente atractiva, de tipo semita, guapísima, pero aún más, tuve una epifanía, como las del Papa Clemente, el del Palmar, a mi también se me apareció el Cristo, sí, vi a Cristo, de verdad, aquí en la tierra, pero no me habló, que sólo me faltaba, sólo lo vi, delante de mi, de carne y hueso, y como esa aparición fue tan extraordinaria, no pudo ser en otro sitio que en una casa de tapadillo, digo que casi me escandalizó porque en su pubis depilado se había tatuado el crucifijo, así, que poco más arriba del clítoris empezaba aquel tatuaje del manzer barroco con la cabeza inclinada y los ojos casi fijos en sus labios superiores, el tipo estaba en su salsa… al principio miré y remiré y casi no me lo podía creer, me estaba pasando a mi, y la verdad, nunca pude imaginar algo tan entre célico y sacrílego, y así que pensé en aquello de que “de todo hay en la viña del Señor”, vaya si había de todo. La llamé, como no, irrefrenablemente atraído por aquella escandalosa señal, que era como llamar al Cristo. No soy usuario de putas, quiero decir que no hago sexo con prostitutas, por lo común, y no porque les tenga desestima, muy al contrario, que las tengo por más verdaderas y honestas que tantas otras que se dicen señoras, bueno, digo que no practico porque no me sale, en condiciones normales, digo, que habría que beber mucho para confundirlo todo y entonces atreverse, creo que es psicológico, derivado del miedo a la transmisión de enfermedades sexuales, el HIV y todo eso, el caso es que no soy usuario, sólo fui, como dije, por deferencia y me bebí un par de whiskies, americanos, cuando allí gusta el escocés, bueno, la llamé, la invité a beber, que es obligado, que si no se levanta y se va, y luego hablamos, se llamaba Abdulláh, mayor asombro, era de la comunidad libanesa, probablemente palestina, ultramarina, le pregunté por el tatuaje, no le pregunté si se lo había hecho en un convento, entre cirios, pero sí que si se lo había visto su padre, que me dijo que era musulmán, bueno, no, no lo había visto, me dijo que hacía años que no hablaba con su padre, no fui a mayores, no podía, pensé, si no llega a estar depilada el Cristo sería llanero, y si me empeño y acabo la faena, podría terminar en un Jesús chino guajiro con la pinga entre los brazos, y convulso, contorsionándose, en fin, que daba mucho juego aquella imagen milagrosa; y yo la miraba, bueno, yo se lo miraba, y mis ojos eran como Candy Candy, la muñeca japonesa, así de grandes se me pusieron, sólo los ojos. Estaba descalza, y sus pies eran bellos, le pregunté que cuanto calzaba, su número de zapato, ¿para qué quieres saberlo? no, es que leí en algún sitio que en función del número que calces, así es el tamaño de la vagina ¿cómo?, preguntó, no sé, le dije, lo leí por ahí…( como podrán leer la conversación era bastante underground, a tenor del sitio, que culto es aquel que no sólo sabe cambiar de registro idiomático sino que de tema, que no iba a estar hablando de Foucault con aquel trasto en aquel lupanar), ¿y cuanto cuestas? 150 dólares ¿y toda la noche de hotel? Trescientos dólares, vaya, 300 dólares, pero si vamos te quedas a desayunar, ¿a desayunar? Sí, a la mañana siguiente, luego del desayuno, te puedes bañar en la piscina del Tamanaco, que es muy segura porque allí se pasa el día un agente de la CIA… ¿si?, sí, ¿pero contigo hay que llamar a una ambulancia, no? No mujer, tampoco es eso… conste que las putas me las pagaban, y que asistí al burdel invitado y que los anfitriones se ofrecían a cubrir los gastos, muy empeñados, no entiendo porqué, pero bueno, como dije, al no estimar en absoluto esos tratos, y por deformación profesional, acabé hablando de Chávez, que por eso estoy tratando esta cita en la casa de citas, por el chavismo, no más. Ella estaba agradecida porque por primera vez la habían atendido médicos, gratuitamente, todos cubanos, gracias a Chávez, y otras dos, que no describiré para no cansarlos, también habían sido asistidas por la medicina cubano-chavista, voluntaria, revolucionaria -porque los médicos cubanos se presentan voluntariamente a servir en Venezuela, porque no sólo les pagan sino que gozan de mayor libertad, y disfrutan de más desarrollo, escapando del subdesarrollo cubano de la isla fidelista-, así todas las putas eran chavistas y revolucionarias y bolivarianas, y yo, sentado en el chester, con el whisky en la mano y rodeado de todas aquellas santas señoras estaba por resolver quedarme a vivir en el país y volverme del todo puto revolucionario y, por supuesto, bolivariano. Los taxistas lo eran a medias, quiero decir que los empleados del taxi eran chavistas, y los propietarios pero también chóferes, ya no tanto, que pertenecían a esa clase media empobrecida por la revolución caribeña. En el Tamanaco recogían firmas de protesta los familiares de los despedidos en Pedevesa, la petrolera venezolana, que los liquidó el chavismo cuando protestaron, a la primera de cambio, así que no todos eran chavistas, pero sí los más, que eran los de menos. Los directivos de Pedevesa, los nuevos ejecutivos, todos revolucionariamente bolivarianos ya, estaban junto a mi, trajeados, whisky en mano, contemplando a otras tantas abduláhs allá en el rancho grande… aquello era, definitivamente, la revolución del amor puro bolivariano y bolchevique tropical, me decía yo entre copas.
No me cae bien Hugo Chávez, el zambo, que le dicen los criollos, porque es mestizo de indio y negro y según ellos es lo peor que da la tierra, al que se le atribuye la maldad y el odio del indio violentado y la brutalidad resentida del negro esclavizado. Y Hugo Chávez y los suyos han destrozado colegios, allanado centros culturales, museos y hasta sinagogas, y tienen a la comunidad judía, y a la canaria, amedrentadas, a unos los culpa Chávez de casi todo, no es nuevo esa variante de estupidez, y a los otros los llama blanquitos, y escuálidos, por escualo, será analfabeto el tiparraco, y permite que sus hordas indias entren en las fincas de los llaneros, y las violenten, así que el zambo no me gusta porque es un abusador, y asusta, y da miedo, a punta de AK-47, y es desafecto a la democracia y afecto a la balacera, que para eso es chusco milico, y no, no me gusta, pero tampoco me regocijo porque padezca una enfermedad mortal, no puedo, no fui diseñado para eso, por aquello de que el que se alegra del mal ajeno, el suyo le viene andando… pero da igual lo que yo piense de Chávez, lo que traigo a colación es la carta de su “exposa“ (sic), que debe ser redespechada, en “argentino“, aunque hizo pecho, que intuyo será grande porque tiene una mala leche enorme. Y luego de este corto y rojo introito ( ma non troppo), ahí va la carta:
Algunas consideraciones sobre tu muerte:
No quiero que te marches de esta vida sin antes despedirnos, porque has hecho un mal inmenso a mucha gente, has arruinado a familias enteras, has obligado a legiones de compatriotas a emigrar a otras tierras, has vestido de luto a incontables hogares, a los que creías tus enemigos los perseguiste sin cuartel, los encerraste en ergástulas que no lo merece ni un animal, los insultaste, los humillaste, te burlaste de ellos, no solo porque te creías poderoso, sino inmortal... porque el fin de los tiempos no era contigo.
Pero llegó tu turno, los plazos se acaban, el término de tu contrato llega a su fin, tu "ciclo vital" se apaga poco a poco y no de la mejor manera; probablemente morirás en una cama, rodeado de tu familia, asustada, porque va a tener que rendir cuentas una vez que des tu último aliento, te vas de esta vida lleno de angustia y de miedo, allí van a estar los curas a quienes perseguiste e insultaste, los representantes de esa Iglesia que ultrajaste a placer, claro que te van a dar la extremaunción y los santos óleos, no una, sino muchas veces, pero tú y ellos saben que no servirá de nada, es solo para calmar el pánico que hace presa a tu alma ante el momento que todo lo define.
Mueres enfermo, padeciendo el desahucio, las complicaciones inmunológicas, los terribles efectos secundarios de las curas que prometieron alargar tu vida, tus órganos se van apagando uno a uno, tus facultades van perdiendo el brillo que las caracterizaba, tus líquidos y efluvios son colectados en bolsas plásticas con ese hedor a muerte que tanto te repugna.
Dime si en este momento, antes de que te apliquen una nueva inyección para calmar los dolores insoportables que padeces, vale la pena que me digas que no te pueden quitar lo bailado, ¡ah! los viajes por el mundo, los maravillosos palacios que te recibieron, las paradas militares en tu honor, las limousines, los títulos honorarios, los pisos de los hoteles cinco estrellas, las fastuosas cenas de Estado... dime ahora que vomitas la papilla de auyama que te tratan de dar las enfermeras, si era de eso de lo que se trataba la vida, pues ese brillo y el oropel ya no están entre los monitores y máquinas de resucitamiento que te rodean, esas marchas y aplausos ahora son tonos y alarmas de sensores que regulan tus signos vitales que se hacen más débiles.
¿Puedes escuchar al pueblo de tu país afuera de tu cuarto?... debe ser tu imaginación o los efectos de la morfina, no estás en tu patria, estas en otro lado, muy lejos, entre gente que no conoces... sí, estás muriendo en tu propio exilio, entre una banda de pilluelos a quienes les has tratado de entregar tu propio país, tus últimos momentos los pasarás entre chulos y estafadores, entre tu corte de aduladores que solo te muestran afecto porque les dabas dinero y poder, todos te miran preocupados y con rabia, nunca dejaste que ninguno de ellos pudiera tener la oportunidad de sucederte, ahora los dejas al descampado y tu país al borde de una guerra, ¿Era eso lo que querías? ¿Fue esa tu misión en esta vida? Olvídate del cuento de los pobres, ahora hay más pobres que cuando llegaste al poder, olvídate de justicia e igualdad cuando prácticamente le entregaste el país a una fuerza extranjera que ahora tendremos de desalojar a la fuerza y a costas de más vidas.
Tengo la leve impresión que ahora sabes que te equivocaste, creíste en un cuento de camino y te creíste revolucionario, y por ser revolucionario... inmortal, convocaste a tu lado a los muertos, a tus héroes, a esos fantasmas que también creíste con vida, a Bolívar, al Che, a Fidel, al Marx que nunca conociste y que recomendabas su lectura... el andar con muertos te llevó a la magia y a los babalaos, te metiste a jurungar tumbas, y a ofrendarle a una corte de demonios y malos espíritus que ahora te acompañan... ¿Sientes su presencia en el cuarto? Vienen a cobrar, a recoger lo único que tenía valor en tu vida y que tan malamente apostaste por la oscuridad y el mal, tu alma.
Bueno, me despido, solo quería que supieras que pasarás a la historia como un traidor y un cobarde, que no rectificaste cuando pudiste, te dejaste llevar por tu soberbia, por tus ideales, por tu ideología renunciando a los más preciado, a tu libertad y a la libertad de los otros, y la libertad nos hace humanos. El Socialismo solo funciona en dos lugares: en el Cielo, donde no lo necesitan,y en el Infierno donde ya lo tienen*"
*Nancy Iriarte Díaz*
Y uno se queda pensando, ¡qué rencorosa la tipa!, ¡qué maldad más acendrada! y ¡ños, coño con el Cristo de Abduláh!, mi dulce y bella Abduláh, imposible e inolvidable epifanía en aquel Caribe revolucionario, tan lejos del Cielo y tan cerca de mi corazón, y pobre Nancy, que vive con tanto odio… ya les digo, nada peor que una mujer despechada, bueno, sí, la muerte. Pero pensándolo bien, a todos nos llega la muerte, que es plato que se sirve en toda casa, y también a todo galán que se precie le llega la despechada, incluso al zambón de Chávez, y es que son las cosas de la vida, y al final, habrá que agradecerles que existan, porque es signo de que habremos vivido, no más.