lunes. 22.09.2025

Por J. Lavín Alonso

No sé por qué tengo la recóndita sospecha, el difuso palpito, de que a muchas personas les ocurre lo que a uno cada vez que se percibe en lontananza el eco de los clarines precursores de un nuevo período electoral. Y ocurre que ya me dan de cara los más que previsibles, tediosos y poco o nada ingeniosos despliegues de la parafernalia de la que hacen gala los futuribles de la poltrona, así como también quienes albergan la inquietante -no para ellos, desde luego- idea de revalidar el acta por otro cuatrienio... O los que sean.

En otros tiempos, por desgracia ya periclitados, esta era la época en que comenzaba la colocación masiva de primeras piedras de proyectos arrumbados en alguna polvorienta gaveta de algún apartado despacho edilicio y durmiendo allí, a la espera de una ocasión como la descrita más arriba, de la que extraer algún rédito en votos por este consabido sistema. Pero aquel "boom" del ladrillo se vino abajo y ya hay poco, o mejor, nada, que inaugurar. El despilfarro generalizado ha dejado el fondo de las diversas cajas - especialmente la municipales – con el fondo a la vista y alguna que otra telaraña.Y es que, con crisis o sin ella, el voto es objeto tan codiciado como veleidoso, mudable cual piuma al vento, que requiere de mil y una carantoñas y mimos, y si estos van acompañados de generosas raciones de promesas – ya no hay ni para el consabido bocata de “citterio” - con guarnición de demagogia al aroma de cilantro fantasioso, pues mejor que mejor.

Es la época en la que vemos en los medios, con cierta profusión, imágenes que nos muestran unos encuadres algo cursis y bastante artificiosos, en los que aparece el conspicuo de turno endomingado y sonriente. Como colofón de esta farsa multifacética, aparecen las encuestas, como los caracoles tras la lluvia, dando a conocer al sufrido elector una serie de datos y porcentajes, tan bien elaborados como le convenga a los dueños de la cocina el la que se elaboraron, pero eso sí, gozando de la máxima difusión ¿Quién pagará tanto dispendio? Es la pregunta que siempre me hago, ingenuo de mí.

Los actores de esta comedia parecen reproducirse por una particular variante de partenogénesis, ya que todos parecen tener metas, mañas y tics sospechosamente similares, independientemente del credo político. Pronto comenzarán a proliferar las entrevistas, discursos y declaraciones en "politiqués", ese extraño galimatías elocutivo, inaccesible al común de las gentes, pero que suele calar hondo en un sector de la opinión pública proclive a estímulos demagógicos y sectarios, y auténtico desespero de los versados en semántica, por someros que sean sus conocimientos en tal materia. Así pues, y a despecho de la tan cacareada crisis galopante. marchando otra media de lo mismo, sin cambiar los vasos.

Elecciones en lontananza
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