Por Serapio Manuel Rojas de León
Antes de que vaya a continuar leyendo el relleno de estos renglones, debe saber, que el Presidente del Cabildo, don Pedro Sanginés Gutiérrez, se refiere a la pluma estilográfica con la que supuestamente, escribo algunas de mis opiniones o reflexiones.
Ya sé que le ha desaparecido el interés, que a lo mejor, le despertó la pluma en el inicio, pero estos párrafos, se referirán exclusivamente a ese utensilio, que algunas personas lo esgrimen con cierta pomposidad cuando escriben.
Yo, en cambio, utilizo el teclado viejo de un ordenador casi de cuarta mano, que me sirve igual, para el propósito de teclear la descarga de los cabreos propios y ajenos, producidos por el mal hacer de algunas actuaciones o decisiones de nuestros irresponsables políticos, que encima, te restriegan que hemos sido nosotros los que los hemos elegido. Quieren decirnos, que somos igual de irresponsables que ellos por haberles votado y que además, tenemos la responsabilidad subsidiaria de sus barrabasadas.
En cierta manera, no están mal encaminados esos sinvergüenzas. Algunos, que gente seria y responsable como en todas las cosas, afortunadamente siempre hay.
Escribo lo del Presidente del Cabildo y mi pluma, porque el pasado vienes 23 de agosto, con motivo de las fiestas de San Ginés, acudí al Festival Folklórico de los Campesinos. Extraordinario, por cierto, como siempre. Enhorabuena y felicidades. Emocionaron las imágenes y sobre todo la voz, desde el otro lado, del inigualable cantaor Juan Quintero. (Descansa en Paz)
Antes de empezar el acto, don Pedro Sanginés me ignoró totalmente, mostrando una mirada asesina de las que si disparan, yo tendría que estar a estas horas en algún nicho.
Pero los ojos que mal te ven no matan y que me ignorara en el saludo, tampoco me quita las ganas de comer, ciertamente. Cualquier desaire por su parte hacia mí, lo encuentro hasta lógico, sobre todo, cuando no le has reído su antipática simpatía y mucho menos, si además, le has criticado con cierta acritud, una de sus lamentables decisiones como Presidente del Cabildo.
Cierto es, hay que reconocerlo, que a lo mejor mis renglones de “una casa en la calle Fajardo” se escribieron sin demasiada elegancia, pero los enfados fruto de traiciones no son en absoluto elegantes. Traicionaron a Lanzarote y a su gente, cuando sin motivos, ni necesidad, nos esquilmaron doscientos setenta y cuatro millones de pesetas. Señor Presidente, que un Millón Seiscientos Cincuenta Mil €uros, no son una broma, ni un desliz, para andarnos en una crítica con pañitos calientes. Tenemos que resultar jodiendosos, para captar atenciones y plasmar realidades, cuando claramente a todo un pueblo se le ha jodido por parte de unos señores Consejeros del Cabildo, que traicioneramente, se atrevieron joder a la gente, sin ninguna elegancia y con endebles excusas.
Por eso, éste recoge opiniones, que después hace renglones de vez en cuando, no puede obviar, señor Presidente, la alarma social que su prepotente actuación ha provocado, con la compra de una ruina ruinosa arruinada, que sobrevalorada, ni siquiera ha regateado su precio porque no era para usted, y por tanto, fastídiese una Isla entera porque lo deciden sus hermosos cojones.
¿Es verdad, señor Presidente, que esa casa debía ya varias cuotas de una Hipoteca con la que no se cumplía? ¿Es verdad, señor Presidente, que el banco iba a iniciar el proceso de embargo y posterior subasta de esa casa? ¿Quién le pagará la Plus – Valía, al Ayuntamiento de Arrecife, señor Presidente? ¿Se ha comprometido usted, señor Presidente, a que ese Impuesto Municipal lo pagará el Cabildo, aunque sea una ilegalidad? La Escritura ya sabemos que normalmente la paga quien compra, por tanto, no se nos queda la cosa exclusivamente en la desorbitada cantidad, que absurdamente, le han aprobado sus correligionarios de la Junta de Gobierno.
Y por otro lado, de las preguntas no contestadas, si fuera cierta la existencia de esa Hipoteca impagada, no era mejor esperar a que el banco se la adjudicara y se hubiera ahorrado el Cabildo un dineral importante cuando fuera a la subasta en el Juzgado.
Si eso fuera cierto, Señor Presidente, le ha provocado conscientemente una estafa económica al Cabildo de Lanzarote, que es todavía más grave aún, que la estafa que nos ha supuesto usted como político para esta isla.
Si fueran verdad y afirmativas las respuestas, a todo ese murmullo preguntón callejero que no cesa, sino que al contrario, aumenta como las olas, los cómplices que han aprobado en la Junta de Gobierno ese dispendio económico, son también delincuentes que debieran responder penalmente por ese desfalco.
Claro que todos esos comentarios, preguntas y opiniones, también las oyen los Consejeros de la Oposición, y sin embargo, callados y expectantes, incompresiblemente, no investigan lo que verdaderamente ha ocurrido y hay escondido detrás de la compra de esa casa. Los Consejeros coalicionados en el pacto, y los de su propio Partido, no son capaces, ni se atreven siquiera preguntarle, señor Presidente, por si acaso. El pizco sexo pudiera haber sido el vehículo, pero en esta operación, esas corridas no son lo más importante.
Pero, volviendo al Festival Folklórico de los Campesinos, cuando todavía aplaudía el final apoteósico del exquisito acto, ese inicio ignorado del Presidente del Cabildo, se quedaría en una simple anécdota personal sin apenas trascendencia, que no hubiera pasado de ahí, si nuestra primera Autoridad Insular, don Pedro Sanginés, no me sorprende a la mitad de los sonoros aplausos acercándose a mí, para decirme lo siguiente: “Un día, tu y yo, nos encontraremos en la calle. A ver si me demuestras igual valentía que con la pluma”.
Mi sorpresiva reacción no pudo pasar más allá de un acompasado: “pero Pedro, qué quieres, que nos peguemos. ¿De verdad? Pues hazlo bien, hazlo bien”.
Mi respuesta, asombrado por la extraña sorpresa, venía a indicarle, que si un día se atreve valientemente a no amenazarme, y sí a pegarme, pues que lo haga bien, porque también yo pudiera responder. Que me deje cao a la primera, vamos, para que así, por mi parte, no haya reacción violenta.
Así que, si un día me ven con un ojo morado y el otro medio traspuesto, es que a lo mejor, he tropezado en una calle con el Presidente del Cabildo, y cobardemente, ha decidido sorprenderme con sus puños.
De todas formas, y ya sin protocolos, quiero agradecerte Pedro, que pienses que mis renglones son valientes, aunque no los redacte con una pluma.
He leído que no has venido a la política para hacer amigos. En eso, por poco, puedes tener hasta razón, ya que tu, para lo que sí tienes facilidad, casi envidiable, es para ganar enemigos. Hasta don Manuel Fajardo Palarea, que no es otro manantial de simpatías precisamente, te ha dicho, aunque tú no lo hayas querido oír, “que el Presidente del Cabildo no necesita que nadie lo desprestigie, se desprestigia él solo” ¿Ya fuiste a retarlo para verlo en alguna calle cualquiera?
Si te vas a pasar la Legislatura amenazando a personas que cuestionen tu gestión cabildicia y tus propios actos criticables, no vas a encontrar calles suficientes en Lanzarote para llevar a cabo tus peleas. Esta isla no necesita en nuestro Cabildo un boxeador amenazante. Quiere un Presidente consecuente, con sentido común, y mamando de las realidades de su pueblo.
Yo no soy uno de esos tantos asesores que tienes y a los que les pagas con supuestas amenazas para que no te asesoren, cosa absurda por otra parte, pues si no los necesitas, por qué cojones les pagamos un sueldo, pero aún así, me atrevo a darte un consejo: a los actos donde representas al Cabildo y por tanto, a Lanzarote y a todos los conejeros, procura no ir bebido. ¿Vale? Es que es un poco vergonzoso no más.
No te denigras tú, que de por sí, ya has asumido el descrédito y la bajeza. Es que el Cabildo de Lanzarote como Institución, no puede resultar patética a través de tu representación borracha. Además, debes tener consideración, aunque tú tampoco sabes lo que es eso, para con tus otros Compañeros de Partido, a los que la carrera política se la condicionas al fracaso, simplemente por el hecho de estar contigo.
No me das miedo y mucho menos me inspiras que te respete. Pedro, podrás comprobar que yo no soy tu problema. Tu problema eres tú mismo y sólo tú, tienes la solución.