Por María Luz Fika Hernando
El pasado viernes, 10 de junio, leía en Crónicas de Lanzarote, un artículo de Mare Cabrera, titulado Arrecife es feo, y aunque suscribo las reflexiones de la autora, creo que se le olvidó añadir que, además, está sucio.
Si hiciéramos una encuesta de satisfacción a los vecinos en cuanto a la limpieza de las calles y aceras o la limpieza de excrementos, probablemente la nota sería de un suspenso.
Faltan campañas de prevención y efectivos de limpieza para mantener la ciudad en condiciones y , en muchas ocasiones, la mala gestión económica nos pasa factura en este y otros servicios del municipio. Pero aunque la responsabilidad del ayuntamiento en la limpieza de sus calles es inegable, lo cierto es que quien ensucia es el último responsable. Es decir, el problema surge cuando a nadie le importa ensuciar la calle.
Todos hemos visto tirar bolsas y papeles al suelo teniendo un contenedor o una papelera al lado. Lo de los escupitajos en las aceras es el pan nuestro de cada día, y lo de las cacas de los perros vergonzoso. Puesto que no hay educación ni respeto, quizá es hora de que el ayuntamiento vaya multando a estos vecinos incívicos para “educar”, hecho vigente en múltiples poblaciones del Estado.