Bravo de Laguna ejerció como presidente regional del Partido Popular durante nueve años.
-Usted no ejerce ya la política pero nos imaginamos que sabe lo que ocurre en la política canaria y sobre todo en el PP, del cual fue presidente regional.
-Creo que todo ciudadano debe tener un interés por lo político y yo desde luego que me pasé veinticinco años haciendo política, prácticamente la mitad de ese tiempo en las cortes generales, pues con mucho más razón no me voy a desvincular del todo. Lo que pasa es que ya no ejerzo de político y no tengo ningún cargo público mientras que en su momento defendí los intereses de Canarias y sobre todo a los electores que me dieron la confianza
-¿Qué pasa en el PP?
-Pasan muchas cosas. Desde que abandoné la Dirección regional de partido y desde que abandoné la política he mantenido una actitud de prudente silencio. ¿Por qué? Entiendo que no debo hablar de la situación en términos críticos y lo que no puedo hacer es ser hipócrita y hablar en términos de alabanza. No debe hacerlo en tono crítico porque mucha gente podría interpretar un deseo de volver o poner zancadillas a alguien o de tener un sentido vengativo y la verdad es que nada de eso pasa por mi cabeza. Por ello he mantenido un silencio permanente y respetuoso tanto cuando el PP estaba más en auge que ahora que le vienen peor dadas las cosas.
-Desde que usted dejó el PP por voluntad propia el partido no ha subido un milímetro. Hasta Domingo González Arroyo lo reconoció.
-Con Domingo González Arroyo tuve diferencias políticas pero fui conciente, y por ello me esmeré en incorporarlo al PP, de su valía en Fuerteventura y lo demostró aportando votos y diputados. Yo siempre me he guiado por el criterio del servicio al partido más que por afinidades o antipatías personales. También incorporé en San Bartolomé de Tirajana al grupo de Paco Araña y ahora resulta que solo tenemos un concejal en ese municipio y lo considero muy negativo porque en un municipio de esas características no podemos ser prácticamente inexistentes. Hice lo que creí e incorporé gente, claro, después unos salieron más leales y otros menos leales. En todo caso, incorporé a gente de valía e importancia política, personal y profesional para reforzar el partido de manera eficiente. Ahí están los resultados electorales.
-Después de haber hecho una labor y ver que no se ha continuado en el sentido exitoso, ¿no le da amargura?
-Me da pena ver que el PP ha ido perdiendo cotas de poder en el conjunto de la sociedad canaria y en particular en Gran Canaria en donde era más fuerte, pero también en Lanzarote en donde llegamos a tener más presencia en las instituciones. Ahora tengo un hijo de alcalde de Santa Brígida y trato de ayudarle desde el ámbito limitado de mi posición pero he procurado no hacer declaraciones, no estar en la fase del incordio, que nadie pueda en ningún momento atribuir ese descenso, esa pérdida de importancia política del PP a que José Miguel Bravo de Laguna, que fue presidente regional durante nueve años, ha hecho esta o aquella declaración. No lo hice cuando parecía que el PP se iba a comer Canarias y tampoco lo hago ahora que no estamos en una situación boyante. Así, por razones de prudencia no debo hacer demasiado hincapié en estas circunstancias del partido y en todo caso desear a todos el mayor de los éxitos.
-Se han ido personas valiosas como la ex consejera de Política Territorial, Marái Eugenia Márquez.
-Es una brillante política. Había estado en Alianza Popular, después se retiró de la política y la recuperé al igual que a un ilustre conejero, Nicolás Villalobos, que fue diputado nacional, para no mencionar por supuesto a Rafael de León, que fue un magnífico diputado regional. Insisto, para mi la política es el arte de hacer con recursos escasos lo mejor posible una gestión pública, y para eso hace falta incorporar las mejores cabezas posibles con independencia de que más adelante te ponga una zancadilla, como en la vida ocurre. Otros aplican otra doctrina: es mejor rodearse de mediocres para resaltar, pero lo que hice tampoco tiene mayor mérito. Ni me regocijo de los éxitos ni pongo excesivamente pesimista por mis errores. Hago un balance de conjunto de mi actividad política de muchos años y puedo mirar con tranquilidad hacia el pasado porque trabé todo lo que pude y tuve muchísimas intervenciones en las cortes, estuve de presidente regional, ayudé a levantar el partido y dejé una herencia que otros han tenido que administrar.
-¿Guarda rencor con la gente que le metió zancadillas?
-De verdad que no. Lo tengo bien asumido y siempre pensé que la política no es una profesión permanente. Saqué mi carrera de abogado y sabía que al dedicarme a la política sacrificaba buena parte de mis posibilidades profesionales pero lo hice voluntariamente. Estoy muy satisfecho de la parte positiva de la política.
-¿Qué errores soslayaría si volviera a empezar?
-Es difícil imaginar que si se volviera a empezar las circunstancias fueran las mismas pero efectivamente me equivoqué seguramente en la elección de algunas personas para asignarles cargos de determinada responsabilidad. Ahí se cometen errores pero también grandes aciertos. Tengo que mencionar a personas que hicieron una gran labor como Antonio López, el delegado del Gobierno, o Nardy Barrios, una persona que fue conflictiva pero muy trabajadora, o Pepa Luzardo, que se convirtió en una especie de heroína.
-¿Se equivocó con José Manuel Soria? ¿No le cavó la tumba?
-Me equivoqué en el sentido de que después se desarrollaron una serie de ambiciones personales en las que no quiero entrar e incidir, en aquello que justamente dije que no iba a plantear. Cada uno es libre de escoger el camino que toma y los resultados son los que son. Cada uno recoge lo que siembra.
-La situación en Canarias está bastante complicada.
-Hay un desanimo evidente en la sociedad canaria igual que lo hay en la española y en la mundial. Nos han venido dos crisis fuertes: la financiera, que afecta a todo el sistema financiero internacional, pero además tenemos una crisis propia, la crisis del exceso de alegría, de construcción y endeudamiento familiar y empresarial. En los momentos difíciles hay que hacer un ejercicio de apelación al trabajo y a la responsabilidad para tener un nivel de vida digno. Hay que hacer mayores esfuerzos en todos los ámbitos para levantar las actividades por eso echo en falta que tanto el Gobierno como la oposición hagan un llamamiento a la responsabilidad de los ciudadanos.
-¿Cómo ve la aparición de López Aguilar en Canarias?
-Juan Fernando es una persona que admiro mucho como profesional, es un tipo muy brillante, y ha levantado determinadas banderas que faltaba levantar en Canarias como la lucha contra la corrupción, el enchufismo o el caciquismo, pero al mismo tiempo se ha pasado un poquito de rosca porque ha creado una cierta alarma. En Canarias hay que abogar por la cultura del pacto y del entendimiento con los demás porque si te pones en plan quijote, pues todos son molinos de viento.