viernes. 12.09.2025

La vuelta al cole: inclusión o repetición de viejas injusticias

La vuelta al cole siempre llega cargada de nervios. Los pasillos se llenan de mochilas nuevas, de reencuentros con los amigos, de las típicas fotos con el uniforme el primer día… todo eso suena muy bonito. Pero para muchas familias con hijos e hijas con necesidades específicas de apoyo educativo, septiembre no es solo ilusión. También hay ansiedad, dudas y cansancio acumulado del curso pasado.

Porque cada septiembre, además de preparar libros y uniformes, las familias tienen que prepararse para algo más duro: nuevas aulas, nuevos profesionales, nuevas metodologías… y, demasiadas veces, la incertidumbre de si sus hijos e hijas encontrarán el lugar que merecen en la escuela. Atormentan esas preguntas que llegan sin previo aviso. Y, lo peor, sin una respuesta clara.

Hay que decirlo sin rodeos: la inclusión sigue siendo una asignatura pendiente. En discursos, leyes y normativas se habla mucho de diversidad, pero la realidad diaria de los colegios muestra otra cara: clases con demasiados alumnos, falta de recursos, profesores que trabajan con lo mínimo… y familias que tienen que reclamar una y otra vez lo que debería estar garantizado: los derechos de sus hijos. Este curso puede ser una nueva oportunidad… o puede ser lo mismo de siempre. Podemos atrevernos a construir una escuela de verdad para todos, o podemos volver a tropezar en la misma piedra. Una escuela inclusiva no se construye con discursos bonitos, sino con recursos reales. No se trata de que nuestros hijos e hijas “se adapten” a un sistema rígido, sino de que el sistema cambie para no dejarlos fuera. Cada niño y cada niña, sin importar su condición, merece un espacio seguro, digno y respetado.

Sabemos que hay un cansancio profundo entre las familias que necesitan apoyos adicionales. Se cuela en cada conversación; lo leo a diario en el grupo de WhatsApp de las familias: “otra reunión”, “otra vez falta un informe”, “otra vez sin auxiliar”. Ese cansancio no viene de la nada: es el papeleo interminable, las reuniones que parecen no resolver nada, la ausencia de apoyos reales y esas barreras, visibles e invisibles,  que desgastan poco a poco.

Pero también sabemos otra cosa: detrás de cada niño y niña hay una familia que no se rinde. Familias que luchan, que se hacen fuertes, que se convierten en la voz de sus hijos e hijas. Familias que, aunque a veces se sientan solas, siguen adelante porque saben que rendirse no es una opción. Y detrás de esas familias también hay profesionales, asociaciones y personas que creen de verdad en la inclusión: que acompañan, orientan y caminan a su lado. Porque la escuela no puede sostenerse solo con la fuerza de unas pocas familias valientes; la inclusión es una responsabilidad de todos.

No podemos seguir entendiendo la diversidad como un problema. La diversidad es una riqueza. Es la oportunidad de aprender que no todos somos iguales y que eso nos hace mejores como sociedad.

A las familias que empiezan este curso con el corazón encogido les digo: no están solas. Sé lo que es salir de una reunión llorando de impotencia, pero también sé lo que es celebrar los avances. Habrá momentos duros, sí, pero también habrá conquistas, aprendizajes y pasos adelante que nos recordarán que merece la pena seguir luchando.

Este curso nos pone a prueba a todos: familias, profesorado y administraciones, que muchas veces se quedan en promesas. Una escuela que deja fuera a un solo niño no es una escuela completa. Y una sociedad que no cuida de todos sus niños y niñas está fallando en lo más básico.

Bienvenido, nuevo curso. Aquí estamos, acompañando, aprendiendo y exigiendo que lo prometido se cumpla; que los discursos se traduzcan en recursos reales y que la escuela sea, de verdad, para todos y todas.

NO PEDIMOS FAVORES, EXIGIMOS QUE SE CUMPLAN DERECHOS.

La vuelta al cole: inclusión o repetición de viejas injusticias
Comentarios