jueves. 25.04.2024

El mercado de fichajes en un mundo que adolece

Comienza la temporada de deporte infantil y adolescente en la isla de Lanzarote. Digo deporte, pero no nos engañemos, un gran porcentaje de nuestros niños y muchachos juegan al fútbol. El resto de deportes también comienza, desde las sombras por la falta de atención mediática y la desinformación. Pero al final, nos guste más o nos guste menos, el fútbol es el rey y gran imán para los pequeños habitantes de la isla.

Padre de futbolistas apasionados de las canteras de Lanzarote desde hace más de 12 años, vuelvo a vivir un inicio de temporada esta vez con más bagaje, experiencia y conocimientos. Con hijos de 7, 12 y 16 se puede decir que recorro hoy por hoy el abanico casi completo del amateurismo del balompié conejero. Los avatares del destino han hecho que mis hijos acabaran jugando en 3 equipos diferentes, lo cual lo hace más dinámico y variado, a la vez que complicado logísticamente. Soy fan de mis hijos, jueguen donde jueguen y lo hagan como lo hagan. Los disfruto desde la grada, hoy más maduro de expresión de pasiones (a veces fuera de lugar por mi parte, lo reconozco), pero con los mismos nervios y la misma tensión de siempre. Este lado de la historia presume de casi todos momentos bonitos y memorables.

Ya el año pasado, a raíz incluso de los cambios de equipos de dos de mis hijos, noté un movimiento inusual de pequeños que se cambiaban de equipos como si se tratase del mercado de fichajes de La Liga y el resto de Europa. Unos para aquí, los otros para allí, unos que se iban, otros que volvían, a otros los llamaban, y lo peor, a otros los descartaban. Así ocurrió, y así ocurre. Desde el punto de vista de la libertad de elegir, es fantástico que los niños puedan cambiar de equipo si así lo desean, y muchas veces esto ocurre y debemos celebrarlo. Al fin y acabo están divirtiéndose a través del deporte, con sus pares y lejos de la tecnología que tanto nos alarma. Pero lo curioso no es esto, sino los añadidos a este tráfico de jugadores de cada verano. Existe realmente un “mercado de fichajes”, soterrado en un ambiente de “entre bambalinas” de los clubes, que arrastra a padres y jugadores. Los entrenadores, de los cuales estoy enormemente agradecido y a quienes admiro, suelen arrastrar consigo niños a los equipos a los que se cambian; los padres, en búsqueda de una mejor experiencia para sus hijos, sugieren y a veces fuerzan los cambios de club; y los niños, desde su perspectiva más fantasiosa, fomentan entre ellos los cambios por amiguismo o conveniencia. Sea como sea, cada verano hay movimientos en este “mercado” infantil que en muchos casos roza la crueldad, y así se da comienzo a una nueva temporada de fútbol y más fútbol.

De las descripciones quisiera pasar a las opiniones, con el ánimo de visibilizar una realidad apartada y crear un sano debate que permita cambiar la mirada de las cosas e intentar convertirla en algo mejor para nuestros hijos, que es en definitiva de quienes se trata. Vuelvo a traer la mención a la libertad de cambiar, porque esa es la esencia de la infancia y la adolescencia, la libertad de ser niños. Entonces, ¿dónde está el problema? El principal problema es la falta de coordinación en este deporte en la isla de Lanzarote, que depende casi en su totalidad para casi todo de la Federación de Las Palmas, quienes están a lo que están, pero por aquí no están. Esta falta de coordinación, que seamos honestos es totalmente mejorable siendo la isla pequeña como es, y con los clubes que tiene, crea un aire de competitividad individual tan marcado que posterga la razón más importante de su existencia: los niños.

Vivimos en una época en la que se debe situar al deporte infantil en un contexto primordial para su formación como personas de futuro. Es el ámbito ideal para formarlos en principios y valores, reforzar sus creencias positivas, trabajar en su autoestima y confianza, y sobre todo enseñarles a lidiar con el fracaso, algo inevitable y necesario en la vida. Si sólo nos preocupamos por tener a los “mejores” en nuestro equipo, en ganar por encima de todo, en conseguir más dinero de subvenciones y ayudas, en mover, fichar y descartar a los niños como si se tratase de fichajes de primera división, nos olvidamos de lo principal que son ellos, los niños. En este mundo que divide la realidad en “real” y “virtual”, en el que queramos o no vivimos ajenos al submundo en el que ellos se mueven en las redes sociales, no nos queda otra opción que intentar captar su atención para intentar ayudarlos a que conecten con su mejor parte interior, y sobre todo los preservemos de los riesgos de perder el rumbo, su autoestima y sus valores. Algún día, para la gran mayoría, el fútbol se acabará y el mundo estará todavía allí “fichando” y “descartando” sin compasión, y si hacemos las cosas bien estarán preparados para afrontarlo.

El mercado de fichajes en un mundo que adolece
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