miércoles. 24.04.2024

Ayuntamiento Fútbol Club

Hace unos días leía una carta abierta de un árbitro que hacía una sencilla pregunta de respuesta engañosa: “¿Cuántas personas juegan un partido de fútbol? A bote pronto uno responde 22, 11 para cada equipo. Luego hilando fino sumamos a los suplentes, al menos los que salten al campo, pero no señor. Este árbitro tenía razón. Los que entran al campo son 23 o 25 o 26, según qué categoría. Si nos ceñimos al fútbol base, de la isla por ejemplo, juegan 23. El árbitro cuenta, es uno de los que saltan al campo con el resto de jugadores. Cuánta razón, pero cuan equivocado a la vez.

Siguiendo en el fútbol base, para que éste funcione deben intervenir más actores. Empezando por el cuerpo técnico y directivos de los clubes, si miramos dentro del club claro está. Pero existen unos jugadores clave, que sin ellos no sería posible la participación de la mayoría de los niños, que son los padres. Los padres juegan un papel muy importante en la participación de los niños en este deporte. Entre 2 y 4 días por semana hay entrenamientos. A los niños hay que llevarlos e irlos a recoger. Con suerte los padres practican una suerte de transporte público-privado coordinándose entre ellos para llevar a los suyos y a los ajenos a sus hogares. Esto significa en sí una logística compleja, que implica tiempo y dedicación. En algún caso los clubes facilitan alguna furgoneta o medio de transporte para recoger a los niños y devolverlos al terminar. Eso es fantástico, pero lamentablemente no ocurre en la mayoría de los casos. Entonces las familias quedan a la deriva y padeciendo, aunque parezca exagerado, este trajín de semana tras semana. Si la familia tiene más de un jugador, pues ya se lo podrán imaginar…

Bien, hasta aquí podríamos decir que no es nada grave, al fin y al cabo se trata de una actividad extraescolar vinculada al deporte, la vida sana y al diversión. Algo a cambio hay que dar y los padres nos buscamos la vida para acompañar a nuestros hijos. Los partidos ya son otra cosa. Requieren llevarlos, no es obligatorio quedarse, y a las 2 horas hay que recogerlos luego de la jornada de competición. No quiero sonar dramático ante algo razonablemente lógico, dado el lugar en el que vivimos, pero es que no alcanza con la complejidad habitual, que este año le debemos agregar nuevos condimentos que sorprenden por lo absurdo y por la poca consideración desde la gestión. A continuación amplío.

Los campos de fútbol de la isla son insuficientes, eso lo sabemos. ¿Podría ser mejor el panorama? Absolutamente sí. Hay espacio de sobra para gestionar unos predios adecuados, amplios y con unas instalaciones acorde. Pero, no. Hay lo que ha ido habiendo en el tiempo. Suena a trabalenguas, lo sé, pero es así. Las cosas se han ido haciendo como se ha ido pudiendo, y eso está bien, o estaba bien, pero ya no. Esta isla es un lugar perfecto para muchísimas cosas, y tiene un tamaño ideal para acoger actividades deportivas en perfectas condiciones. Entonces, lo que estaba bien antes, puede estar mejor ahora. ¿O no? Digo, si hay una cosa que se renueva año tras año, década tras década, es la ilusión de los niños por jugar al fútbol, entonces, ¿porqué no arropamos esta tendencia positiva de deporte e integración con espacios realmente en condiciones? Vale, no pidamos tanto. Vamos a intentar partir de la base de lo que tenemos a día de hoy, así somos realistas y no creemos en fantasías inalcanzables. Si ya son pocos los campos en general, resulta que en la capital - donde más niños y niñas hay y clubes también - hay 2 campos que deben ser renovados en su ya ultra deteriorado césped. La temporada suele acabar en junio, eso de toda la vida, y este año curiosamente, también. Por delante viene julio y agosto, si no me equivoco, 60 días de 24 horas para emprender una tarea (cambiar el césped de los campos) que hecha con medianamente algo de constancia se puede acabarse en la mitad de ese tiempo. Y ustedes se preguntarán ¿se hizo en julio o en agosto? Pues no, se hizo o se hará - vaya uno a saber - en septiembre o en octubre. ¿Y eso porqué? Conocen ustedes el dicho que dice “Ojos que no ven, corazón que no siente”, pues eso. Resulta que cambiar el césped cuando la gente sale de vacaciones, justamente, y que no estén allí para sentarse en las gradas a aplaudir cuando se van quitando las “tirajalas” de verde sintético y colocando las nuevas, sería injusto. Por eso lo retrasan, para que todos podamos verlo y disfrutarlo, ¿se entiende? ¿Y si no puedo ir? No se preocupen, alguien se encargará de sacar las fotos para que lo veamos aquellos que no pudimos acudir.

A todo esto, los niños, los jugadores y usuarios víctimas de los campos que quedan están padeciendo de un infierno para poder entrenar. Horarios cambiantes semana tras semana, cambios de sitio de entrenamiento constantes, entrenamientos en la playa, etc. Los campos en los que entrenan tienen el césped en tal nivel de deterioro que es peligroso para su integridad física, en serio, no es exageración. Mal iluminados, deteriorados, con las instalaciones en pésimas condiciones y abarrotados de niños de múltiples edades haciendo cola para poder empezar su entrenamiento empujando casi a los que se van. Capítulo aparte es el aparcamiento, del que no podemos hablar porque sencillamente, no hay. Todo es doble fila, caótico y sumamente peligroso para los niños que se bajan y suben de los coches, cruzan las calles y esperan ser recogidos. Cabe aclarar, y es importante hacerlo, que todo esto no es por voluntad de los clubes, que son los primeros que sufren este desaguisado. En fin, se me agotan las palabras.

Termino con la reflexión que me trajo hasta aquí. Ayer, mientras esperaba para recoger a mi hijo de su entrenamiento a las ¡diez y media de la noche! pensaba en la locura que se estaba cometiendo enfrente mío. Ese niño llegaba a su casa a cenar a las once menos cuarto de la noche, para luego ducharse e irse a dormir, para amanecer de nuevo a las siete. Todo lo sano del deporte, al trasto con estas trasnochadas. Eso sí, mi hijo y yo estamos esperando ansiosamente poder ir a aplaudir el cambio de césped ahora que sí podemos verlo, o la foto bonita de la “inauguración” de los renovados campos del Ayuntamiento Fútbol Club.

Ayuntamiento Fútbol Club
Comentarios