viernes. 13.06.2025

MY WAY: El San José me atrapó

Hace justo hoy 50 años, también un martes, el 10 de junio de 1975, La Vida me atrapó. 

No había caído en la cuenta hasta que una mañana de domingo, a la sombra, me senté en la bancada del Parque La Paciencia. Estaba yo entonces con las cosas del libro de la Historia del San José, que el Ayuntamiento de Arrecife va a publicar con motivo del 50 aniversario del Club. Entre ellas, con lo de escribir algo como presentación. Entonces, hace poco, aquella mañana de domingo, sentado a la sombra; reflexiono. Conclusión: La Vida, en concreto el San José, me atrapó.

Yo quería ser científico, pero La Vida, el San José, me atrapó. Como muchas veces le dije a Cristina: La Vida Es.

Titerroy, el balonmano y el San José Obrero me atraparon, y yo me dejé. Me faltó voluntad, quizás ambición. Seguro que mi vocación de científico tampoco era tan sólida. De hecho, mientras estudiaba COU en la Universidad Laboral de Las Palmas, durante el curso 1974-75, mi vocación cambió. De salir de Lanzarote queriendo ser científico, mi vocación cambió a querer ser profesor de educación física. 

Y, aunque me faltó voluntad para realizar los estudios pertinentes, en verdad, la profesión que en mayor cantidad de ocasiones he ejercido es la de profesor de educación física. Primero en el Colegio Benito Méndez Tarajano (curso 1976-77). Luego, antes de ir al servicio militar, en el Instituto Agustín Espinosa, en el curso 1977-78. Después, en los cursos 1981-82 y 1982-83 también ejerció de profesor en el Instituto de Formación Profesional de Arrecife. La más intensa, en el Colegio Internacional de Lanzarote cuando se creó en el curso 1986-87 y la mitad del siguiente. Por último, durante un trimestre en el Instituto de Yaiza. 

Tengo a medio escribir, a modo de autobiografía, el libro "El camino que no escogí", que no sé si algún día verá la luz pero, esa será, en su caso, otra historia.

Como hago siempre que escribo algo de alguna trascendencia, mandé lo que tenía escrito a algunas personas de extrema confianza y con sobrado criterio. Con lo que me dijeron amigas y amigos caí en la cuenta de que el texto que tenía escrito no era el oportuna para la presentación del libro. Entonces decidí guardarlo para hoy. Hoy, cuando se cumplen los 50 años de que Titerroy y el San José me atraparan, La Vida, en consecuencia.

Transcurridos estos 50 años, siento el peso de la responsabilidad de haber sido en algún momento entrenador o profesor de dos senadores, dos diputados en el Congreso, dos presidentes del Cabildo, diputados autonómicos, consejeros del Cabildo, concejales. Más aún de maestros y profesores, de una farmacéutica y de un controlador aéreo, de relevantes empresarios, del Jefe de la Policía Local de Arrecife, de periodistas, de muchas buenas madres y padres, muchos de ellos ahora buenos abuelos, de muchos de los actuales entrenadores de balonmano de Lanzarote, del presidente de la Federación Canaria de Balonmano y de la mayoría de los presidentes de la Federación Insular de Balonmano de Lanzarote. 

De taxistas, operarios, profesionales de la Sanidad pública, de empleados públicos con importantes responsabilidades. De policías locales, de destacados empleados de banca y de personas con importantes responsabilidades en empresas de servicio público relevante para la ciudadanía de Lanzarote. De emprendedores audaces, con mayor o menor suerte en La Vida, en la de cada uno. 

Siento el peso de la responsabilidad de saber si he actuado bien, con criterio, con la metodología y herramientas pedagógicas debidas. Cierto que siempre, a mi manera, con buena voluntad e intención. Eso, siempre. 

Aquella vocación y responsabilidad me atraparon, me llevaron por un camino distinto al que quería y que igual era el que me correspondía. Un camino que, al menos conscientemente, no escogí pues, como ya he dicho, cuando estudiaba en el instituto quería ser científico y luego profesor. Pero, La Vida me atrapó y no realicé los estudios académicos que, para ello, debía. 

Por otro lado, mi Vida social me situó en un momento en la posibilidad de haber podido ser incluso alcalde de Arrecife. En otras ocasiones en, de aceptar, ocupar importantes responsabilidades políticas. Pero, La Vida, la coherencia, me atrapó. En cualquier caso, La Vida Es y ese ha sido My Way. Como cantó Frank Sinatra, a mí manera,  siempre. Transgresor, innovador, soñador, revolucionario. Eso si, solo con las armas de la palabra y los hechos.

Aunque no tuve la suficiente voluntad para evitar que La Vida me atrapara, ni hice los estudios que debí; sí que siento, con gran orgullo, haber sido el entrenador de Pancho, que como gran jugador de balonmano que ha sido, fue muy importante para que fuéramos campeones en 1982. En el balonmano, y en La Vida, en mayor grado siento la frustración y el dolor de no haber sido capaz de impedir que Julia Aparicio abandonara el camino para haber jugado con España la Olimpiada de Balonmano 92. De todos, junto a Pancho, de quienes más orgulloso me siento es de Goyo, manager y entrenador del Fieras de Goyo, y del capitán del equipo, de Blas Trujillo, el hombre que tiene todas las llaves para que maestros y alumnos puedan acceder cada mañana al Instituto de Yaiza. Blas, aquel niño al que, a pesar de la advertencia de que era de la Banda Amarilla, le di las llaves del cuartito de los balones y vino con el botiquín, como le había encargado.

Luego de 40 años en las canchas, los dirigentes de los clubes de balonmano de Lanzarote han entendido que, por lo que fuera, no les era conveniente, o de interés, que siguiera entrenando a niñas y niños. Les ha parecido más interesante y rentable contratar los servicios de jugadores y jugadoras ya formados y con experiencia. El tiempo les ha dado la razón pues de esa manera el San José Obrero ha logrado los dos mayores éxitos deportivos en sus 50 años de vida e historia. A saber, el ascenso a división de honor plata masculina en 2024 y ahora, el ascenso este año a la División de Honor Oro Femenina, Liga Guerreras.

Ahora, ya jubilado, me dedico a contar toda esta sarta de batallitas. Se que contar batallitas se le perdona a cualquier viejo de 68 años. Pero, también se que a Lorenzo Lemaur no se lo van a perdonar. ¡Algo está buscando Lorenzo! Así pensarán y dirán muchos. Bueno, allá cada uno. Se bien que no existe Dios en los cielos, pero sí que creo en el dios de la tierra.

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