Un mazazo resonó en mi corazón, mi querido Calixto. Nos has dejado, y nos dejas tristes y apenados, yo quiero rendir mi pequeño homenaje a un gran ser humano y MAESTRO.
Cada día iba a tu clase; porque eras pura sabiduría y me enseñabas mucho, siempre con tu humor picarón. Aquellas libretas que marcabas, una a una, con cientos de fotocopias, trabajador incansable. Cuando te preguntaba por tu jubilación, siempre evadías la respuesta porque amabas esta profesión nuestra. Me sentaba y te pedía consejo; nunca mostraste mal semblante, ayudabas en todo. Tengo mucho cariño a ese colegio, el Capellanía del Yágabo, donde fui muy feliz y tuve el honor de conocerte. No siempre encuentras compañeros con tu talante; fui afortunada de compartir no solo contigo sino con todos/as.
No olvidaré las enseñanzas y lo que trasmitías, un maestro nunca muere. Imagínate mi querido Calixto la cantidad de generaciones que llevan tus enseñanzas. Siempre existirán momentos inolvidables, pero también personas incomparables como tú.
Fuiste y serás de los imprescindibles. Cuando nos reunamos contigo, seguiremos disfrutando de ti.
Hasta pronto gran MAESTRO, te echaremos de menos, pero yo en mi corazón tengo un lugar de honor donde entraste cuando te conocí y allí seguirás. Sigue sonriendo mi amigo.
Descansa en paz.