Una lectura para la que he querido dejar pasar unos días, y que debemos hacer desde la perspectiva que nos da el pasado reciente, un pasado que situamos en diciembre del año 2015 y las Elecciones Generales celebradas entonces. Si recuerdan, aquellas fueron las elecciones en las que se decretó el fin del bipartidismo, las ganó Rajoy con Pedro Sánchez en segundo lugar, ambos sin mayoría, con Podemos y Ciudadanos con un peso considerable en votos y en escaños, con un dato que me interesa destacar sobre el resto: los siete millones de votos que obtuvieron partidos a la izquierda del PSOE, que fueron 5.180.000 de Podemos y sus confluencias, casi un millón de votos de una Izquierda Unida que por entonces aún no había ligado su destino a Podemos, y más de 800.000 votos entre las izquierdas catalanas y las vascas. En las elecciones de julio de 2023 en cambio, apenas ocho años después, esas mismas izquierdas a la izquierda del PSOE no llegan a cuatro millones de votos, con Sumar (lo que queda de aquel Podemos con sus confluencias e Izquierda Unida) obteniendo 3 millones de votos raspados donde en 2015 eran más de 6 millones.
Ahí está la diferencia queridos lectores y lectoras, tres millones de votos de tres millones de españoles y españolas que antesdeayer, hace apenas ocho años, creían que una opción más radical, más combativa y con propuestas de base ciudadana mucho más claras, valientes y pegadas a los problemas de la gente podía triunfar. Si recordamos la campaña de Podemos de aquel año con Pablo Iglesias como candidato, recordaremos que para nada iban como muletilla del PSOE, de coleguitas, muy al contrario, se hablaba incluso del sorpasso al PSOE. La campaña de Podemos fue directa contra las traiciones y las falsas políticas de izquierdas de los socialistas de aquellos tiempos que, casualidad, tenían a Pedro Sánchez también como candidato. Se hablaba entonces claramente desde Podemos e IU de rescate a la ciudadanía, de lucha contra el fraude, de progresividad fiscal, de rescate educativo, de rescate sanitario, de reparto justo de rentas, de una banca pública, de una energética pública, de rescate de multitud de servicios públicos privatizados; se hablaba de un nuevo modelo productivo, de gobernar para la gente, de medidas claras contra la corrupción, de participación ciudadana; se hablaba de paz, de derechos humanos y de derechos sociales, como el de la vivienda, contra los fondos buitre,sin cortapisas. También se hablaba, por supuesto, de feminismo, de igualdad, de transición ecológica y de economía verde.
Ahora, con un poco más de perspectiva, observamos lo que ha quedado de aquellas campañas y vemos que lo que hay es un batiburrillo llamado Sumar, que se presenta como muletilla del PSOE al grito de "¡Que se besen!", que vende como un gran triunfo 31 diputados y tres millones de votos, cuando en 2015 eran 71 y más de 6 millones, con un programa muy suavizado y políticamente muy correcto donde ya solo hay ayudas sociales que nada cambian y lo que acepta el sistema, esto es: feminismo, igualdad, transición ecológica y economía verde. En apenas ocho años han quedado arrasadas todas las propuestas de cambio real, todas las medidas que sí molestaban al sistema y avanzaban en pos de una sociedad más justa. Así, hoy tenemos a una Yolanda Díaz que bien podríamos calificar como socialdemócrata, que da un sí rotundo a la guerra de Ucrania en una postura belicista que nunca estuvo entre las izquierdas anticapitalistas. En definitiva, hoy tenemos a una izquierda alternativa domesticada que cuesta diferenciar de un PSOE que en Europa vota el 75% de las veces lo mismo que el PP, provocando que en España no haya ni la más mínima voz en la izquierda que discuta esa entente diabólica que forman los Estados Unidos y la vieja Europa, ultrabelicistas, depredadores y ultraliberales, virados cada día más hacia las derechas y ultraderechas.
Así las cosas, si las izquierdas a la izquierda del PSOE no presentan otra propuesta más valiente, si eso es todo lo que tienen para ofrecer, su techo ya lo han tocado y solo les queda retroceder. ¿O acaso creen ustedes tan contentos que han ganado con 121 escaños del PSOE y 31 de Sumar, cuando para gobernar van a necesitar hasta el apoyo de un partido elitista de derechas que se ha mostrado claramente fuera de las reglas del juego? ¿Qué clase de gobierno estable pretenden ustedes construir con esa aritmética tan desnivelada? El frentismo, la crispación social y el ambiente de guerracivilismo no van a parar por este camino, y lo saben. Y si vamos a una repetición electoral, ¿creen acaso que el Partido Popular va a cometer el mismo fallo dos veces? Ya lo están viendo, ya hablan de cargarse a Vox, sabedores de que con Vox como socio nunca van a gobernar en España. Y a ustedes, señoras de Sumar, hoy tan felices y seguras, con ese programa socialdemócrata tan blandito y tan amigas del PSOE, les van a seguir faltando esos tres millones de votos que se fueron decepcionados, y les faltarán más porque al final muchos votantes preferirán votar al original (PSOE) el lugar de a la copia (Sumar), por aquello del voto útil.
La solución, por tanto, yo no veo otra, si no queremos ver a las derechas gobernando en España más pronto que tarde, es volver a esa política y a esas propuestas valientes, honestas, que no mienten a la gente, que iban a la raíz de los problemas, contra los poderes fácticos que generan la desigualdad y nos llevan a la destrucción planetaria. La solución pasa por mirar más al Sur Global, pasa por tomar formas de hacer política como las que se hacen en algunos países de Sudamérica, pasa por entender que vivimos en un mundo multipolar, pasa por recuperar el discurso pacifista, multilateralista y universalista que siempre fue esencia de las izquierdas alternativas, que nos debe llevar a hacer también nuestras las luchas justas de ese Sur Global, las que apuestan por eliminar esa deuda ilegítima sangrante que los condena, por ejemplo, o por la Iniciativa de Bridgetown a la que bien haríamos en sumarnos en España, en pos de una transición ecológica más justa para los países del Sur, y también para nosotros, porque, aunque nos creamos muy europeos, no somos más que el prostíbulo de Europa, ese sur pobre que pueden manejar a su antojo la señora Lagarde y compañía.
Y hasta aquí mi análisis en clave antisistema de las Elecciones del 23J. No hace falta pensar mucho para saber que el cambio que yo pido no lo vamos a ver ni en broma en un futuro próximo. Yolanda Díaz y todo lo que rodea a Sumar se encuentran a años luz de entender este viraje a la izquierda, contentísimos como están de ser comparsas, creyéndose imprescindibles y depositarios de la causa de salvar a las democracias occidentales del caos y las hordas fascistas, olvidando que las comparsas siempre son prescindibles y que las democracias occidentales hace tiempo que dejaron de ser lo primero.