Estamos en pleno 2025, y sin embargo en Lanzarote volvemos a sufrir cortes de agua a nivel general en la isla, que nos recuerdan a épocas pasadas, cuando abrir un grifo era un privilegio. Hoy, el agua que se produce no alcanza para todos, y la isla vive con la sensación de retroceder en el tiempo, mientras los responsables políticos guardan silencio.
En zonas como Puerto del Carmen, la situación es insostenible: vecinos que llevan semanas sin suministro, camiones cisterna recorriendo las calles como si estuviéramos en otra era, y una población que se siente abandonada. ¿Cómo es posible que en una isla que presume de ser un destino turístico internacional, sus propios habitantes no tengan garantizado un recurso tan básico como el agua?
Pero el agua es solo la punta del iceberg. La crisis de vivienda es cada vez más alarmante, la cesta de la compra sigue subiendo sin freno, los seguros de coche y hogar aumentan año tras año, y muchos ciudadanos, con sueldos cada vez más bajos, no llegan ni al día 15.
Mientras tanto, seguimos alimentando un modelo turístico sin control, que multiplica el consumo de recursos y deja a los residentes en segundo plano. ¿De verdad este es el futuro que queremos para Lanzarote? ¿Una isla donde el turismo se beneficia y el residente sobrevive?
La gestión política brilla por su ausencia. No hay explicaciones, no hay soluciones a corto plazo, no hay una planificación real. Y la pregunta es inevitable: ¿hasta dónde más vamos a llegar?
Señores dirigentes: escuchen de una vez. Lanzarote no es la que era antes, y lo será menos si seguimos por este camino. Una isla que no cuida de su gente, de su tierra y de sus recursos, está condenada a morir, no por el paso del tiempo, sino por la mala gestión.