miércoles. 26.11.2025

La importancia de las "antipatías comunes" o "identidades negativas" en los procesos electorales

                La lectura del libro "La democracia manda" (2025) de Jan-Werner Múller, politólogo alemán y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Princeton, me ha proporcionado algunas ideas, expuestas en el título de este artículo.

 En Estados Unidos algunos-no pocos- republicanos declararon que consideraban que Trump no estaba capacitado para ser presidente y luego revelaron que acababan de votarle. La explicación de esta postura aparentemente esquizofrénica es que cada vez más elecciones consisten menos en respaldar con entusiasmo a alguien y más en rechazar rotundamente a alguien o algo.

Las agrupaciones políticas se unen no por lo que John Stuart Mill llamaba "simpatías comunes" sino por lo que los expertos en ciencias políticas llaman "antipatías comunes" o "identidad negativa". Claramente, para muchos en la derecha estadounidense (y algunos en la izquierda), Hillary Clinton era inelegible pasará lo que pasará. Los votantes llegaron a este fatídico punto tras recorrer un largo camino (que se había pavimentado desde la época del marido de Hillary en el poder). Newt Gingrich recomendó a los republicanos que usaran las siguientes palabras al hablar de los demócratas: "Traicionar, bizarro, decadencia, destruir, devorar, avaricia, mentira, patético, radical, egoísta, vergüenza, enfermo, robar y traidores".

Igualmente para muchos brasileños, era de suprema importancia votar contra el Partido de los Trabajadores de Lula, porque era presentado como un auténtico demonio.

De acuerdo con esta teoría el voto mayoritario en la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso, de mucha gente de derechas, incluso de izquierdas, no es porque la consideren capacitada para gobernar, es por el odio, animadversión, es decir, de acuerdo con "las antipatías comunes". hacia Pedro Sánchez. De la misma manera que en Estados Unidos se pavimentó el camino para que ganase Trump, presentando a los demócratas con todo un compendio de vicios, antes descritos, en la Comunidad de Madrid y en todo el territorio del Estado español, desde potentes medios y partidos políticos, Pedro Sánchez ha sido calificado con todo tipo de defectos y vicios. Nada más hay que escuchar las manifestaciones del PP y Vox y muchos medios día tras día.  No hay límite a los insultos dirigidos a Sánchez, hasta tal punto que se ha popularizado en numerosas fiestas de las ciudades y pueblos interrumpir con gran jolgorio el pregón con el siguiente grito” Pedro Sánchez, hijo de puta”. Ya no entro en quién lo inventó. Allá ella.  Ni tampoco que el máximo dirigente de un partido en la fiesta de Navidad regalaba cestas de fruta a los afiliados. Todo un ejemplo de respeto. Y todos esos mensajes profundamente negativos calan. Resulta difícil de entender el gran éxito de la campaña de odio contra Sánchez por parte del PP y sus medios afines. Han conseguido que una parte muy importante de la sociedad le odie, y es imposible saber las razones. Lo he visto en personas que curiosamente han sido beneficiadas por sus políticas, como algunos jubilados y algunos trabajadores. No hay respuesta razonada, sino una avalancha de insultos y descalificaciones. Incluso personas que parecen moderadas tienen esta actitud. Felicitaría a los promotores si no fuera por las consecuencias tan negativas que ha originado en términos de crispación y división de la sociedad. Se ha acuñado incluso el término de sanchismo que refleja un odio visceral a Sánchez y a sus votantes. Alicia García, portavoz del Grupo Popular en el Senado, ha hecho una comparación contundente durante su intervención al afirmar que “lo más parecido” que han experimentado en España al franquismo en los últimos 50 años es el actual gobierno de Pedro Sánchez, al cual ha definido como ‘sanchismo”. El actual rechazo al presidente del gobierno está teñido de «la cólera del español sentado» que bautizó Lope de Vega. Y claro, tanto odio tiene que reflejarse negativamente a la hora de votar. Muchos nunca votarán a Sánchez. De la misma manera, muchos nunca votarán a las derechas, de acuerdo con las “antipatías comunes” o “identidades negativas”. Y esta es la realidad, nos guste o no. Y los asesores electorales de los partidos políticos  son conscientes de ello.  Por ello, diseñan  sus mensajes para movilizar las emociones. O lo que es lo mismo, se vota más con las vísceras que con la cabeza.

La importancia de las "antipatías comunes" o "identidades negativas" en los procesos...
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