El pasado noviembre, el embajador de España en el Reino Unido cumplió 70 años, la edad límite para seguir ejerciendo su cargo. A Carlos Bastarreche le ha ocupado mucho tiempo todo lo relacionado con el brexit y las cuestiones pendientes entre España y el Reino Unido. Desde noviembre hasta ahora ha seguido trabajando en ello, pero la verdad es que ha permanecido más tiempo en España que en su despacho de Belgravia Square. No se sabe por qué la ministra española del ramo, Arancha González Laya, ha dilatado la propuesta del nuevo nombramiento al Consejo de Ministros. Sea quien fuere el designado, el Gobierno de Su Graciosa Majestad tardará varias semanas en otorgar el placet a la persona propuesta, seguramente un diplomático de carrera. La Embajada en el Reino Unido es una de las más importantes y de las más codiciadas por los profesionales de la diplomacia. En algunas ocasiones ha estado ocupada por personajes de la política, como Fraga o Trillo. Fraga también era diplomático, aunque nadie lo hubiera dicho. Trillo creo que es especialista en Shakespeare. En Inglaterra no le dejaron gritar su apoteósico ¡Viva Honduras!, metedura de pata antológica dedicada a un destacamento de El Salvador que luchaba en Irak, cuando el entonces ministro de Defensa visitaba a los soldados españoles destacados en aquel país. A los militares salvadoreños se les quedó cara de póquer. Pues estamos sin embajador en Londres y es el ministro consejero de la Embajada quien se encarga de todo lo concerniente al brexit, con Gibraltar por medio y miles de españoles residiendo allá y miles de británicos viviendo en España. Este Gobierno está apollabobado, no reacciona ante nada. La economía se cae a pedazos, España pierde mucho peso en Europa y no son capaces ni siquiera de designar a tiempo a un embajador que ocupe una de las legaciones españolas más importantes.
Publicado en Diario de Avisos