viernes. 19.04.2024

Caballo de Troya

Muchos coincidimos en que, en medio de esta terrible pandemia, hemos tenido la suerte de vivir en Lanzarote, con poquísimos contagios, y con un clima que ha hecho el confinamiento más llevadero. Pero también somos conscientes de que, sin turistas, no hay paraíso que valga porque dependemos totalmente de ellos.

Ante la poca probabilidad de que se dé un rebrote, y en plena desescalada, renace el optimismo con noticias que nos llegan de que, a partir de Julio, volverán turistas a la Isla. La sociedad lanzaroteña, con razón, exige controles a aquéllos mediante los correspondientes test en origen.

Ofrecemos un destino seguro y aislado del virus. Aunque se tarde en alcanzar cifras de tiempos recientes, el horizonte es esperanzador, pero hay un factor que actualmente escapa a nuestro control, y puede echar todo por la borda.

A Lanzarote arribaron 24 pateras durante el año 2019. A finales de mayo de 2020, llegaron a Canarias, en una semana, un centenar de inmigrantes ilegales. Una de estas embarcaciones tuvo como destino las costas majoreras, con 55 personas a bordo, de las cuáles, tres de ellas, dieron positivo en “coronavirus”.

El 19 de mayo pasado, entró en Lanzarote por la zona de Playa Quemada, una nueva patera. Tres de los tripulantes fueron apresados cerca de Playa Blanca, pero, como mínimo, otras 17 personas que iban en ella, no fueron localizadas. Y este pasado jueves, 4 de junio, fue recogida una patera que se trajo al puerto de Arrecife en la que iban 47 personas, y entre ellas, un niño ha dado positivo en “coronavirus”. Según fuentes fiables, un Sanitario y cinco Policías Nacionales que intervinieron en esta operación están aislados en un establecimiento hotelero de la Isla pasando su “cuarentena” y aún a la espera de los test PCR. Los acompañan en su encierro algunos cuidadores del Centro de Menores.

¿Cuántas embarcaciones ilegales no son captadas a su llegada? ¿Qué se sabe de esos pisos francos donde se refugian? Son personas que por su situación de ilegalidad no acuden a servicios sanitarios. Suelen trabajar sin contrato y en muchas ocasiones, en el ámbito turístico.

En el pasado mes de febrero, en la estación de esquí de Ischgl (Austria), un camarero afectado por el virus contagió a 15 personas, y en ese mismo Centro tirolés, se contagiaron otras 600 personas. Este caso se remonta a los momentos iniciales de la pandemia e incluso se puede hablar de desconocimiento, pero hace muy poco, y en un país ejemplo del correcto manejo de este virus, como es Corea del Sur, se repitió la historia. Hace muy pocos días, el 6 de mayo pasado, en el barrio de Itaewon (Seúl), un hombre de 29 años dio positivo tras visitar varios locales nocturnos de la ciudad y se estima que unos 260 contagios proceden de dicha persona.

Echémosle imaginación sin olvidar que la realidad supera la ficción: Inmigrante ilegal llega a Lanzarote sin ser detenido. Es portador del virus sin él saberlo. Consigue un trabajo captando turistas para establecimientos turísticos. Tarjetitas en mano, va repartiéndolas a nuestros visitantes. O supongamos que vende bolsos o relojes en la venta ambulante ilegal. El desenlace es fácil adivinarlo.

Estamos seguros de que nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, además de las Policías Locales de nuestros municipios, conocen este peligro. Otra cosa es que les doten y les provean de los medios necesarios para acotarlo de manera positiva y segura para los habitantes de la Isla.

Hace pocos días el presidente de Canarias, don Ángel Víctor Torres, afirmó que la situación es “tremendamente preocupante” porque las rutas ilegales de tráfico de seres humanos se dirigen al archipiélago. Además, el anuncio y la posterior aprobación de la Renta Mínima Vital, ha generado un “efecto llamada”.

Lanzarote no puede permitirse un rebrote del COVID-19 porque nos hundiría económicamente aún más, y la única manera de tener todo bajo control es extremar la vigilancia de nuestras costas y aumentar los controles policiales en toda la isla para detectar a esas personas que lograron llegar, sin ser capturadas.

No podemos echar todo por la borda, y el peligro es real. El poder de contagio del COVID-19 es altísimo, y si queremos ganar esta guerra contra el virus, no podemos tener ningún “Caballo de Troya” en nuestra tierra.

Por VOX Isla de Lanzarote

Caballo de Troya
Comentarios