jueves. 28.03.2024

Migratlantes

Acepté la invitación del Gobierno de Canarias y fui al segundo Encuentro de Migraciones Atlánticas a contar parte de mi experiencia como migrante de Barranquilla a Canarias hace 21 años en el contexto social de entonces y la situación política,  social y económica actual de mi país, en un coloquio junto a la colega periodista Yira Arredondo, también colombiana, ella oriunda del Departamento de La Guajira,  por tanto ambos hijos del Caribe colombiano, pero también fui a Migratlantes con la finalidad de aprender de las experiencias narradas por otros ponentes de distintas nacionalidades, y vaya si lo hice.

Me gusto la convicción de lucha de la abogada Loueila Mint El Mami,  miembro de la Comisión de Extranjería y Derechos Humanos del Ilustre Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife y de la Asociación Profesional de Abogados Saharauis en España, un colectivo que nació con el objetivo, entre otros, de visibilizar las violaciones que sufre el pueblo saharaui poniendo acento en el rol de los letrados en denuncias de crímenes de lesa humanidad.

Loueila Mint explicaba que ella era objeto de ataques de ‘haters’ que no paran de forma sistemática de expresarle su odio diciéndole que si es tan defensora de derechos humanos por qué no era capaz de irse de España y hacerlo desde su tierra: “sencillamente porque no puedo hacer todo lo que puedo hacer desde aquí”. 

La Asociación expresa que el principal problema al que se enfrentan los saharauis ante las administraciones españolas es el trato injusto que reciben a pesar de haber sido españoles hasta hace más de cuarenta años largos. No tienen los privilegios que tienen los nacionales de las ex colonias, y se quejan de que ni siquiera son tratados como el resto de extranjeros, “lo cual convierte sus vidas en España en una constante batalla”.

En esa puesta en común sobre la movilidad humana, no exenta de horror y muerte, también compareció en Migratlantes, Omar Nahi, responsable del Área de Migraciones de la Asociación de Derechos Humanos de Nador (Marruecos), con su exposición ‘¿Qué ocurrió aquel trágico día?’. Una pregunta que siguen sin responder  claramente los gobiernos español y marroquí.

Espeluznante “la verdadera cara de las políticas migratorias”.  Que se sepa, 27 muertos y 70 desaparecidos en el intento de salto de la valla de Melilla el pasado 24 de junio, aunque la ONG Caminando Fronteras asegura que fueron 40 los fallecidos.

Las imágenes de cuerpos amontonados no parecen del siglo actual. Omar Nahi hizo un retrato de la crueldad comparando la escasez de recursos sanitarios, “con heridos hasta nueve horas tirados”, con los 28 autobuses disponibles para los llamados retornos en caliente, que cifra en 472 de Melilla a Marruecos, “muriendo una persona herida en uno de los autobuses”.

Ya antes de esta tragedia, organizaciones defensoras de derechos humanos habían advertido que los asentamientos en el bosque marroquí cercanos a la ciudad autónoma de Melilla se habían convertido en “espacios de guerra”.

Otra de las experiencias de Migratlantes fue la de Salvamento Marítimo,   que es una organización  dependiente del Gobierno de España para proteger la vida en el mar. El invitado, Ismael Furió, que estuvo doce años trabajando en Canarias y que ahora es patrón en la Península de una de esas embarcaciones color naranja que salvan vidas y que vemos con frecuencia en los informativos de televisión llegando a puerto con decenas de personas inmigrantes rescatadas lejos de la costa, hizo una precisión muy oportuna: “nosotros rescatamos náufragos que necesitan ayuda, y un náufrago puede ser un inmigrante, un pescador o un turista”. Dejó claro que su cometido es la vida sea quien sea la persona. 

Curiosamente ‘Macondo’ se llama una de las embarcaciones de rescate, y no sé el motivo por el que fue bautizada con el nombre del pueblo imaginario de García Márquez, pero sí que es verdad que en su misión, como en el realismo mágico macondiano, hay hechos increíbles que tristemente en este caso son cotidianos y comunes. Vimos imágenes de rescate de personas en altamar en situaciones extremas de mal tiempo y cómo se multiplica el nivel de dificultad cuando las maniobras de rescate de personas que viajan apiñadas en embarcaciones pequeñas y precarias se realizan de noche. Algunos cuerpos caen endebles expuestos a la furia del agua mientras se lanzan salvavidas y otros suben a la embarcación que les ilumina la vida, y de ahí para delante vienen los líos jurídicos. Muchos somos privilegiados.

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