Que el promedio de suicidios en España alcance las once personas diarias es una estadística más que preocupante. Los números volvieron a circular en medios de comunicación por la puesta en servicio el pasado 10 de mayo de la línea telefónica nacional 024 de atención a la conducta suicida, descrita por el Ministerio de Sanidad como una ayuda mediante la escucha activa por parte de profesionales a las personas con pensamientos o riesgo de conducta suicida y a sus familiares y allegados, básicamente a través de la contención emocional. El Gobierno avisa que el servicio en ningún caso pretende suplir o ser alternativa a la consulta presencial con un profesional sanitario cuando sea necesaria.
Para aproximarme a la realidad local, contacté con Marta Ceñal, cara visible de Gamas (Grupo de Ayuda Mutua de Afectados por Suicidio), una asociación que ofrece apoyo profesional a personas y familias dentro y fuera de Lanzarote, personas como la misma Marta que han sufrido de forma directa la muerte de un familiar por suicidio, en su caso, la de un hijo de 21 años, y gente con episodios de tentativas.
Gamas considera un gran paso la iniciativa del 024, aunque todavía insuficiente. La Asociación trabaja desde hace tres años y centra sus esfuerzos en la prevención, sobre todo a partir de la pandemia que acentuó los casos entre la población más joven.
En la estadística general, España registró 3.941 suicidios en 2020, el número más alto desde que se empezara a llevar un registro estadístico a principios del siglo pasado.
La lucha de Gamas “es la lucha de la prevención, hay mucha depresión interna que es difícil de detectar”. Todos los esfuerzos profesionales son válidos para dar visibilidad a una realidad que ya no admite tabúes. Es necesario disminuir prejuicios culturalmente asociados al suicidio, facilitar información sobre recursos de ayuda o divulgar testimonios de superación, como también lo expone La Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
Gamas reúne semanalmente a sus miembros, a los que lo estimen oportuno, como terapia de apoyo a los tratamientos psicológicos y psiquiátricos. Ya durante el confinamiento, la Asociación ofreció asistencia telefónica “para empatizar y comprender la situación tan dura determinada por un suicidio o tentativa”.
Por el supuesto ‘efecto llamada’, en relación a la teoría de callar o pasar públicamente de puntillas sobre el suicidio, que es de las principales causas de muerte en todo el mundo, Marta Ceñal recuerda que la misma Organización Mundial de la Salud advierte que “si no hablamos de suicidio no podemos hablar de prevención”.
La OMS efectivamente suplica a los gobiernos del mundo prestar mucha mayor atención al suicidio y la salud mental, y más durante y después de la pandemia cuando están muy presentes factores de riesgo como la pérdida de empleo, situaciones agobiantes por apuros económicos o el aislamiento social.
A nivel global, el suicidio es la cuarta causa principal de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, mientras que en España es la primera causa de muerte no provocada por una enfermedad física y la primera causa de muerte en jóvenes. Es una realidad que la mayoría vemos ajena, como podemos ver ajeno el cáncer o el alzheimer, claro, hasta que toca la puerta de casa.
No se trata de alarmar, sino de poner en común un problema imposible de ocultar. Suma el servicio de apoyo del 024, como suma la especialidad de Psiquiatría Infanto - Juvenil, o el Plan de Acción en Salud Mental del sistema público de salud, aunque ante un fenómeno de tanta magnitud y que compromete la vida de miles de personas, habría que emprender más iniciativas en prevención para intentar mitigar el sufrimiento y, en el peor de los casos, ayudar a sobrellevar un duelo imposible de imaginar y difícil de superar.