lunes. 14.10.2024

Arte contra la indolencia

Espabila, parece apercibirnos el cine, la música, la literatura o las artes plásticas, cuando convivimos con realidades a las que expedimos tarjeta de indiferencia. Tenemos tan interiorizado que es “problema de otro”, que ni actuamos, ni somos solidarios, al menos de palabra, ni empatizamos con la situación “ajena”.

Saltarnos a la torera las medidas para evitar la propagación del covid-19 es un ejemplo del último año, pero si en 2020, en meses de pleno encierro, muchos ilusos pronosticaban la construcción de una “nueva y mejor sociedad”, es porque antes de la pandemia era para echarnos de comer aparte. Está visto, las cosas no han cambiado, salvo reconfortantes excepciones.

Aunque en  créditos tiene fecha de 2019, no fue hasta hace un mes que vi el conmovedor cortometraje  sobre el autismo producido por  un gigante de la animación, Pixar.  El director de ‘Float’ nos cuenta en siete minutos su propia historia como padre, la historia de familias con niños autistas a las que les cuesta tanto aceptar la realidad del trastorno de su hijo que llegan a esconderlos, temidos o avergonzados por las barreras de interacción social y comunicación del chico o chica.

Aconsejado por su mujer, el director de cine, Bobby Alcid Rubio, decidió narrar en ‘Float’ la relación de él con su hijo Alex, un relato audiovisual sacado de la experiencia personal en el hogar y de la capacidad creativa de Bobby como cineasta que resultó tremendamente liberador para la familia.

Es una historia bellísima de realismo mágico que aprovecha la ficción y las posibilidades técnicas de la animación, sin empalagarse en ellas, para enseñar el difícil proceso de aceptación de un padre con un niño con trastorno del espectro autista (TEA). El peque tiene la capacidad de flotar en el aire y de ser feliz, pero su padre llega al punto de llenarle la mochila de piedras para impedirle que sea él mismo. Al final, el padre consigue zafarse del qué dirán y el niño sacudirse de su padre para terminar socializando rodeados de muchos niños en un parque.

Traigo la referencia de este corto, disponible en Youtube, porque este 2 de abril el mundo celebraba un año más el Día de Concienciación sobre el Autismo. El movimiento asociativo en España alerta especialmente  sobre las grandes dificultades que tienen las personas autistas para incorporarse al mercado laboral, mayor aún en tiempos de pandemia, y la flagrante marginación que padecen niños y jóvenes en su intento de acceder a estudios de secundaria y universitarios por la falta de programas adaptados a sus capacidades y demandas. Si ya cuesta superar obstáculos en el hogar, como el caso de Alex, es inimaginable lo que supone romper barreras y prejuicios fuera. 

Un amigo psiquiatra me contaba que una de sus mayores satisfacciones como profesional es saber que pacientes suyos con TEA han conseguido graduarse en nivel universitario. Ya varios han logrado su objetivo.

Otra manifestación artística al servicio de la causa social que sedujo mi atención es la serie ‘Chamaquili y la Pandemia’, basada en textos del escritor y repentista cubano, Alexis Díaz Pimienta. Son micro vídeos, diría más bien vídeo poemas, de poco más de un minuto de duración, protagonizados por niños, que ponen en escena medidas básicas de seguridad frente al covid-19 y sensibilizan a través de monólogos y diálogos en versos sobre la importancia de afrontar la vacunación de forma natural.  —Mi larga infancia temiendo que me toque la vacuna, y ahora resulta que sueño y deseo que me pongan una...—

La Compañía Infantil de Teatro La Colmenita lo hace de forma sencilla, sin alardes  en producción y edición, pero sí con un lenguaje directo, con escenas ambientadas en casa y recursos narrativos que creo enganchan tanto a chicos como a grandes.

Así, a lo largo de nuestra vida, seguro que recordamos numerosas expresiones artísticas que dan en la tecla, expresiones que seguramente hemos tenido que escudriñar o descubrir por casualidad porque no son comerciales o no producen morbo.

Varios lectores me han pedido que escriba sobre el “documental” de la hija de  Rocío Jurado, pero no lo he visto, y por los cortes que pasan cada dos por tres, tampoco me apetece ni creo que sea capaz de tragarme semejante tostón de entrevista, pero lo que sí creo es que por coherencia con el análisis que hace de su contenido la misma tele que lo difunde, debería cerrar la práctica mayoría de los programas de su parrilla de difusión.

Arte contra la indolencia
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