Una decena de personas se ha manifestado este jueves como apoyo al hombre que el pasado martes apareció en la puerta del Instituto de Costa Teguise para protestar por el uso de la mascarilla. Allí estaban varios integrantes de la Guardia Civil para evitar cualquier posible incidente en los alrededores de un centro educativo con cientos de menores.
Según una de las integrantes del grupo, venían a “apoyar a este hombre que estuvo aquí el martes, porque parece que ayer no le dejaron, y evidenciar la discriminación entre los niños y las personas que están comiendo en un restaurante”. Cree que hay que destacar que los menores están seis horas con la mascarillas puestas, lo que, en su opinión, ha provocado una disminución en el rendimiento académico porque “no les llega suficiente oxígeno” y no tienen ganas de acudir a los colegios e institutos. Asevera que con este acto, quieren evidenciar que no es la única persona con estas ideas, “como me pasaba a mí, que pensaba que era la única en la Isla”, concluye.
Añade que ella nunca ha usado la mascarilla en la calle, incluso cuando estaba prohibido (este jueves se ha eliminado la obligatoriedad de portarla en espacios abiertos, con algunas excepciones) y que no le habría importado haber recibido una multa por ello.
Ha dejado claro que no pretenden aleccionar a los niños, que vienen con las indicaciones desde sus casas, sino mostrar su solidaridad con el manifestante del martes.
Otro de los participantes, Jesús Herrero, ha explicado sobre su presencia en la puerta de centro que “cuando se está saltando la ley, los Derechos Internacionales, los derechos humanos, la Constitución y una serie de leyes que amparan todos esos derechos, cualquier lugar es estupendo para que la gente se dé cuenta de lo que está pasando porque si no se dan cuenta, posiblemente pagarán hasta con su dinero”. Por ello, argumenta que “si los adultos no somos capaces de defender a esos menores que no tienen la capacidad de hacerlo, yo no me consideraría ni padre, ni ser humano y dejaría de ser divino”.
Los manifestantes quisieron concluir su intervención con un aplauso a los estudiantes, que divertidos, comentaban que no entendían la necesidad de esta convocatoria o pensaban que era una falta de respeto estar sin mascarillas en las proximidad de un centro con menores.
