viernes. 02.05.2025

Fotos: Anabel Navarro

Disfrutar de un paseo por el centro de la capital es posible. Es posible si no se es muy mayor o demasiado pequeño; si uno no se olvida de pasar por el baño antes de salir de casa; si no va muy cargado, ni es minusválido, ni va con su hijo en la sillita. Puede que incluso llegue a ser agradable si consigue esquivar los baches de las aceras, obviar las pintadas de las paredes o si, con suerte, llega a tiempo y encuentra alguna sombra.

Después de recibir algunas críticas y denuncias por parte de vecinos arrecifeños, Crónicas recorrió el Reducto, desde el Parque Temático hasta el Ramírez Cerdá. Las imágenes hablan por sí solas. El centro de Arrecife es una auténtica carrera de obstáculos. Baños públicos cerrados o mugrientos; socavones y aceras levantadas, faltan sombras, sobran pintadas. Hay farolas reventadas y los accesos a la playa para las personas reducidas son tan precarios que sólo les falta el cartel de “se reserva el derecho de admisión”.

Aseos de vergüenza

Comenzamos por el del Parque Temático, primer destino de este equipo en el día de ayer. Ante la falta de señales informativas, a este aseo público se puede llegar tan sólo por intuición. Al cruzar unas vallas blancas nos encontramos con un montón de escombros, bolsas de basura y cajas de refrescos.

En efecto, se debe cruzar esta especie de pequeño vertedero almacén para acceder a los sanitarios, que tienen muy poco de salubres. La falta de puertas y los espejos rotos no parecen ser buena combinación teniendo en cuenta que es un parque frecuentado por niños, como es de suponer.

El aseo que se encuentra en el Parque Ramírez Cerdá tampoco presenta una imagen más tranquilizante. Puerta rota, mugre en su interior. “No entraría en uno de estos servicios ni loca”, explicaba una vecina del centro de la ciudad para Crónicas. “Lo mejor que podrían hacer es quitarlos, es mejor nada que esto”, aseguraba otro viandante.

Zancadillas y barreras

En el caso de los sanitarios del Parque Temático, tan sólo encontramos una señal informativa. Se trata del baño del servicio de minusválidos pero, cuidado, es una puerta que está cerrada a cal y canto. Y esto nos lleva al tema de las barreras arquitectónicas, una de las viejas asignaturas pendientes de la ciudad.

Lanzarote cuenta con el mayor número de discapacitados del Archipiélago en proporción a su población total. El último censo publicado por el Cabildo estima en 5.000 los minusválidos residentes en la Isla, personas a las que la ciudad no les pone nada fácil el día a día. Ir a la playa o pasear tranquilamente por la acera es más que una misión imposible.

Las rampas de acceso a la playa son demasiado pronunciadas y, de antemano, tienen un peldaño de unos 20 centímetro de altura. ¿Cómo bajar?, se preguntarán personas minusválidas o de movilidad reducida. La misma cuestión se plantearán al respecto de la subida y la misma pregunta rondará en la cabeza de todos aquellos que quieran entrar en El Reducto con un bebe en la sillita, o cargados, o a los que los años o alguna enfermedad les quiten agilidad.

Responsabilidades sí, pero de todos

A diario, un equipo de personal municipal trabaja duro cuidando los rincones de la ciudad. La Concejalía de Limpieza ha conseguido dar importantes pasos y mejorar la imagen y condiciones de Arrecife. Queda mucho por hacer, de ahí la crítica, pero no debemos olvidar que si la ciudad es de todos, la responsabilidad de cuidarla también.

No basta con limpiar, con plantar más árboles o gastarse inmensas cantidades de dinero en elementos de decoración. ¿Quién rompe las farolas, tira basura al suelo sin reparo o dibuja insultantes pintadas en las paredes?

Ubaldo Becerra, el concejal de Sanidad, Limpieza, Parques y Jardines, coincide en alzar su voz al respecto y aseguró en esta redacción que “por supuesto que queda mucho por hacer y que estamos trabajando duro para que todo sea mejor cuanto antes pero la gente tiene que ser consciente y desarrollar una actitud cívica”. Y es que, sin respeto ni cuidado por lo que es de todos, no importa la inversión ni el esfuerzo. Viviremos como en una carrera de obstáculos y Arrecife se parecerá más a un vertedero que a la capital de la Isla de los Volcanes.

Carrera de obstáculos en el centro de Arrecife
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