Son numerosas las dudas que circulan alrededor del proyecto que Repsol YPF está a punto de reiniciar enfrente de las costas de Lanzarote y de Fuerteventura después de que el Ministerio de Industria español parezca dispuesto a resucitar una iniciativa que quedó apagada durante las dos legislaturas de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo más sorprendente son la cantidad de informaciones cruzadas e inexactas que parten tanto de políticos como de periodistas: que no se sabe si hay petróleo, que hay petróleo y del bueno, que las plataformas no estarán a la vista, que Marruecos ya está trabajando en proyectos similares, que Marruecos no lo ha hecho porque España había parado su iniciativa... Lo verdaderamente cierto es lo que la propia empresa ha informado en no pocas ocasiones, la mayoría de ellas por escrito.
En uno de estos escritos, fechado el 15 de marzo de 2002, Repsol YPF reconoce varias cuestiones importantes: la primera, que la zona en la que había iniciado su trabajo es de "alto riesgo"; la segunda, que había experiencias anteriores que les hacían ser optimistas a la hora de invertir los 30 millones de euros que costaba el trabajo que tenían entre manos.
Ese día 15 la compañía había presentado a las autoridades del Cabildo de Fuerteventura su proyecto de exploración de hidrocarburos en aguas del océano Atlántico, en una reunión entre los responsables del Cabildo, los representantes de la oposición, y directivos de la empresa. Allí, como luego recogieron en su documento, especificaron que el 23 de enero de 2002 obtuvieron el otorgamiento de los permisos gubernamentales necesarios para realizar tareas de exploración en aguas situadas al este de la isla Fuerteventura, a una distancia de 32 kilómetros hasta unos 80 kilómetros de la costa canaria. "Este área está calificada como de alto riesgo exploratorio, lo que significa que no existen pruebas sobre la existencia de hidrocarburos, aunque los resultados de los estudios realizados en 1978 y 1983 por las antiguas compañías estatales Eniepsa e Hispanoil, permiten mantener expectativas positivas", admitían.
En esa fecha ya estaban trabajando en el diseño, adquisición y proceso de datos de 3.000 kilómetros cuadrados de sísmica 3d, labores que se prolongaron durante 2002 y 2003, lo que entendían que les iba a permitir realizar dos pozos de exploración en 2004. "El análisis de los resultados de la campaña sísmica y de las pruebas de producción de los pozos exploratorios será definitivo para continuar con los trabajos o abandonar el proyecto. Los trabajos de perforación se iniciarían únicamente tras la obtención de las autorizaciones administrativas adicionales correspondientes, y si el análisis de los resultados demostraran un claro potencial del terreno", subrayaron entonces.
Y ahí se paró el tema, aunque es evidente que Repsol completó el trabajo en el que invirtió tantos recursos. El parón coincidió con la otra etapa que tendrían que haber llevado a cabo, que era la elaborar el estudio de Evaluación del Impacto Ambiental (EIA), con el que se proporcionaría el análisis de los impactos asociados a las distintas alternativas del proyecto, así como las técnicas preventivas consideradas adecuadas de acuerdo con la normativa nacional e internacional aplicables. "En este sentido, cabe destacar que Repsol YPF dispone de una estricta Norma Corporativa de Medio Ambiente, que regula su Política Medioambiental, que contiene el compromiso de la Compañía de conducir sus actividades prestando especial atención a la protección del entorno local, de los trabajadores, y del público en general", justificaban entonces.
Con informaciones manejadas como ésta sorprende enormemente que algunas autoridades traten de hacer ver que el proyecto de Repsol se iniciaría de nuevo, partiendo de cero, cuando es evidente que en aquel momento se adelantó notablemente. Dos años después, en 2004, se publicó que la empresa seguía adelante con su trabajo, y que había encontrado más gas que petróleo. En un correo enviado a esta redacción los responsables de la compañía lo negaron, asegurando que la información que manejaban era la que ya habían explicado a las autoridades del Archipiélago.