lunes. 12.05.2025

Por Cándido Marquesán Millán

En los años 2004-2008 la actuación política de los populares, considerando que no entraba en sus previsiones la derrota en el 14-M, se fundamentó en la teoría de que su desalojo del poder se había debido a una conspiración, que no abandonaron ni siquiera después de la sentencia del juez Gómez Bermúdez. Por ello, pensaron siempre que la llegada a la Moncloa de ZP era ilegítima, haciendo caso omiso a los resultados electorales, cuestionando la madurez del electorado. No sé qué hubiera pasado sin el atentado del 11-M, mas ocurrió. De nada sirve empezar a elucubrar, qué hubiera pasado si no hubiera pasado lo que pasó. Lo cierto es que pasó lo que pasó. Admitido el hecho, es posible que pudiera repercutir en los resultados. Mas puede que lo fuera no por el atentado en sí, si no porque desde el Gobierno se trató de ocultar la verdad, aduciendo que los responsables estaban en la misma España. Tampoco es una cuestión baladí que justo antes del 11-M las encuestas mostraban un empate técnico entre las dos grandes fuerzas.

Asentada la teoría de la conspiración, el PP basó toda su estrategia política en la crispación, tratando de destruir brutalmente al contrincante, usando del insulto como no se recuerda en una democracia moderna, como también sirviéndose de aquellos temas de Estado, menos susceptibles de un tratamiento ideológico, como el terrorismo y la cuestión territorial, que siempre habían estado al margen de la batalla política. En esta tarea de crispación contó con la ayuda de numerosos e importantes medios de comunicación, así como poderosas instituciones, como la jerarquía católica. El daño que hizo el ínclito Jiménez Losantos desde la cadena episcopal de la COPE será difícil de reparar. En estos momentos su lugar lo ocupa Intereconomía, ejemplo de pluralismo político para algunos. Lo más grave es que ese estado de crispación se trasladó y sigue en la actualidad, también a la calle, como nunca había ocurrido en nuestra reciente democracia, siendo muy semejante al situación prebélica de 1936.

En relación al diálogo con ETA, los populares intentaron hacerlo fracasar, aduciendo todo un conjunto de argumentos durísimos: se está traicionando a los muertos. Comportamiento incomprensible, si tenemos en cuenta que el expresidente Aznar, como los anteriores presidentes de Gobierno lo intentaron. El de ZP también. Era su obligación. Fracasó, de lo que todos debemos sentirnos profundamente doloridos.

En cuanto al Estatuto de Cataluña, la actuación de los populares se basó: España se rompe. Llegaron a decir que este problema de la incardinación de Cataluña dentro del Estado español lo había generado artificialmente la actuación irresponsable de ZP, al despertar entre la clase política catalana unas expectativas infundadas. Tal afirmación no puede ser producto más que de la mala fe, además de un consciente desconocimiento de nuestra historia. Esta cuestión es ya vieja. Hace ya mucho tiempo que los patos llevan pico. Cabe recordar las Bases de Manresa de 1892. Nunca la derecha española ha hecho un esfuerzo serio por entender el problema catalán. Tampoco Rajoy.

Otro tema que entraron en tromba los populares fue el de la Memoria Histórica, indicando que ZP estaba rompiendo el consenso de la Transición, y abriendo heridas ya cicatrizadas, según su peculiar versión, después de la Ley de Amnistía de de 1977.

Además el PP hizo oposición contra la política de inmigración del Gobierno, especialmente a partir de febrero y mayo de 2005 tras un novedoso proceso de regularización de inmigrantes irregulares. Igualmente se opusieron a la extensión de derechos civiles, como el matrimonio entre personas del mismo sexo. En general, la política económica y social del Gobierno socialista no recibió grandes críticas.

Los populares marcaron la agenda política, se habló y se ocultó lo que ellos quisieron. El Gobierno falló en la comunicación, como está ocurriendo ahora también. Fue siempre a remolque de la oposición, porque no supo vender muchas de sus encomiables realizaciones. Como fueron en el ámbito de políticas sociales: a) la subida del salario mínimo interprofesional y de las pensiones mínimas; b) la introducción de un nuevo permiso de paternidad; c) la ley de atención a las personas dependientes y d) la prestación de 2.500 euros por nacimiento o adopción. Como tampoco otras en la calidad de la democracia, derechos civiles y reforma de la política: a) las leyes contra la violencia de género y por la igualdad entre hombres y mujeres; b) la legalización de los matrimonios entre homosexuales: c) las reformas democráticas, con la reforma del estatuto jurídico de RTVE.

En la legislatura actual, tras el triunfo incuestionable de ZP, la hoja de ruta la sigue marcando el PP. Ahora toda la crítica va dirigida en la cuestión económica, sin desaprovechar el cazar alguna presa que aparezca en el horizonte: la cuestión inmigratoria o agrícola, el secuestro de un barco, el aborto, el fracaso escolar, o que corran peligro las codornices, la cabra hispánica, la sardina o el mejillón…. Cualquier circunstancia es buena, con tal de desgastar a ZP, a quien dirigen todos sus ataques furibundos, sin que haya aminorado su violencia, con el consiguiente estado de crispación, en relación a la legislatura anterior.

Ahora todos sus tiros van dirigidos a la “crisis económica”. Primero aducen que ZP negó su existencia. Luego que no toma medidas. Cuando las toma que llegan tarde. Y cuando llegan que no hay suficiente coraje a la hora de aplicarlas. Al enemigo ni agua. Los populares deberían ser conscientes del peligro que entraña, el basar toda su estrategia de oposición en un solo tema: la crisis económica; porque en el caso de que desaparezca van a quedar totalmente desnudos y descolocados. Por ende, necesitan imperiosamente la crisis económica, cuanto más grave mejor, y además que dure, por ello no van a prestar ayuda al gobierno de ZP para salir de ella. Les interesa la crisis, aunque no pueden manifestarlo explícitamente. Como deben salvar las apariencias, dicen continuamente que están por el pacto. ¿Pero qué entienden por pacto? Tú, le dicen a ZP, al que señalan como incapaz para salir de la crisis, haz lo que nosotros te decimos. Olvida lo que estás haciendo y entonces pactamos. Esto no es un pacto, es un trágala. La conclusión parece clara: a los populares les importa más alcanzar al poder que solucionar la crisis, aunque queden muchos muertos por el camino. Si, de verdad, tuvieran interés en salir de ella, presentarían alternativas claras y convincentes. Hasta ahora son simples vaguedades, sí pero no, no pero sí, no sabemos si suben o bajan, como buen gallego. Que no presenten propuestas, no significa que no las tengan. Vaya que si las tienen. Saben muy bien lo que hay que hacer. Lo que no quieren darlas a conocer. Ellos sabrán los motivos. Yo tengo la impresión, como otros muchos como yo, que si consiguen alcanzar el poder, lo tienen muy fácil, de entrada culparán de la mala situación al gobierno anterior, y así tendrán justificación más que suficiente para llevar a la práctica su programa., en el que seguro habrá unos paganos: pensionistas, funcionarios y trabajadores en general; así como recortes en los servicio públicos. Tiempo al tiempo. Podrán decir los Arenas, la Cospedal, los Rajoy, lo que quieran. Mas, lo que parece incuestionable, que estas actuaciones demuestran poco patriotismo, del que tanto alardean. En todo caso meros intereses electorales. Tampoco deberían confiarse mucho, no vayan a pasarse de listos, no vaya a ser que esta política de esperar bajo el alero de su casa a que pase el cadáver del enemigo, esté totalmente equivocada, como así yo la veo, y también otros muchos compatriotas como yo.

La oposición política del PP (2004-2010)
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