Nadie me ha sabido responder.
Los actuales sesenta Parlamentarios de nuestra Canaria Autonomía han reformado la Ley Electoral.
A lo que se ve, en las sucursales bancarias los pensionistas y los parados, en las colas de las superficies alimenticias, en los bares, cafeterías y demás guachinches nuestros, así como en alguna “loja” de barrio, que alguna todavía queda, no es ese rollo de la Reforma Electoral precisamente el tema de conversación.
(Hay que reconocer que esto del fútbol, el calor, el bienvenido PSOE, el adiós PP, los atuneros y sardinales reconvertidos en cruceros del miedo y la miseria de los ahogándose, algunas primarias para esos que en todos los partidos nunca han dejado de ser los segundos, y alguna que otra cosa de soslayo que surge cual volcán, como la de unos chinijos en una cueva, no dejan de tener su aquel)
Está claro. Como a mí, el nuevo invento coloca políticos canario, a la mayoría también les da igual. Una pena, desde luego, porque no es baladí, y lo de los políticos y sus inventos es nuestro pan de cada día. (Qué caro está, por cierto. El pan, digo. Los políticos y sus inventos no son caros, son carísimos, me comenta riéndose el panadero)
La Reforma Electoral Canaria no es tema de interés actual, entre otros, porque quién en su sano juicio se imagina que van aumentar los sillones parlamentarios para colocar a diez nuevos cobra sueldos. La gente no se lo cree y además te sueltan una carcajada creyéndote que has perdido el pizco raciocinio, si es que alguna vez lo has tenido.
Si esos diez salieran de las listas del paro hasta medio se podría justificar. Diez desempleados menos. Sin embargo, que se sepa, ningún Partido Político va al INEM para hacer candidaturas. Normalmente las confeccionan con gente que ya está trabajando.
Los políticos a lo suyo y para ellos en su única y exclusiva lógica que nadie se las entiende, pero que les votamos y les pagamos el disparate. El resto a seguir no creyéndose nada e intentar comer y a pasar el día, que no es poco.
Ni siquiera yo, que a veces me preocupo por saber y estar al día en alguna cosa, aunque no me sirva de nada, (“el saber no ocupa lugar”, me repetía incansable mi madre) no me he querido interesar de, ¿en qué recarajos consiste la reforma electoral canaria?
Seguro que los sesudos representantes autonómicos han plasmado en esos cientos de folios alguna cosa de interés, no lo dudo. Quizá lo de cientos pudiera ser exagerado y a lo mejor no pasan de diez los papelillos esos, pero aun así, maldita las ganas de leer tan extraordinaria Ley que supongo nos va a proporcionar a los canaritos una retahíla de beneficios impensables.
¡Ah!, ¿qué usted no se cree que algo creado por políticos genere algo bueno para la gente? Si usted supiera que estoy casi pensando lo mismo. Pero eso es porque de siempre hemos sido unos mal pensados. Se nos grabó aquello del “piensa mal y acertarás” que por eso ahora no hacemos otra cosa que mal pensar.
De todas formas, no todo es contrario al interés general, pero sí hay que reconocer que algunas particularidades inventadas, no sólo no benefician, sino que acaban convirtiéndose en un lastre y en un coste desmedido imposibilitando su desbarate, soportando por siempre esa inutilidad.
Independientemente de lo que se exponga con sentido y raciocinio lógico en esa ley reformadora electoral, que algún pizco lógica y de sentido común habrá, a mí lo que más me ha llamado la atención, es lo de que el Parlamento de Canarias, en mayo- junio de 2019, apenas un año, pasará de los actuales sesenta parlamentarios a tener setenta.
De sesenta a setenta. ¿Y a nadie le sorprende? Pues no, parece que no llama la atención. Nuestra gente está a otra cosa a lo que se ve.
Imagino que la noticia realmente hubiera estado en de sesenta a cincuenta. Claro que eso es impensable, aunque de ser así, de eso es de lo que sí estaríamos hablando por resultar increíble y desde luego nada normal en la anormal política.
Todo lo inventado jamás ha vuelto a desbaratarse. La Administración y su representación pública crece y aumenta desproporcionada, no para resolver y mejorar situación a los ciudadanos. Al contrario, para exigirles más, marginarlos más y exprimirlos más.
Es como cuando crean impuestos vendiendo lo de que son algo puntuales, y lo puntual se convierte en que puede que los bajen, que es nunca, pero ya jamás desaparecerán.
No hablamos de velocidad en una vía urbana de sesenta a setenta, de sesenta a cincuenta. Hablamos de representantes de un pueblo. Y un pueblo tiene que tener adecuadamente su representación pública. Los números son los que no casan.
Nos venden que somos los canarios unos dos millones cien mil (2.100.000) habitantes. Que somos los mismos que los vascuences, y allí tienen setenta y cinco parlamentarios. ¿Vamos a ser los canarios menos que los vascos?
Las estadísticas no oficiosas nos dicen que realmente somos los canarios un millón ochocientos mil (1.800.000), vamos, que ni por asomo, llegamos a los dos millones presumidos. Y por alguna extraña razón, los ciudadanos preferimos creer lo no oficial a los datos que nos dan oficialmente las Administraciones inventadas.
No pasa nada. No sabemos cuántos somos, ni quiénes estamos en realidad. Los bloques de apartamentos están vacíos, observamos carteles de se alquila esta vivienda por todas partes, pintadas de se vende entero este edificio, las calles vacías, y sin embargo, los datos de habitantes son los mismos. (¿¿??)
Ayuntamientos con 25, 21 concejales por su no depurado Padrón de habitantes. En fin... El descarado caso en Tenerife es la muestra de un botón relingado por el resto de las islas. Los Padrones Municipales inflados para justificar la representación política. Ya no hay revisiones del Padrón, sino actualizaciones, que está claro que no se actualizan.
Pero La Comunidad Autónoma Vasca son tres Provincias. La Canaria dos provincias.
La Vasca cuenta con una Capital Autonómica y Administrativa. Canarias presume dos Capitales Autonómicas y Administrativas.
El Producto Interior Bruto vasco en 2017 fue de 71.700 millones de euros. Eso es crear, crecer y producir riqueza. El de Canarias fue de 44.200 millones. Sin duda, nos falta mucho para parecernos en algo a las vascongadas.
La Comunidad Autónoma Vasca tiene una sola Universidad Pública, con campus en las tres provincias. Es de las primeras, de esa cosa todavía denominada España, en número de titulaciones y de alumnos, además de cierto prestigio formativo y educativo.
Los canarios pagamos dos Universidades Públicas, que es como si no tuviéramos ninguna, compitiendo entre ellas para ver quien presume la mejor y mayor mediocridad.
Los parados vascos son el 10,8 % (234.360). Los parados canarios son el 20,6 % (432.600).
¿En qué recarajos somos iguales a los vascos? ¿En el número de habitantes? ¡Venga ya! Sí hasta eso es inventado e irreal y no se lo cree nadie.
El Parlamento de Castilla – La Mancha tenía 49 miembros. Lo han reducido a 33 Parlamentarios. Son cinco provincias y dos millones de habitantes.
La Comunidad de Madrid tiene 129 Parlamentarios. Su propuesta de Reforma de la Ley Electoral madrileña promueve la reducción a 80 Parlamentarios. Tiene tres millones ciento cincuenta mil habitantes.
El Parlamento de Galicia tenía 75 miembros. Lo han reducido a 61 parlamentarios. Son cuatro provincias y dos millones setecientos mil habitantes.
Canarias no reduce. Aumenta. Somos mejores nadie sabe en qué, pero mejores seguro. Por eso pasaremos de 60 a 70. ¿Y eso qué beneficios traerá? Ninguno, ¡pero alégrese!, estará usted mejor representado y presumirá del bolsillo que no tiene para pagarlo.
Cada Parlamentario Canario cuesta unos 260.000 €uros anuales. Sólo el coste de la representación política, los sesenta parlamentarios exclusivamente, han costado 15.600.000 €uros al año.
Los setenta, a partir de junio de 2019, les costará cada año a los canarios 18.200.000 €uros, si mantienen el salario y los gastos de representación actual, cosa que nadie se cree, pues nada más llegar, la primera gestión es la aprobación de sueldos y subida correspondiente con respecto a la legislatura anterior. Se denota, por tanto, que esos setenta serán algo más de 18.200.000 €uros al año.
¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ?
El año que viene 2019, de ir a votar, se me ocurre que no echaré papeleta en la urna al Parlamento de Canarias. No setenta. Ninguno.