Por J Lavín Alonso
Personalmente, empiezo ya a sentir hartazgo - sensación que creo compartir con millones de compatriotas - del giro que están tomando las cosas en este país nuestro... de momento No puedo por menos de manifestar mi mas profundo desagrado y repulsa antes el uso dispendioso que se está haciendo del erario por parte de una buena porción de temporeros de la política y la administración, tal vez guiados por la afirmación de una ministra tarambana que se dejo decir que “ el dinero público no es de nadie” -es de notar la curiosa forma de expresión que en algunos/as produce, con perdón, la esterilidad intelectual - y claro, no siendo de “nadie” los tales dineros, pues a saco con ellos. Así vemos como algunos, con la misión encomendada, entre otras, de cuidar y administrar cabalmente los recursos públicos, se han lanzado en plongeon, y con el mayor de los diletantismos, al despilfarro inútil de dichos recursos, impulsados a ello con el solo objeto de satisfacer unos egos tan hipertrofiados como hueros.
Remodelaciones suntuarias de despachos - en algún caso sin siquiera ostentar cargo publico -, adquisiciones injustificadas de costosos vehículos de alta gama, aptos tan solo para el fardeo personal; tuneado y amueblado hortera de los mismos; inversiones de dudosa utilidad en cuerpos de seguridad, pudiendo perfectamente reforzar los ya existentes en el ámbito nacional. Todo ello por no mencionar lo que se les va en cuchipandas dignas de Heliogábalo, viajes a troche y moche, apertura de “embajadas” en otros países sin estar titulados para ello, ya que es algo exclusivo del Gobierno de la Nación, amen de otros despilfarros. Claro, que si éste lo tolera... ya se sabe, cuando el gato no está, los ratones arman su fiesta. En fin, que algunos, imbuidos de la idea de considerarse reyezuelos de taifas, hacen de las suyas con la pólvora del rey, habiendo tantas carencias en otros aspectos fundamentales del diario acontecer, lo cual tampoco es de extrañar en un país que tiene Ministerio de Heducación - así, con hache.
Dice un antiguo aforismo popular: si quieres conocer al personajillo, dale un carguillo. Y así los vamos conociendo uno a uno, lo cual me lleva a concluir el latinajo que sirve de título a esta carta: ...abutere patientia nostra?
