martes. 13.05.2025

Por Serapio Manuel Rojas de León

Es una pregunta que a estas alturas pudiera parecer impertinente. Ya ha sido juzgado por ese crimen una persona a la que un Jurado declaró culpable. Sin embargo, el condenado insiste en su inocencia. No confiesa ser el autor de tan horrendo acto. No entiende por qué se le ha detenido. No comprende por qué se le llevó a juicio. No da crèdito a que haya pasado en la cárcel un año y siete meses preguntandose cada día por qué estoy yo aquí. No asume, no va a asumir que le hayan condenado a 21 años por el asesinato, que según él, no ha cometido. Considera "que se equivocan, que están equivocados, que yo no maté a Benjamín".

En ese no aceptar pagar la culpa de otro, de eso está él muy convencido, se ha planteado ya el de iniciar una particular huelga en la cárcel. Dejar de comer. Vivir condenado por lo que no ha hecho no es su deseo. Se encuentra en la Prisión de Salto del Negro en Gran Canaria y espera confiado en que se resuelva a su favor el Recurso que su abogado ya ha presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

¿Pero y entonces?. Todas esas personas que están fuera del proceso y no conocen apenas nada del asunto policial y judicial, qué pudieran decir o hacer.

Lo más lógico sería la respuesta de: "sí claro, el asesino que va a contarnos". Y a partir de aquí olvidar este tema. Pero es más, no tendríamos que cuestionarnos la culpabilidad o la inocencia del acusado, si se tiene en cuenta que además nueve personas, componentes de un Jurado, se pasaron el día 31 de marzo y las primeras horas del día 01 de Abril, decidiendo su inocencia o culpabilidad.

Lo más cómodo para los que nada tienen que ver con este asunto, es asumir que esas personas son las responsables, en todo caso, de una hipotética equivocación o de un seguro acierto. Para bien o para mal lo que ellos decidieron será lo correcto. Es evidente que esas nueve personas perciben en la celebración del Juicio, la capacidad que se les presupone para dictar su veredicto.

Con esta decisión del Jurado, en este caso que nos ocupa, el para bien es aceptable en el entorno de la víctima, en los agentes de la Guardia Civil que llevaron a cabo la investigación y en el Ministerio Fiscal que desarrolló la acusación, convencidos de que el autor del asesinato de don Benjamín Santana fue Joussef Anzaha. El para mal está claro que se lo traga el acusado junto con su familia, que también la tiene. Sus padres, hermanos, novia y amistades. El veredicto ya le considera culpable.

Estuvo un día y casi medio de otro, reunido el Jurado. Por unas horas de diferencia casi tardan en su deliberación el mismo tiempo que duró el juicio, que fue de dos días. Un día y medio para decidir sobre el futuro y la vida de una persona. (A mí no me gustaría tener esa responsabilidad, cuando el acusado llora insistente su inocencia ) Para esas nueve personas y sus dos suplentes, algo nos hace pensar que no tenían muy claro el asunto que visionaron en ese Juicio. Es lógico entender que hubo dudas, pero al final se decidió la culpabilidad.

Hasta aquí, es razonable la actitud de todas las personas que desconociendo los entresijos de este caso, dan por fiable la decisión tomada y creen convencidos que se ha hecho justicia. El tema es que para este que escribe, que sí ha tenido acceso a la instrucción y por tanto a las muchas actuaciones de la investigación, tiene que decir, que al igual que le ocurrió a algunos miembros del Jurado, le asaltan demasiadas dudas sobre la autoría por parte de Joussef Anzaha de este execrable crimen.

No puedo afirmar categóricamente que este moro no sea el asesino de don Benjamín Santana, pero son demasiados los interrogantes que me impiden condenarlo y que me inducen a creer más en su inocencia que en su culpabilidad. ¿Pero qué dices?

Sí. Eso digo. Pudiera también equivocarme, pero todo indica que no es más que un cabeza de turco por estar en el sitio justo en el momento más inoportuno. Pienso que tenía varios boletos a su favor para ello, y de alguna forma, se le endosaron los que faltaban para tenerlos todos y ganarse a la fuerza un premio no buscado: Su Veredicto final. Culpable.

A la mayoría nos dio igual todo, pues total, qué más nos da. Este era un inmigrante llegado en patera, un sin papeles, un moro de Marruecos que le debía unos 300,00 €uros a don Benjamín Santana. Que se pudra y pague lo que ha hecho.

Aún así, me quedo pensando en lo que le ha ocurrido a Joussef Anzaha. Y me quedo pensando qué podría hacer yo, si a mí me hubiera ocurrido algo parecido en un país extranjero. ¿Quién leería la instrucción, las declaraciones y el trabajo de investigación que me acusa de algo que no he hecho?. Que siendo inocente soy retenido, encerrado, acusado, ajusticiado, condenado y a la cárcel a pagar el crimen que otro ha cometido. Prisión en el mejor de los casos dependiendo del país donde me encuentre. ¿Qué podría hacer yo en una situación así?. No me atrevo ni siquiera pensarlo.

No va con mi forma de ser, con los valores que me han inculcado, que conociendo lo que sé de esta causa, me lo calle, lo esconda, lo acepte y sea cómplice de algo que pudiera resultar un atropello, una acusación presuntamente infundada y una sentencia que pudiera ser de lo más injusta. Repito que a mí qué más me da, ¿pero qué coños me importa este jaleo?, Joussef Anzaha ya ha sido declarado culpable. Es un inmigrante irregular, un moro de Marruecos que además le debía dinero a don Benjamín Santana.

No. Pues no. No me da igual. Se trata ineludiblemente de una persona acusada de realizar algo terrible a una persona isleña, a un paisano, a un hombre que en ningún caso merecía una muerte así, pero no por eso al que se le acusó de ello hay que olvidarlo y abandonarlo a su suerte, cuando lo que le ha ocurrido pudiera ser consecuencia de un temible error.

Es posible que me equivoque, pero he reeleído varias veces el mamotreto de 600 folios de su causa. Cada vez que lo acabo, me sigo preguntando por qué Joussef Anzaha ha terminado yendo a un juicio a ser condenado cual cordero elegido al azar camino al matadero.

"Grande es la verdad. Pero más grande todavía es el silencio sobre la verdad".

(Aldous Huxley (1894 – 1963) en su obra: Un mundo Feliz)

Por eso, sin duda, el silencio podrá ocultar la verdad, pero no la elimina. Si se quiere evitar la injusticia, la persecución y la culpabilidad endosadas a los inocentes, es precisa y necesaria la intervención de los que grantizan que la verdad prevalezca, aunque en principio sea el silencio la actitud más cómoda. Pero ya sabes, la conciencia no te permitirá conservar el mutismo. Serán otros los competentes que se encargarán, en todo caso, de restituir y compensar el daño infligido injustamente al inocente, si es que algo tan sumamente grave pudiera compensarse.

A mi modo de ver, muy a mi modo de ver, la Instrucción Judicial no se encaminó a resolver el asesinato de don Benjamín Santana. Mi impresión muy personal, es que resultó ser una Instrucción mal dirigida a condenar a un Inocente, por resultado nefasto de la Investigación. Una investigación empecinada en dejarnos a un presunto culpable y que acabó siendo condenado. ( ... ) CONTINUARÁ.

¿Quién mató a Benjamín Santana? (I)
Comentarios