Por Mare Cabrera
¿Qué será de mí si soy una mediocre metida a nueva rica, una trincona alzada por los puestos que he ido consiguiendo y de los que de paso he sacado tajada? ¿Qué será de mí, con un bolso modelo Amazona, haciendo honor a las antiguas mujeres guerreras de la mitología clásica, que quise sentirme cual Pentesilea e Hipólita con su cinturón mágico? ¿Quién será mi particular Hércules? ¿Podrá con los barrotes que me esperan cuando me condenen por corrupta?
¿Qué será de mí, pobre niño rico, con mi sonrisa de conquistador empapando las calles de la pequeña ciudad, con cara, mucha, como para seguir acudiendo a la cafetería que da nombre a la operación donde mis trapos sucios y mi mala lengua ha puesto en conocimiento de todos mi verdadera cara y aspectos de la vida privada de mis conocidos que a nadie interesaban y que yo alardeaba manejar?
¿Qué será de mí, que soy tan ocurrente que no se me va la vida en otra cosa menos inteligente que apuntar los sobornos que pago, los regalos que hago para conseguir mis fines, los chanchullos que promuevo para enriquecerme? ¿Qué será de mí, que ahora canto hasta La Traviata porque me sé pillado, trincado, encarcelado, sin otra escapatoria que la de la colaboración, la de contarlo todo, la de intentar salir lo menos manchado posible? ¿Qué será de mí por andar tratando con una intratable y apuntando sus caprichos, la forma en la que soportar un carácter que ya me pesaba, desahogándome en unas líneas que ahora se pueden convertir en mi perdición o en mi salvación? Mi físico aqueja y mi aspecto se debilita porque he pasado de limpiar la mierda de las calles a llenarme las manos con ella.
¿Qué será de mí, bendito pacto tripartito municipal (PIL, PP, PNL), orgía múltiple, descalabro moral, concupiscencia original, si dependo de dos imputados en una trama de corrupción para que los plenos del Ayuntamiento no terminen con la oposición dirigiendo mis pasos?
¿Qué será de mí, imputada y además puteada porque me tratan diferente, porque me llaman irresponsable, porque los que me encumbraron ahora no me quieren y mi partido va a prescindir de mí, porque no le soy ya necesaria, mientras que al otro compañero que, al igual que yo, dejó en bragas al pleno, se le otorga un periodo de audiencia...y a mí que me parta un rayo?
¿Qué será de mí, isla volcánica, olivina, escenario de César, musa del mismo, aliviada por los alisios, con tanto delincuente metido en política como tengo, pobre yo, con tanta desvergüenza por metro cuadrado, con tanta imputación a diestro y siniestro, con tanta desconfianza hacia los que des-controlan las instituciones? ¿Quién mira por mí? ¿Quién me protege? ¿Quién cuida de mi belleza y mis particularidades si lo único que parece interesar es aprovechar mi singularidad para sacar tajada y dejarme en la cuneta? ¿Qué será de mí si dependo de ti?
