miércoles. 31.12.2025

Por Dr. Miguel Leal Cruz

Consecuencia del problema (vacío de poder político, por enfermedad de Fidel Castro, entendido democráticamente) en Cuba, agravado por la llegada del primer gran huracán de la temporada (Dean), previo al proceso electoral "sui géneris" del próximo mes (con "conteo" informático ¡...!), se hace necesario profundizar en el teorema base de los postulados marxistas (con apenas ejercicio de gobierno en el mundo actual), la tan cacareada igualdad de clases para el pueblo llano, con el que apenas se cuenta para nada. Se confunde con la doctrina borbónica despótica en la Francia de Luis XIV -no precisamente comunista- que decía "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" ¿...?.

En consecuencia retomamos un artículo, ya publicado, sin pérdida de actualidad por la misma incoherencia (e incumplimiento) de los referidos postulados (utópicos desde la época del mismo Confucio o de Jesucristo...)

Recordamos cómo en el Simposio Internacional “Patrimonio, Cultura e Identidad de los Pueblos”, auspiciado por el Ayuntamiento de La Laguna de Tenerife (Canarias-España) en el Cuarto aniversario de la elección de esta ciudad histórica como Patrimonio de la Humanidad, el día 4 diciembre 2004, esta buena intención del bueno de Marx pierde su contenido. En la sede de la Universidad Nacional a Distancia (UNED), tendría lugar la conferencia dictada por el filósofo viajero y escritor español Fernando Sánchez Dragó, anunciada bajo titulo de “La decadencia de Occidente. Entre el multiculturalismo y el analfabetismo”, quien durante la exposición dejó sentado con claridad meridiana que no existe igualdad entre los seres humanos en el orden antropológico, biológico, ni intelectual, ni siquiera, al cien por cien, en el político o jurisdiccional (dejó constancia clara que aún no existe igualdad social entre blancos y negros, y menos entre ricos y pobres) textual.

Tal argumentación y consiguiente debate nos obliga a recordar aspectos pasados de esa imposible condición humana extensible hasta nuestros días, a pesar de la defensa a ultranza que propicia la filosofía marxista como única defensora de dicha teórica y pretendida igualdad de derechos, que a pesar de estar recogida en constituciones y normas de todo tipo su aplicación práctica parece se hace imposible.

En consecuencia recordamos del rico anecdotario histórico (contrastado) que:

¡Ya todos somos iguales!, coreaban y cantaban en su mejor afro-anglo-caribeño grupos de negros americanos jubilosos, ante la estatua de Abraham Lincoln, para celebrar el final de la contienda yanqui-confederada motivada por ellos y el algodón y ahora satisfechos por la liberación de la esclavitud denigrante que sobre ellos pesaba.

Que poco duró su alegría, puesto que poco después la organización racial KKK efectuaba nueva cacería si cabe más sanguinaria que las que sufrían anteriormente, esta vez tapados con una sábana blanca y una cruz, que siempre quemaban como símbolo de terror previo al linchamiento. Tal persecución social y racial perduraría en los Estados Unidos hasta prácticamente muy pasada la mitad del siglo anterior.

¡Egalité, egalité!, vociferaban grupos de “sant-culots” diseminados por la Plaza de la Concordia parisina a la muerte de Luis XVI guillotinado como parodia de la susodicha igualdad a través de la revolución más sangrienta de la Historia. Pocos años después (1830) los mismos grupos recibían en sus carnes las bayonetas de los cuerpos armados que portaban aquellos que antes fueron considerados sus compañeros “iguales”. Incluso ante la intervención del profesor Aragó, también revolucionario, que intentaba mediar, le dijeron: ¡Mire profesor, Usted da clases y no sabe lo que es hambre, déjenos actuar a nuestro modo! La guardia republicana cargó contra ellos hiriendo y dando muerte a muchos neo - revolucionarios franceses que resistían en las barricadas instaladas en diferentes calles de Paris. Estos hechos se repiten con frecuencia en diversos lugares del Mundo hasta estos mismos días.

¡Abajo el capitalismo injusto, burgués y discriminatorio!, gritaban los bolcheviques en San Petersburgo tras el asalto al Palacio de Invierto de los Zares, noviembre de 1917, presos e inspirados por el odio hacia la sociedad burguesa después de varias revoluciones sangrientas basadas en la madre de todas: La Francesa. Tal igualitarismo se desvanece 80 años después de la “Revolución Roja”, aún más sangrienta que aquella si cabe, para convertir a la URSS en un mosaico de países que a toda prisa adoptan la economía de libre mercado al más puro modelo burgués occidental, tras la caída del Muro de Berlín, con sus mafias y todo que ya pululan en este alejado territorio archipielágico español en el Atlántico.

¡Por la Cuba libre, viva Fidel Castro y su revolución!, arengaba el propio Fidel y sus inmediatos colaboradores mientras “bajaba”, a finales de 1958, desde la Sierra Maestra al Llano de Santiago en dirección a La Habana, burdel de Batista, según propia propaganda revolucionaria. Allí “mandaría parar” y más tarde intentará acabar con el “imperialismo americano” asimismo “injusto y desigual”. Pero “la cosa cambió” en las plantaciones de caña de azúcar cuando el nuevo capataz dijo: “Ahora que todos somos iguales, machete para todos y a cortar caña todos”. Sin embargo, protestaron “los administrativos de Batista” reciclados al nuevo régimen. Mas tarde protestaron otros que no sabían aún leer y escribir pero que sí eran expertos cortadores de caña; por lo que el capataz castrista sentenció: “Vosotros no sois iguales, ni en el cogote ni siquiera en la parte baja de la espalda, así que cada uno hará lo que sabe, ha aprendido o estudiado, o para lo que está legalmente facultado, que de iguales nada, ¡salvo el número de cromosomas que es de 48 cada uno, y que todos descendemos del mono de Darwin!” Y claro, hoy en Cuba todo sigue siendo igual o parecido (a más peor según disidentes), pero escapando (resolviendo) como Dios les ayude (y los familiares de Miami y de Canarias, principalmente), ya que Marx, Gorbachov o Putin poco pueden hacer por ellos (y menos si Fidel Castro no quiere ni la mediación española) Sin embargo, los dirigentes de aquel régimen con más de 47 años desde su inicio alegan acoso imperialista norteamericano, que también tiene sus fallos como todo en esta vida, pero desde Europa opinan que el problema es otro...Por aquí también se desean soluciones.

Ni siquiera en estas Islas Canarias (la América hispana en suma), a pesar de la política legisladora y pacificadora de los Reyes Católicos o las de Leyes de Indias, los guanches o los indios americanos, mayores en número, nunca fueron iguales en derechos al resto de los españoles colonizadores hasta tiempos relativamente recientes.

La verdadera igualdad, salvo ante Dios como dogma católico, y relativamente ante las urnas como derecho político, es la que los grupos políticos o sociales imponen, pero no siempre según la capacidad racional en todos los órdenes de cada individuo integrante del mismo (que es diferente en cada uno por supuesto). También se ha de tener en cuenta “el yo y las circunstancias” que acuñó el pensador español Ortega y Gasset, puesto que, a veces, ni siquiera es fundamental la meritocracia profesional versus la decisiva influencia de los líderes o mandatarios, normalmente para “recolocamiento político” en agradecimiento a determinadas conductas o prestaciones. Apenas se tiene en cuenta la idoneidad o profesionalidad necesaria en el desempeño del cargo. En perjuicio de otros, claro. Pero esto, además, es conducta normal que se sigue en cualquier campo social del momento.

En los regímenes comunistas constituye una fabulación grotesca..., ¡que se lo pregunten a los cubanos que no pueden acceder a los hoteles o restaurantes de Cuba! (aunque "resuelvan" los dólares) Y pensar que aún quedan autoridades políticas (e incluso académicas) que defienden en público con frenética pasión aún aquel régimen..., en estos momentos.

Presumible igualdad marxista: ¿en Cuba?
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