jueves. 01.05.2025

Si hay un aspecto que es especialmente grave en el correcto funcionamiento de una política sanitaria que se precie de estar al servicio de los ciudadanos es el relacionado con las listas de espera que sufrimos todos, los que están en ella y los que, por cualquier circunstancia, podemos estarlo algún día.

Si hay algo en cualquier sociedad que los políticos tienen la obligación de esmerarse en cuidar de una forma extrema es la salud de los ciudadanos.

Una sociedad en la que la sanidad no se convierte en el objetivo fundamental de la gestión política es una sociedad que no va a funcionar nunca.

Por todas las razones imaginables, la labor de los que nos gobiernan tiene que ir inexorablemente encaminada a dotar a la ciudadanía de un sistema sanitario que cubra todos los aspectos relacionados con lo mas sagrado que tenemos los ciudadanos y que no es otra cosa que nuestra salud.

Tanto en la prevención como en el tratamiento de las enfermedades, la actuación gubernamental tiene que ser escrupulosa y sin escatimar ningún medio, ni humano ni material, para conseguir que nuestra sociedad sea una sociedad sana y donde cualquier contingencia sea inmediatamente atacada y corregida.

No es posible que, cuando algo tan fundamental como la salud se ve perjudicada en cualquiera de sus manifestaciones, los políticos que nos gobiernan consideren que es más importante destinar los recursos económicos disponibles a otras cuestiones bastante menos relevantes que la salud de sus ciudadanos.

Si la salud falla, falla absolutamente todo el sistema. Si la salud no se trata adecuadamente poniendo encima de la mesa todos los recursos disponibles, nos convertimos en esclavos, en seres que mendigamos por las administraciones que nos den, los políticos, lo que la naturaleza nos quita.

Uno de los reflejos mas claros de que el sistema esta fallando, en materia de políticas sanitarias, es el de las tan traídas y llevadas listas de espera.

Como es posible que una sociedad que se denomina a si mismo avanzada, desarrollada y progresista, pueda llegar a tener una lista de espera para el tratamiento de cualquier tipo de enfermedad o lesión como la que tenemos en el sistema canario de salud.

Como es posible que esta misma sociedad se permita el lujo de tener a miles de ciudadanos esperando meses, incluso años, a que les hagan una resonancia, una intervención quirúrgica, pruebas de cualquier otro tipo o, para rizar el rizo, aplicarles un tratamiento adecuado a la patología que padecen y que, de hacerlo a tiempo, les curaría o les mejoraría considerablemente su calidad de vida.

Lamentablemente, la peor patología que padecemos los ciudadanos no es la derivada de una enfermedad que nos viene sin esperarla por el destino, sino la derivada de la gestión que, aquellos a los que hemos elegido para mejorar nuestra calidad de vida, hacen de los recursos económicos que tienen a su disposición para solucionarnos esos problemas de salud.

Un ciudadano autónomo, con un menisco roto, un ligamento tocado o cualquier otro trastorno en su aparato motriz, dependiente exclusivamente de su trabajo, debe esperar mas de un año a que le intervengan. Una intervención de escasamente 40 minutos se convierte en una agonía de más de un año, año que evidentemente deja de trabajar en condiciones porque esta lesión se lo impide.

Se que es un ejemplo muy simple pero lo suficientemente ilustrativo.

Eso en lo referente a lesiones que no suponen un riesgo evidente para la supervivencia física pero que refleja como, hasta en los detalles mas nimios, el sistema esta fallando.

Y si me voy a los casos mas graves, el tema es flagrante. Hay ciudadanos que han fallecido estando en lista de espera y eso si que es sangrante.

Y lo mas grave de todo es que, para paliar esta problemática sanitaria, recursos haberlos los hay. Dinero para la sanidad sobra si queremos que sobre. El problema radica en que, a tenor de lo visto históricamente, ponemos al frente de la sanidad publica a los mas inútiles de todos los que conforman un equipo de gobierno, ya sea en el gobierno central como en los autonómicos y municipales. Cuando se reúne el presidente con sus asesores a la hora de conformar un gobierno, deciden que la cartera, la consejería, la concejalía de sanidad sea dirigida por el menos cualificado políticamente de todos cuantos tienen a su disposición. Sanidad y Educación son las autenticas “marías” de las instituciones publicas, cuando la realidad debería ser la contraria. Sin salud ni educación un pueblo se convierte en un rebaño de borregos fácilmente manipulable y dirigible. Ah claro, que inocente soy, eso es precisamente lo que pretenden nuestros políticos.

Acabar con las listas de espera es mucho más sencillo de lo que nos quieren vender. Acortar los plazos en las intervenciones quirúrgicas es tan fácil como querer hacerlo. Los hospitales son como los VIP‘S, nunca cierran.

¿Si las fabricas de coches, de tornillos, de lavadoras, etc., tienen tres turnos de trabajo para poder sacar adelante la producción de las mismas, por que no se hace lo mismo con algo, tan especialmente sensible para el ciudadano, como la sanidad?

Mas de uno me podrá decir que en este punto se me ha ido la olla. Más de uno me dirá que eso no puede ser, que como vamos a poner a trabajar a los médicos, a los enfermeros, a las auxiliares, a los celadores a trabajar en horario nocturno.

La realidad sanitaria canaria es que, en muchos casos y todos lo sabemos, los quirófanos se cierran por la tarde menos para las intervenciones que entran por urgencias. La realidad sanitaria canaria es que, para hacer una resonancia magnética, en lugar de comprar la maquina y realizar la prueba en el mismo hospital dependiente de la Seguridad Social Canaria, es mejor dársela a una empresa privada para que haga negocio con una sanidad que pagamos todos.

Yo pregunto, ¿con el volumen de pruebas que se hacen en Lanzarote, la compra de una máquina para estas pruebas no se rentabilizaría a medio plazo con lo que el gobierno le paga a las empresas que la realizan?

Seguro que sí, pero no interesa. Recortamos en medios públicos para beneficiar a empresas privadas. Esta es la realidad, no hay mas razones.

Temas tan sensibles como este duele analizarlos porque nunca le encontraremos el razonamiento lógico para que esto funcione tan mal.

Los propios profesionales de la sanidad insular son los primeros en reconocer que este sistema funciona así de mal. Son los primeros en reconocer que la solución a las listas de espera es mucho mas simple y que si la administración quiere se acortarían los plazos hasta limites absolutamente razonables en función de la población insular.

Pero tienen un grave e insalvable problema, no están afectados por el virus de la política y eso hace que sus opiniones y experiencias profesionales no puedan ser de aplicación en esta materia.

Triste pero cierto.

Y podría seguir poniendo el dedo en la llaga aunque correría el peligro de que hasta dentro de quince meses no me viera el especialista para curármela.

Listas de espera, la gran lacra de la sanidad canaria
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