Por José Manuel Soria
Hace ahora una semana llegaba a Gran Canaria desde Lanzarote. Debía haber regresado un día antes. No pude. Como decenas de miles de españoles y canarios, me quedé tirado por la huelga de controladores. Salvaje, intolerable e ilegal. En el aeropuerto de Guacimeta la gente estaba indignada. Como en el resto de España. Familias con niños, trabajadores de regreso, deportistas de camino... todos decepcionados. El Gobierno de Zapatero el dialogante" decretó el estado de alarma. Primera vez en democracia. El PP le respaldó. Aunque no imagino qué habría hecho el PSOE en caso contrario. Bueno, sí. Sí que lo imagino. Y ustedes, creo que también.
Ha pasado una semana. El tráfico aéreo se restableció gradualmente. La incomodidad y perjuicios para más de medio millón de personas han sido enormes. También los daños económicos. No digamos para el sector turístico. Era un puente en el que muchas empresas tenían puestas elevadas expectativas de venta. En cambio, perdidas en Canarias por más de cien millones. Saquemos conclusiones. Extraigamos lecciones. Aprendamos de los errores.
La primera lección deben sacarla los culpables. Los controladores. Desconozco quién les asesora. Les ha hecho un flaco favor. Desde hace ya muchos meses la batalla la tenían perdida. Estamos en un país con casi cinco millones de parados. Gente que no llega a fin de mes. Muchos, ni al final del día. Y hay varios millones que cobran menos de mil euros al mes. No es fácil explicar que hay quien cobra más de cien mil euros al año "del dinero público". Da igual que sea un alcalde, un presidente, un consejero, un funcionario... o un controlador. Y quien pretenda hacerlo, opino, tiene ese debate perdido. He escuchado a los controladores decir que lo suyo no es una reivindicación de dinero. Siendo así, mal que lo han explicado. Y en el mundo de la comunicación convencional ya se sabe, "casi nada es lo que es. Casi todo es lo que parece". Debieron tenerlo en cuenta hace tiempo. Pero lo obviaron. Así les ha ido. Cualquier razón que pudiera haber asistido a los controladores, se encargaron ellos mismos de fulminarla con su conducta.
Zapatero cambió las condiciones pactadas meses atrás. Es verdad. Lo hizo unilateralmente. Es cierto. Por decreto. Tambien veraz. Al inicio de un puente. Torpe. Con miles de familias haciendo las maletas. Haciendo mucho daño.
Rubalcaba admitió saber que los controladores «la iban a montar». ¿Por qué entonces no tenían ya listo el decreto de la alarma? Sencillo. No tenían plan B. Todo fue una improvisación. Con los efectos sabidos.
No entro en la constitucionalidad o no del decreto. Lo dirán los tribunales. Como casi todo en la España de Zapatero. Hay opiniones para todos los gustos. De juristas reputados.
Sin embargo, hay un aspecto en el que coinciden: aplicar el código penal militar a los civiles es contrario a la Constitución, excepto en estado de sitio. Someter a los controladores a la ley penal militar bordea nuestra norma constitucional.
El sabotaje fue corregido. Es verdad. Ahora bien, el estado de Alarma denota impotencia. Y sienta un precedente a la hora de abordar futuros conflictos.
Ahora hay que evitar que estas situaciones no se vuelvan a repetir. No se puede dejar que las cosas se deterioren hasta lo insoportable.
Cuando los problemas envejecen por la negligencia del Gobierno, se resuelven mucho peor. Llueve sobre mojado. Ha ocurrido con la crisis económica. Y con las reformas. Y con los controladores.
Es el estilo de este Gobierno. No hacer nada hasta que no queda más remedio. Y entonces, hacerlo como sea.Vivir así es ir de sobresalto en sobresalto.
Con este Gobierno, los españoles no ganamos para disgustos. Durante las últimas semanas hemos asistido a la última crisis de los mercados. Y a los problemas con Marruecos. A la inasistencia a la cumbre Iberoamericana. Al boicot de los controladores. Y al aniversario de la Constitución en estado de alarma.
Ultima lección. Sólo un nuevo Gobierno será capaz de terminar con tanta improvisacion....y con tanto daño a los ciudadanos.
