Por Federico Luna
El asunto de la deuda de los Centros Turísticos me tiene anonadado. Desde niño he oído decir que la matemática es una ciencia exacta, que los números no mienten y que dos y dos son cuatro, aquí y en Pekin.
Sin embargo, el montante de la deuda acumulada por la EPEL de los Centros en los últimos años es una cifra elástica que aumenta y disminuye y cuyo origen incierto se pierde en la noche de los tiempos o se oculta a la vuelta misma de la esquina de la presente década.
Los últimos datos los aportaba la consejera delegada Astrid Pérez, en un comunicado de prensa, en el que aseguraba que la deuda anda ya por los 17 millones de euros.
¡Qué barbaridad! Me lanzo a la calculadora y sus dígitos son incuestionables: Si el consejero anterior, Carlos Espino, terminó su gestión con una deuda final de casi 14 millones y medio de euros en algo más de dos años y ahora ya vamos por 17 millones, no cabe duda de que en los últimos cinco meses el endeudamiento se ha visto incrementado en dos millones y medio.
Lo que se traduce en medio millón de euros de deuda extra al mes. Ni más ni menos. Y con la recuperación del sector turístico anunciado a bombo y platillo.
Saldrá a dar explicaciones la consejera. Las debe a la ciudadanía, las debe al Comité de Empresa, a los ayuntamientos y al complaciente grupo de Gobierno del Cabildo que ha delegado en ella la responsabilidad de sacar a los Centros del hoyo.
Pero mientras se piensa qué decir y cómo responder de las cifras que ella misma aporta... ¿Por qué no satisface Astrid Pérez la curiosidad popular, de algunos medios de comunicación y del grupo Socialista y aporta la certificación de la deuda existente a 30 de junio de 2007 y a 31 de octubre de 2009, como ha solicitado de forma reiterada el consejero Carlos Espino? ¿Por qué no aclara, con cuño y firma de quien corresponda, la relación de proveedores, amigos y familiares que supuestamente fueron beneficiados por el anterior gestor de los CACT?
Muchos de los asombrados con la reciente maleabilidad de los números y con la afición de Pérez a tirar la piedra y esconder la mano, aumentaríamos nuestra confianza en ella.
