Por Lourdes Camps
También en Alemania, país líder en Europa, de vez en cuando se toman decisiones aberrantes y se les da carácter de ley. Se nos ha informado de que, a partir de noviembre, cuando se inscriba a un recién nacido en ese país, podrá dejarse en blanco el apartado que se refiere al sexo de la criatura, si no se tiene claro si es hombre o mujer.
Algo similar se pretende inculcar en nuestra sociedad con la asignatura 'Educación para la Ciudadanía' de que esto del sexo no es que se nazca con ello, sino que depende de lo que se quiera ser en distintos momentos a lo largo de la vida. ¿No es todo esto una solemne aberración?
Sin entrar en el tema de la homosexualidad, es indiscutible que la madre naturaleza dota con características evidentes que definen el sexo del individuo. Ya en las ecografías durante el embarazo se sabe si el bebé es un niño o una niña.
¿Por qué y para qué estas ganas de confundir? En Génesis 1, 27 se dice claramente: "Y creó Dios al hombre a imagen suya: ... hombre y mujer los creó".
