Por J. Lavín Alonso
A estas alturas de la evolución científica, especialmente en los campos de la ingeniería genética y la antropología, no existe ningún estudio medianamente serio que sostenga con un elevado grado de fiabilidad, y dentro de la especie humana, la superioridad de una raza o razas sobre otras. Ello no es óbice para que aun anden sueltos por esos mundos de Dios algunos cantamañanas que sigan alimentando tamaña memez bajo las diversas formas que suele adoptar esta, siempre con el denominador común del racismo y la xenofobia o llevándola a extremos más cruentos: los infames genocidios y las limpiezas étnicas.
El caso mas notorio, en cuanto a superioridad racial se trata, fue el que surgió durante el primer tercio del siglo pasado, precisamente en un país muy avanzado científica y humanísticamente, con motivo de la gestación y ascensión al poder en el mismo del partido nacionalsocialista y sus nefastas layes de Nuremberg.
El cabecilla de aquella panda de aventureros y facinerosos había estado empapándose desde joven de una serie de ideas esotéricas emanadas de la llamada Sociedad Thule, de las teorías de Hörbiger, de los postulados de un tal von Sebottendorf y otras leyendas de la mitología germánica. Todo ello condujo a la creación de la siniestra organización SS Deutsches Ahnenerbe - Herencia ancestral alemana - así como al inicio de una serie de expediciones arqueológicas en busca de los ancestros arios y de objetos míticos como el martillo de Thor, el Grial o el Arca de la Alianza, búsquedas que fueron un tanto ridiculizadas en el filme de aventuras “En busca del Arca perdida”, de Steven Spielberg.
Las expediciones de estos iluminados del la supremacía racial llegaron incluso a sitios tan lejanos como el Tibet, o mas cercanos, como nuestras propias islas Canarias, ya que atribuían a sus ancestrales habitantes algunos vínculos étnicos con sus imaginarios elementos arios. Todo ello con el apoyo de prominentes jerarcas del franquismo, interesados en crear algo similar al ahnenerbe en nuestro país.
Aquella siniestra farsa acabó con la derrota de los “arios” con los bombardeos anglo-americanos - sus primos lejanos, según Adolfo - y a manos de los “infrahombres” - tambien según Adolfo - de las estepas rusas.. Todo lo dicho ocurrió hace ya muchos años, pero aun hoy día los hay empeñados en la milonga del Rh y del ADN “especiales”. Hace poco, el gobierno vasco envió a dos investigadores de la Universidad del País Vasco a que tomase muestras del ADN de algunos descendientes de los vascos que a finales del siglo XIX emigraron a las grandes praderas del oeste de EE.UU. Para dedicarse al pastoreo. Se trata, al parecer, de un intento de descifrar los secretos genéticos del ADN euskaldún, unja vieja y conocida obsesión del nacionalismo sabinoaraniano.
La revista Nature publicó en 2001 los resultados de las investigaciones sobre el genoma humano, cuyos resultados son como para que no adoptemos muchas ínfulas acerca de nuestra superioridad genérica, ya que, al parecer, compartimos casi un 99% de la misma con los grandes simios. ¿Se imaginan la rabieta que hubiese cogido el tal Hitler si esto se hubiese descubierto en 1941 en vez de en 2001? ¿Querrá nuestro separatista lehendakari averiguar con exactitud a que gran simio se acercan el y sus mariachis? ¿Tendrá algo que ver esta cuasi igualdad genética con el proyecto de ley de los grandes simios? Chi lo as. En cualquier caso, espero sepan disculpar esta pequeña eutrapelia. Gracias.
