Por Damián Peña
Estoy absolutamente seguro de que lo que los medios de comunicación entienden actualmente como crisis del PSC, con sus tiras y aflojas, con sus dimisiones y declaraciones de apoyo, es entendido por la militancia socialista como un proceso natural de posicionamiento y orientación de nuestro partido. ¿Alguien se escandaliza dentro de nuestras agrupaciones por el actual debate interno? Estaremos a favor o en contra de una determinada posición, estaremos de acuerdo con que Juan Fernando revalide su liderazgo y lo compagine con su candidatura europea o rechazaremos esta opción por considerarla incompatible, pero nadie se echa las manos a la cabeza por la existencia de una abierta y pública controversia de opiniones. Y así debe ser. Pienso que si no lo hubiera, si se produjeran movimientos soterrados en uno u otro sentido, si se palpara sigilosamente la existencia de luchas internas, si esta diversidad y debate de opiniones se limitara a los cargos orgánicos, sería muy negativo ya que se comprendería por parte de la militancia socialista como el clásico “amañamiento entre cuatro” que tanto daña la imagen de la actividad política.
En el PSC los militantes deben ser protagonistas también de este debate precongresual, y no meros observadores pasivos a la espera de las correspondientes consignas. El PSC no es un bloque monolítico, de posición única y absoluta, es más bien la suma de pareceres, de opiniones y de experiencias, unidos por la defensa de unos valores comunes. Por lo tanto, es legítimo y saludable que esa pluralidad se exprese en vísperas de un congreso tan importante y decisivo como lo será el XI Congreso de los socialistas canarios.
No comprendo el empecinamiento de ciertos compañeros por acallar cualquier debate interno abierto. Es precisamente el debate el que nos hace creíbles ante la ciudadanía. Los ciudadanos rechazan, porque supone hipocresía y poca transparencia, cualquier intento de amordazamiento de la opinión de los militantes de un partido. Tenemos que predicar con el ejemplo. No podemos hablar de pluralidad, respeto y tolerancia, y, al mismo tiempo, sofocar cualquier atisbo de postura contraria a la línea oficial imperante.
Los socialistas somos socialistas porque defendemos, entre otros valores, también la libertad de opinar abiertamente desde el respeto que nos merece el que no comparte nuestra visión de las cosas. Los militantes de nuestro partido somos difíciles a veces porque queremos que se nos escuche y se nos argumente para convencernos. Pecamos en el Partido Socialista de sumirnos en debates extensos e interminables, muchas veces repetitivos y reiterativos, pero es bueno que sea así y eso forma parte de nuestra cultura de partido. Cuando no hay debate es cuando hay que empezar a preocuparse, cuando nadie quiere manifestar su opinión, cuando nadie quiere hacer llegar sus reflexiones, entonces es cuando nuestro partido da motivos de preocupación. Cuando sólo se va a la agrupación para levantar la mano y votar, sin saber exactamente a lo que se va, entonces algo no funciona bien en nuestro partido.
El que acaparemos en estos momentos previos al congreso regional del PSC los titulares de los medios de comunicación no me preocupa en absoluto. Lo importante es que el debate no rompa puentes, no cierre puertas, no impida los entendimientos necesarios para que de nuestro XI Congreso salga un Partido Socialista fortalecido, capaz de asumir los retos de nuestros tiempos.
No tengo ninguna duda que después del XI Congreso del PSC-PSOE, este partido volverá a tener una única meta y un objetivo común: ser el instrumento de la ciudadanía, ganar las elecciones y ser la alternativa de gobierno que necesita Canarias en 2011.
