Siempre se ha dicho, en el seno de las formaciones políticas, que el que cuestiona las decisiones de su propio partido es un elemento que debe ser eliminado.
La frase mas oída en algunas de estas formaciones ha sido esa de “si no estas de acuerdo ya sabes donde esta la puerta”
Creo que uno de los mayores errores que cometen los partidos políticos es pensar que la palabra del líder es palabra de Dios y que cuando habla lo hace “ex cátedra”.
Nada más lejos de la realidad y del más mínimo sentido de la ética y la moralidad.
Partiendo de que la verdad absoluta no existe o, mejor dicho, que nadie esta en posesión de esa verdad, el hecho de realizar una critica constructiva sobre las actuaciones de los partidos en el ejercicio del poder no solo es un derecho legitimo sino que además es un sano ejercicio de democracia.
El hecho de pertenecer o simpatizar con una determinada ideología política no lleva implícita la aceptación a ciegas de todo cuanto sale de las cocinas de las cúpulas directivas. Para actuar así ya están las sectas ideológicas en las que todo lo que sale de la boca de su líder se convierte en norma de obligado cumplimiento para sus acólitos.
Hasta donde yo tengo conocimiento, los partidos políticos no son sectas o por lo menos eso quiero pensar.
Ser afiliado o simpatizante del Partido Popular, del PSOE o de cualquier otra formación política no implica estar de acuerdo con que todo lo que se dicta desde sus cúpulas directivas es la única forma posible de solucionar las cosas. Siempre se puede hacer mejor.
Yo no estoy de acuerdo con la actuación del PP en el caso Barcenas, ni en el caso Gürtel, ni en la nueva Ley que sobre la reforma educativa se esta llevando a cabo por el ministro de turno, ni en como se esta tratando el tema de los desahucios, ni el tratamiento a la banca en el asunto de las preferentes, ni en algunos supuestos de la Ley del aborto, ni en que algún concejal de Arrecife sigan conservando el acta y dictando el modus operandi del grupo, ni en otras muchas cosas que, desde mi libertad ideológica, considero que no deben hacerse así. Creo que se están haciendo bastantes cosas mal y que solamente poniendo encima de la mesa alternativas se pueden mejorar.
El hecho de estar en desacuerdo con algunas de las decisiones que se han tomado no me va a llevar en ningún caso ni a cambiar de partido ni a quedarme en casa en las próximas elecciones. Solamente cambiare de opinión y consecuentemente de voto en las urnas, el día en que las decisiones tomadas por mi partido vayan frontalmente en contra de mis convicciones y en el caso en que, a pesar de haber denunciado lo que considero que esta mal, mis dirigentes políticos se empeñen en mantener aquellos posicionamientos contrarios a toda lógica.
Si las cosas se hacen mal se denuncian. Si las medidas que se toman, bajo un prisma personal, no son las adecuadas se denuncian, entendiendo como denunciar el hecho de hacerlas publicas, no llevarlas a los juzgados. Callarse sabiendo que algo se esta haciendo mal es una forma de prevaricación ciudadana que no conduce a nada bueno. Siempre he dicho que la mejor forma de curar una enfermedad es reconocer que la tienes como paso previo a ponerle el remedio adecuado.
Este ejercicio de entonar el “mea culpa” es lo que deberían hacer todos los partidos políticos, en lugar de eliminar con toda la rapidez del mundo a aquellos de los suyos que tienen la osadía de criticar para mejorar.
Reconocer que algunas cosas se han hecho mal es el paso previo para ensalzar aquellas que se están haciendo bien. Claro que para esto, el partido político en cuestión, debe de saber como comunicar a la ciudadanía el como, cuando y porqué se hacen o se dejan de hacer determinadas cosas.
Todos los partidos están encerrados en una concha de infalibilidad que lo único que consigue es que el ciudadano cada vez crea menos en esta clase política que esta demostrando sistemáticamente que tiene de todo menos clase y que su lejanía con la realidad ciudadana cada vez es mayor.
Cuando Coalición Canaria defiende su particular forma de gobernar para todos los canarios deja en evidencia su particular filosofía nacionalista ya que, con su forma de actuar al frente de las instituciones donde gobierna, fundamentalmente en el Gobierno de Canarias, pone de manifiesto, una y otra vez, que los canarios no son todos iguales en derechos pero si en obligaciones.
Cuando el PSOE critica la actual política del gobierno del PP, demuestra que la realidad ciudadana no va con ellos al ser incapaces de reconocer su innegable parte de culpa en el desaguisado en el que se ha convertido este país llamado España. Es curioso que vengan ahora a decir como se tiene que dirigir una nación cuando ellos han estado ocho años despilfarrando sin sentido las arcas publicas, unas veces por la ineptitud de los dirigentes, caso de José Luis Rodríguez Zapatero y otras veces por un mas que innegable sentido electoral de las medidas a aplicar, cheque bebe, creación de puestos de trabajo que nunca se crearon, el PER en Andalucía, etc. Y la realidad no es que los socialistas no estén en su legitimo derecho de denunciar lo que, a su juicio, se esta haciendo mal o incluso muy mal. El problema es que quien encabeza esa oposición política es alguien que en su anterior etapa de gobierno, con el Sr. Rodríguez, lo hizo mal o incluso muy mal: Alfredo Pérez Rubalcaba. Los socialistas ¿están legitimados? Si, Alfredo Pérez en ningún caso. Y mientras mantengan concejales imputados en las instituciones, la ilegitimidad se extiende a estos politicos.
Cuando el Partido Popular dicta determinadas leyes que suponen recortes en sanidad, cultura, investigación, asuntos sociales, o se propone la modificación de leyes para empeorarlas, caso ley del aborto o de la educación, o la no mejora de la ley hipotecaria en el tema de los desahucios, esta actuando en muchos casos contra sus propios afiliados, simpatizantes y votantes. Cuando el Partido Popular da la espalda a los mas débiles, a los desprotegidos, a los niños, a los enfermos, a las mujeres maltratadas a todos aquellos que sufren las dramáticas consecuencias de una crisis económica que no hemos creado los ciudadanos, esta dando la espalda a todos los que confiamos en que eran capaces de darle la vuelta a nuestra situación. No todos los que en su día votamos al PP, unos diez millones y medio de españoles, somos multimillonarios, la mayoría vivimos con hipotecas o pagamos alquileres, muchos son mil euristas o pensionistas y por estas consideraciones cotidianas, muchas de las medidas que se están tomando desde nuestro propio gobierno también nos afectan en igual medida que a los votantes de otros partidos. Y si Mariano Rajoy no reacciona y no actúa como debería de hacerlo, tampoco me vale como presidente del gobierno y por tanto queda automáticamente deslegitimado como los anteriores.
¿Soy menos del PP por criticar lo que se hace mal? Pues sinceramente creo que no. Simplemente considero que las cosas se pueden hacer de otra forma, evidentemente muy diferente a como la harían desde posicionamientos de izquierdas, aunque en el fondo, creanme cuando les digo que en esto de la política, la ideología cada vez pesa menos en la voluntad de nuestros políticos. Y si no analicen en profundidad la corrupción política y verán como tanto roba el de derechas como el de izquierdas.
Y si después de esto me quieren denostar que me denosten, que mi filosofía no me la va a cambiar ningún iluminado en posesión de la verdad absoluta, ni de derechas ni de izquierdas.