martes. 23.09.2025

Por Mare Cabrera

Tengo un amigo, de hecho el que me impulsó a publicar mis escritos hace ya unos 7 años, que, aparte del apoyo y la confianza que depositó en mí, también consiguió dejar en mi joven personita por aquel entonces una serie de principios a tener en cuenta a la hora de transmitir mis opiniones. Igualmente, fue quien me puso al día sobre la vida política de la isla, de la que yo era más ignorante incluso que ahora: no leía la prensa y a mi Teseguite, lejos del bullicio capitalino, no llegaban los ecos de la sinvergüencería insular. Debía ser que yo no andaba todavía en edad de interesarme por esos líos.

Le recuerdo repitiendo cual letanía que nuestros representantes públicos debían tener un currículum intachable, una fama digna de elogio, un comportamiento ejemplar, pues en cierta forma debían dar ejemplo. Le doy la razón, creo que debe ser así: no podemos ser gobernados por impresentables, no pueden defender nuestros derechos y hacernos la vida más fácil personas sobre las que reposen sombras de duda acerca de su quehacer profesional. Y me pregunto sinceramente si la vida personal de nuestros gobernantes no debe tener cierto nivel de excelencia, por eso que decíamos de dar ejemplo y representarnos dignamente. No hay que rebuscar demasiado para encontrar políticos en situaciones incómodas. Un consejero de pesca pillado “in fraganti” con lapas en cantidades no permitidas, otro de agricultura cazando pajarillos en peligro de extinción, una política construyéndose cuartos de aperos del tamaño de un chalet en Puerto Calero… y un gran y casi interminable etcétera.

Seamos sinceros, ¿no sabemos que andan por ahí rumores acerca de la vida privada de nuestros representantes, e incluso sobre algunos que no lo son pero andan con esa intención? ¿No somos cómplices de continuar con el correveidile tan propio de una población pequeña donde somos cuatro gatos y todos tenemos chip de identificación? Sí. Porque una servidora, tomando un café en cualquier bar, escucha chismes dignos de portada del Hola. El último, sobre las numerosas visitas de un alto cargo a nuestra isla por encontrarse éste en amoríos con una señora casada, o sobre la doble o triple vida que lleva otro joven político con su señora, agachándose si es que quiere pasar por las puertas. Y me dirán que esto entra dentro de la vida privada, claro está, igual que cazar pardelas en tu tiempo libre. Cierto es que no te meten en la cárcel por mantener una tendencia sexual en público y otra en privado, estaría bueno, pero me sigo preguntando, ¿me voy a fiar yo de un señor que engaña a su círculo más cercano, familiar, privado e íntimo? ¿Lo quiero manejando mis dineros y decidiendo por mí? ¿Es tan difícil encontrar a un político con miserias humanas que no sea un miserable? Confíe usted, que yo no puedo.

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