Por Gara Acosta Guerra
Vivo en la calle Igualdad, la calle en la que se han vertido más litros de orina y de vómito de toda Lanzarote. ¿Por qué?, porque es la calle a la que van a mear los borrachos que salen de fiesta por la José Antonio, que está al lado mismo. Les invito a que se pasen y disfruten del “aroma” de una calle que está en el mismo centro de Arrecife. ¿Quieres mear en la puerta de casa? En la calle Igualdad todos lo hacen. La vecina doña Margarita la llama calle Da Igual en vez de Igualdad.
Llevamos toda la vida aquí pero desde hace 15 años es un sin vivir por culpa de las discotecas. Antes, cuando yo era niña, esta era una calle residencial que estaba llena de vida, con una buena vecindad y donde los niños jugaban. Ahora los niños no pueden jugar porque esta todo lleno de meadas, vómitos y cristales de botellas rotas. Se ha convertido en una calle fantasma, llena de porquería, y ya casi no quedan vecinos. Se han ido porque es imposible vivir aquí. No hay más que darse un paseo para ver casi todas las casas vacías y abandonadas. Todo gracias al ayuntamiento y su feliz idea de dar licencias a discotecas donde nunca debió haberlas.
En nuestra casa, en nuestra familia, cuando alguien dice que las discotecas están insonorizadas nos hace mucha gracia, por no decir otra cosa. Hasta nuestra casa llegaba la música de 4 discotecas que lindan con la casa por el lado de arriba. Y todavía llega aunque la calle esté muerta. El escándalo de la música llega por las paredes y es imposible dormir. Además de eso, no respetan el horario de cierre. Como muy tarde pueden estar hasta las 5 de la madrugada, pero en realidad se quedan hasta las 7 con la música puesta. También está el asunto de la escandalera de la calle. Vienen a beber, a drogarse y a molestar. Y no solo eso, también se dedican a destrozarlo todo, una vez tiraron abajo la puerta de mi casa. Otra vez cuando yo era niña tiraron piedras a las ventanas, nos podían haber dado a mi o mi hermana que estábamos en la cama. Encima, desde hace tiempo algunas discotecas están abriendo todos los días de la semana, incluso del domingo para el lunes, no hay ni un solo día de descanso. Normal que mi padre tenga ansiedad, porque hemos estado abandonados. Ahora, gracias al concejal Jacobo Lemes y al grupo de gobierno actual, la cosa está más controlada, pero el problema sigue ahí.
Desde mi casa, desde mi familia, queremos pedirle al ayuntamiento que quiten las discotecas de la zona, ya que solo las disfrutan unos pocos y perjudican a muchos, y que busquen otras alternativas diurnas para el disfrute general que no molesten a los vecinos.