Por Damián Peña
Un año de pacto PSOE-PIL en el Ayuntamiento de Arrecife bien merece un balance o, por lo menos, una constatación de la situación. No vamos a negar las turbulencias de los primeros meses de gobierno municipal, en los que las noticias y los sobresaltos se iban atropellando sucesivamente. Destacó en esa época, o fue causante directo de esa situación, el en esos momentos primer Teniente-Alcalde, Antón Hernández, por aquel entonces también presidente del PIL y convencido de estar destinado a mayores glorias. Los rifirrafes y filtraciones a los medios de comunicación crearon un clima ciertamente difícil y de permanente agitación en el grupo de gobierno. ¿Resultado de ese embrollado? Dimisiones de concejales de los partidos del pacto de gobierno y parálisis en el trabajo municipal. La percepción exterior, la imagen del ayuntamiento era francamente negativa. Desesperante. Hasta el mismo Alcalde, Enrique Pérez Parrilla, lo llegó a admitir sinceramente y sin tapujos.
La desaparición política de Antón Hernández supuso un alivio para el grupo de gobierno, tanto para los concejales del PSOE pero también para los del PIL. Se acabaron las zancadillas, los reproches permanentes y se dio paso a una colaboración como cabe esperar entre socios de gobierno. El sentido de la responsabilidad se impuso y la ciudadanía lo percibe. El clima político dentro del pacto de gobierno es bueno. La experiencia y el talante del Alcalde ha sido un factor decisivo en la recomposición del equipo municipal, que se complementa muy positivamente con la actitud del primer Teniente-Alcalde, Ubaldo Becerra, que se estrena en la gestión municipal mostrando un dinamismo admirable.
Enrique Pérez Parrilla cumplió su palabra. Todos los que dudaban de que realmente iba a poder dar carpetazo a ese Plan General plagado e insalvablemente viciado, se han equivocado. Lo tendrán que admitir. Siempre he dicho que Parrilla será el alcalde que acabará transformando la capital de Lanzarote, situándola en el lugar que le corresponde. Cada uno tiene su estilo y Enrique Pérez Parilla tiene el suyo. Lo importante es tener objetivos y ser honesto. Y eso no se lo puede discutir nadie a Pérez Parrilla.
Jerónimo Saavedra en Las Palmas de Gran Canaria y Enrique Pérez Parrilla en Arrecife de Lanzarote serán los grandes alcaldes que marcarán sus respectivas ciudades. A pesar de las dificultades del comienzo, no se han dejado apabullar por los ataques interesados de algunos medios de comunicación. Más bien todo lo contrario. Se ha contestado con tranquilidad, serenidad y responsabilidad. Es lo que, en definitiva, esperan los ciudadanos de un Alcalde.
El Ayuntamiento de Arrecife está cambiando, es innegable. Se están dando pasos. Algunos ya se quejan de las continuas obras (antes se quejaban de que no se hacía nada). Se están sentando las bases para los proyectos de futuro, un futuro que tendrá que incluir la apertura de la ciudad hacía el puerto, hacía el charco. Arrecife es una ciudad marítima, y eso se tiene que tener en cuenta en el nuevo Plan General. Frente a la desconfianza que generaba el archivado PGOU, el nuevo evitará esa desconfianza y rechazo, implicando a la ciudadanía y a los colectivos sociales desde el primer momento en su andadura. Además, si hay alguien capaz de sacar adelante un Plan General que consiga acaparar y lograr el respaldo de un amplio consenso social ese es Enrique Pérez Parrilla.
Los ciudadanos notan, se dan cuenta, de la gestión municipal. Especialmente en áreas como Educación y Cultura, Transportes, Vías y Obras, Deportes, Asuntos Sociales y Policía Local se palpa el cambio, los impulsos y, algo también muy importante, la cercanía y transparencia frente al ciudadano, que no súbditos.
El Ayuntamiento de Arrecife está arrancando, pero queda todavía mucho por hacer. El saneamiento y la puesta al día de las infraestructuras de los barrios debe ser una de las prioridades; luego el auditorio, como obra emblemática y representativa, también requiere un especial impulso. Quedan por delante tres años de intensa actividad.
