La muerte es siempre una sorpresa. Por eso sorprende conocer la noticia del fallecimiento de cualquier persona.
La primera vez que me senté delante del Alcalde de Arrecife don José María Espino, yo tenía 21 años.
.- "Me dijeron que Serapio Rojas, presidente del centro socio cultural de Soo estaba esperando para verme. Por tu nombre te creía una persona más mayor. ¿Tú eres el presidente del centro socio cultural de Soo?".
Mis ojos se posaron en tres teléfonos sobre la mesa del Alcalde. Uno blanco, otro negro y un tercero de color rojo. Los tres aparatejos aquellos me resultaron igual de feos.
Su despacho estaba en la segunda planta del edificio donde hoy están los Sindicatos. Bueno, imagino que ese inmueble sería el Ayuntamiento en aquel entonces.
.- Sí, yo soy Serapio Rojas…
Eran los primeros días del mes de junio de 1989, pero para llegar a esta anécdota, nos remontaremos primero al mes de octubre del año anterior, en la Federación Insular de Lucha Canaria en el antiguo Parador de Turismo. El Presidente don Juan Pérez, y los presidentes de los clubs de lucha de la isla, asistían a la confección del calendario de la Liga Insular.
El Presidente de la Federación me presentó a los presentes como presidente del centro socio cultural de Soo que pretendía celebrar en las fiestas de San Juán del año siguiente (junio 1989) una luchada sénior con equipos participantes de nuestra Liga isleña.
El presidente del Club Unión Norte de Haría, interrumpió al Presidente de la Federación Insular para indicar "que las luchas de San Juán se celebraban en el Norte". A lo que don Juán Pérez contestó rápidamente "que las luchadas de San Juán se celebraban en el norte, en el sur, y en cualquier lugar de la isla donde se quieran y se puedan celebrar".
El asunto es que el jueves 22 de junio de 1989, la luchada a celebrarse sería entre los Clubs de Lucha Tinajo y el Club de Lucha Deportivo Tías, correspondiente al VI Torneo Isla de Lanzarote.
El Presidente del Club de Lucha Tinajo, don Félix Morales, manifestó que el campo de casa del Club Lucha Tinajo ese día sería en el pueblo de Soo. Una apuesta arriesgadísima del hombre al que por siempre le agradeceré su valiente y tremendo gesto.
El Presidente del Club de Lucha Deportivo Tías confirmó que su equipo lucharía donde el Tinajo decidiera. En el calendario de la Liga Insular se hizo constar que en esa Jornada la luchada entre los equipos Club de Lucha Tinajo y Club de Lucha Deportivo Tías sería en mi pueblo de Soo.
Pero en mi pueblo no hay terrero de lucha canaria. Lo más parecido eran nuestras pequeñas tartas de jable improvisadas para las luchadas del equipo infantil-cadete, (una categoría rara) que participaba en la Liga Municipal organizada por el Ayuntamiento de Teguise y que preparábamos en el recinto donde celebrábamos las verbenas por las fiestas de San Juan Bautista en el mes de junio. Muy poco espacio e infraestructura inadecuada para el evento pretendido.
El Ayuntamiento de Arrecife había cambiado unos módulos de gradas de hierro y asientos de madera por otros más modernos de aluminio y asientos de plástico. Una estructura mucho más manejable, menos pesada y con mejores posibilidades de traslado para celebrar eventos en diferentes lugares.
Y habíamos pensado que el lugar mejor sería en la cancha de usos múltiples al lado de la iglesia, donde los domingos por la tarde se reunían para el juego Pelota Mano. Con esas gradas el evento sería posible y la asistencia de público contaría con asientos adecuados.
Y por eso estaba yo contemplando esos aparatos telefónicos que llamaron mi atención sobre la mesa en el despacho del Alcalde de Arrecife.
.- "Esas gradas no las prestamos. Sólo las movemos para eventos que celebramos en el Municipio." - Respuesta rápida de tono seco. Contundente.
Don José María Espino debió contemplar mi amargada decepción y cara de casi llanto, cuando le daba las gracias por haberme recibido y con mis disculpas por haberle ocupado algo de su valioso tiempo. De pronto, cuando observaba que me ponía de pie para abandonar su despacho, también él poniéndose de pie llamó mi atención: "¡Joven, espere un momento!".
Y nos volvimos a sentar.
Me explicó que las antiguas gradas, que denominó como "pesos muertos de hierro y madera", advirtiéndome de la complejidad del montaje y desmontaje de las mismas, se habían guardado en una de las naves de los "betancores" al final de la calle José Antonio, hoy Manolo Millares, en la zona de la playa del Reducto.
Me expuso que accedería a la autorización para utilizar esas gradas, si yo lo veía conveniente, con tres condiciones imprescindibles:
Una solicitud oficial del préstamo de esas gradas por parte del Ayuntamiento de Teguise, y no del Centro Socio Cultural de Soo.
Contratación por parte del Ayuntamiento de Teguise de un Seguro de Responsabilidad Civil para ese evento en concreto.
Y mi promesa de que contrataría los servicios de un operario jubilado, ex funcionario del Ayuntamiento de Arrecife que vivía en la calle Méjico, como encargado de supervisar personalmente el montaje de las gradas en Soo, por ser el mejor conocedor del manejo de ese material.
Con mi orgullo un poco herido, pues entendí que al Centro Socio Cultural de Soo no se las prestaba, me puse de pie y le di las gracias por ofrecerme esa otra posibilidad. Le manifesté mi compromiso de intentar conseguir con el Alcalde de Teguise lo que me había pedido. Don José María Espino extendió su brazo y yo accedí al saludo con nuestro apretón de manos.
Creo que le di la impresión de que yo no iba a gestionar el acceso a esas gradas. Mi reacción no expresaba demasiado entusiasmo, pues por mi cabeza ni siquiera se había pasado la idea de utilizar aquel disparate de estructura. Incluso hasta había pensado que ese material ya ni existía, sorprendiéndome con lo de que se conservaba en una nave industrial.
El tiempo transcurría en mi contra. ¿Quién me mandaría a mí con semejante pretensión, al intentar organizar un evento deportivo de esas características?.
La relación, al menos la que se percibía públicamente en la prensa, no pasaba por su mejor momento entre los alcaldes de Arrecife y Teguise, debido al inicio de una pugna establecida por la aspiración de adjudicarse para su respectivo municipio el Casino de juegos de azar de Lanzarote.
Con don Dimas Martín, Alcalde de Teguise, nunca sabía qué podía esperarme. Lo mismo me recibía con una sonrisa, que con dos gritos echándome del despacho. Reconozco que a veces lo sacaba de quicio y sus pleitos en cierta manera estaban hasta justificados.
.- "¡Qué cara es esa!, ¿qué te pasa?".
No sabía ni cómo empezar a exponerle el tremendo jaleo en el que me había metido, pero a trancas y barrancas, tragando saliva las más veces, lo iba poniendo en situación.
.- "¡Pero cómo se te ocurrió ir a ver al Alcalde sin ni siquiera decírmelo! ¡En definitiva, que don José María te ha visto como lo que eres, un chinijo irresponsable!".
Creo que me encogí de hombros varias veces sin saber muy bien si le estaba dando la razón o pensando en qué necesidad tenía yo de todo aquello.
.- "¡Vete a la oficina técnica y dile a Francisco, que por favor, venga un momento!".
(Se refería a don Francisco Betancort Cejudo, ingeniero municipal, que por esas fechas también era el Presidente de la Junta Directiva del Centro Socio Cultural Taiga de Guatiza)
El hombre se sorprendió con lo que el Alcalde le estaba indicando, mirándome de vez en cuando hasta con cierta incredulidad. "... y gestiona eso a la mayor brevedad posible, que la Federación de Lucha tiene establecida la luchada en Soo ese día en el calendario de la Liga Insular".
Sí, yo también estaba boquiabierto. Al final a Dimas se ve que ese día le tocaba mostrar una sonrisa.
Tres días más tarde don Francisco Betancort me informaba que un operario del Ayuntamiento de Arrecife estaría a las 12 del mediodía en la Nave donde estaban las gradas para disponer de ellas. También estaría un camión de Transportes Núñez de Guatiza para el traslado de ese material a Soo. De mi pueblo vinimos ocho personas, incluido yo, que acabamos sin camisas cargando lo que realmente don José María Espino denominó pesos muertos difíciles de manejar. Todavía hoy, nunca he pisado un gimnasio, pero con actividades como esa, en aquellos años no me era necesario.
El camión salió rumbo norte con dirección Soo, sorprendentemente con todo el material en un solo viaje, y yo me dirigí a la calle Méjico para contactar con el exfuncionario jubilado que conocía el montaje de aquella increíble estructura que nada tiene que ver con los módulos y materiales actuales. ¡Era una auténtica barbaridad! ¡Dios, qué brutalidad!
(Habrán comprobado que no he puesto el nombre de ese operario municipal. Mi memoria por más que lo he intentado no me ha querido ayudar. He estado por la zona donde creía recordar que vivía el hombre y ya nadie ha podido darme información. Han pasado demasiados años)
El hombre al principio no daba crédito y reaccionó con aspavientos y movimiento de manos exagerados sin creerse que el material ya iba camino de Soo. Accedió a lo solicitado después de explicarle lo que Don José María Espino me hizo prometerle para dejarme esas gradas.
Durante cuatro días lo recogía en su casa a las 16:00 horas y salíamos de Soo a las 20:00 horas. El primer día, antes de subir a mi pueblo pasamos por una ferretería y llenó tres baldes de pintura de 25 litros con tuercas, tornillos, anillas, pasadores, ... y yo qué sé con cuántas cosas más…
Cuatro hombres estaban a su disposición para ir montando lo que yo creía que era un puzzle imposible. Las cuatro personas disponibles, con las instrucciones del primer día, durante las mañanas iban armando lo que luego él por las tardes supervisaba y ayudaba a seguir ensamblando.
Se formaron dos módulos de unos 20 metros de largo por 7 u 8 de ancho con su respectiva altura, que rematada con la barandilla de protección, la parte más alta alcanzaba casi los 5 metros. La cancha estaba orientada de norte a sur, con lo cual los laterales más largos del rectángulo estaban al naciente y poniente.
Estos módulos se montaron uno al sur y otro al norte. El tercer módulo, la suma de los dos anteriores, unos 40 metros de largo, se colocaría al oeste. Quedaba así delimitado el espacio entre estos tres módulos y la pared de la cancha al este, para acoger al redondel de jable que formaría el terrero de la lucha.
Unos 8 días antes del evento programado, sobre las 9 de la noche, el Presidente y tres miembros de la Junta Directiva del Club Lucha Tinajo, visiblemente preocupados ante la deriva que había tomado la Liga, se presentaron en Soo para indicarme que estaban pensando en la suspensión de la lucha para celebrarla en Tinajo.
La luchada era decisiva y había adquirido una relevancia de interés insular inesperado, debido a la importancia que tenía para las aspiraciones del Tinajo. Ese año podía ser el Campeón de Liga con su Puntal destacado, Evaristo Marichal, y con el refuerzo de un Carmelo Guillén, pollo Tajaste, en su mejor momento. Su preocupación era la asistencia de público y la posible recaudación a perderse por no contarse con espacio suficiente o adecuado, para acoger lo que se esperaba fuera una asistencia importante de gente. Y tenían razón.
La puntuación de los equipos se había puesto de lo más interesante para los aficionados, pero causó una gran preocupación en ambos equipos, Tinajo - Tías, que se jugaban pasar a la final o quedar los terceros. Y eso de carácter tan importante se iba a decidir, ni más ni menos, que en mi pueblo de Soo.
Estaba claro que yo no lo podía prever ni pensaba que pudiera darse una situación tan comprometida, pero sin embargo, sí era consciente de la importancia del evento antes de estas añadidas circunstancias y me preocupé de gestionar la posibilidad de acoger a la mayor cantidad de público posible.
Me estaban esperando en el bar del Centro Socio Cultural para trasladar la inquietud que les embargaba y contar con mi conformidad.
Sin embargo, no conocían la logística que se había puesto en marcha y pensaban que la lucha teníamos pensado celebrarla en las instalaciones del centro socio cultural. Les invité a dar un paseo y fuimos caminando hasta la cancha donde ya se estaban montando las gradas. La Comisión de fiestas en ese momento estaba terminando de colocar una guirnalda de banderas y la pancarta que anunciaba el inicio de las fiestas. La zona no contaba todavía con un alumbrado adecuado, pero lo que yo pretendía mostrarles era perfectamente visible todavía a esa hora de la noche. Habría montado un cuarto de módulo, más o menos, en el fondo sur de la cancha.
Los tres directivos del club no mostraron muy buena cara. Lo que veían casi a oscuras no les estaba convenciendo para nada. No había vestuarios, tampoco duchas.
Les indiqué que los equipos podían cambiarse en la iglesia y recordé en ese momento que todavía no le había pedido permiso al Párroco de Teguise para eso. Los directivos fruncieron el ceño y con sus gestos mostraron claramente su desaprobación…
Seguíamos sin duchas. El Presidente del Club no decía nada. Observaba y escuchaba. Entre el aljibe de la iglesia y la pared de la cancha, se encontraban apilados una gran cantidad de bloques. Y don Félix Morales habló.
.- "¿Este aljibe tiene agua?"
.- "Sí, claro." -Respondí.
.-"Traeremos mangueras para regar el campo, los luchadores se cambiarán en la iglesia y con estos bloques haremos tres paredes para hacer una habitación. Encima colocaremos unas chapas sujetas con unas vigas de madera, colocamos unos depósitos de agua encima y montaremos cuatro o cinco duchas en el interior".
.- "¡Presidente…, pero presidente…" - trataba un directivo de captar su atención. Yo también estaba un poco fuera de juego con lo resolutivo que estaba siendo el hombre. Y se dirigió a mí casi dándome una orden y convencido de su decisión.
.- "Serapio, termina de montar esas gradas. La lucha la hacemos aquí".
El presidente del Club de Lucha, con directivos que se iban turnando, a partir de ese día vendría todas las tardes noches a Soo para ir comprobando el avance de las gradas e ir preparando sus improvisadas duchas.
Me indicó unas medidas mínimas del terrero que denominó "para escapar, nadie va a coger un metro para medirlo".
Doce metros de diámetro hasta el redondel interior de cal blanca. Un metro y medio más hasta el redondel exterior y unos sesenta o setenta centímetros por fuera del segundo redondel de cal. Unos 14,50 metros totales. La altura, homogénea en todo el campo, de entre 35 y 40 cm de alto. Tres camiones de jable.
Y la luchada fue memorable para el imborrable recuerdo de quienes tuvieron la suerte de presenciarla. La taquilla se hizo con una recaudación que uno de los directivos del Club me reconfortó cuando me dijo que a lo mejor no hubieran recaudado ese dinero de haberse celebrado en Tinajo. Eso indicaba que estaban contentos. Lo pude comprobar unos días más tarde, ya en el mes de julio, en la Final que se celebraba en Tinajo y dónde se harían con el Título de Campeón de Liga de ese año 1989, cuando al ir a comprar la entrada, el directivo que me reconoció casi me gritó, "¡Hombre, Serapio, tu hoy entras gratis al Campo de Lucha!".
En Soo, Carmelo Guillén protagonizó una actuación de leyenda, como las que haría en tantas otras noches de luchadas, con gestas de dar en tierra con nueve y hasta diez contrincantes. También esa noche lucharon los hermanos José Domingo Rivera Machín (Machín I) y Juan Jesús Rivera Machín (Machín II), originarios del pueblo de Soo, y que junto con Carmelo Guillén habían pasado del Club Lucha Altavista a fichar por el Tinajo. Nietos del inigualable hombre de los 103 años, don Juan Machín, y primos del actual Alcalde de Arrecife don Yonathan de León Machín.
Siempre he sido defensor de que la Vía Medular lleve el nombre del recientemente fallecido exalcalde José María Espino González. En el año 2013, con motivo del reconocimiento con la distinción Viera y Clavijo a don Orlando Suárez Curbelo, expresidente del Consejo Escolar de Canarias, en un acto celebrado en Artes y Oficios, al lado de la Biblioteca Insular, me acerqué al entonces Alcalde de la ciudad, don Manuel Fajardo Feo, que estaba acompañado de don Enrique Pérez Parrilla con un brazo en cabestrillo por accidente doméstico, y le dije que ya iba siendo hora de ponerle a la Vía Medular el nombre del exalcalde.
No pierdo la esperanza de poder asistir un día al Pleno Extraordinario para la aprobación de ese nombramiento justo y merecido en ese salón de Plenos del Ayuntamiento de Arrecife. Otra idea y apuesta también de ese mismo Alcalde, que pasó de la actual sede de los Sindicatos, al edificio que conocemos hoy.
El cura de Teguise no daba crédito de para qué le pedía permiso. Pero dijo SÍ.
A don José María Espino le di las gracias el 7 de julio en la Procesión de San Marcial en Femés. No le había vuelto a ver desde aquellos primeros días de junio cuando había estado en su despacho.
.- "Ya me enteré que todo salió bien y que la lucha fue todo un éxito de asistencia de público".
Mi última conversación con don José María Espino fue por unos días de Navidad de 2016 en la zona Industrial de Arrecife, salida hacia los Mármoles.
Las mangueras que regaron el campo, los depósitos de agua, las duchas, las chapas y las vigas, se las llevaron los directivos del Club de Lucha Tinajo esa misma noche. Al día siguiente, viernes 23 de junio, víspera de San Juan, con una cuba de agua volvimos a llenar el aljibe.
Y en la cancha quedaron el quebradero de cabeza del jable y las gradas… Desmontarlas, subirlas a un camión y volver a descargar para colocar en la nave de donde habían salido. ¡Dios mío, otra locura! Me daba dolor de cabeza sólo de pensarlo.
¡Y de pronto surgió el milagro! El presidente del Centro Socio Cultural Taiga de Guatiza, don Francisco Betancort Cejudo, me pidió que no las desmontara ni las devolviera. Gente de Guatiza vino a Soo para desmontar y trasladarlas para la celebración también de una luchada.
También él tendría suerte. De Tías fue gente a Guatiza para lo mismo, aunque no supe qué evento organizaban en ese otro pueblo del sur. Tampoco ya me preocupaba y nunca más quise saber qué recarajos fue de aquella barbaridad de "pesos muertos de hierro y madera".