
Llegó la noche en que hasta el más ateo le reza al fuego y hasta el más racional se lanza al mar como si Yemayá fuera la Siri de las emociones. Sí, es San Juan. La noche del “yo no creo en nada pero por si acaso”, del “yo no hago brujerías pero prende el velón rojo”, y del “limpia mi aura, pero que no me despeine”.
Y ahí están. Todos. Arremolinados en la playa, con papeles llenos de deseos que no han trabajado en su vida. Que quieren amor sin amarse, dinero sin moverse, paz sin soltar ni un solo rencor. Y todo esto lo escriben con un boli Bic y lo tiran al fuego como si eso bastara.
Pero bueno, como no soy solo veneno sino también solución, vamos a hablar de varias limpiezas que sí sirven. Unas que huelen a fruta fresca, a mar y a devoción. Unas que Yemayá sí recoge, sí escucha, y sí honra.
El fuego es sagrado. Y esa noche, no está solo para selfies y saltos torpes. Está para que le hables, para que le entregues lo que no puedes seguir cargando. Es la presencia ardiente de Changó, dueño del rayo, del tambor, del poder y la justicia. Si tienes valor, escríbele lo que te duele, lo que te frena, lo que no te deja avanzar, y déjalo arder. Pero hazlo con respeto, porque con Changó no se juega. Él limpia con fuego, pero también arrasa si te haces el listo.
¿Quieres un ritual que funcione? Pues aquí va:
La limpieza de las 7 frutas para Yemayá:
• Un coco (claridad mental)
• Una papaya (apertura de caminos)
• Una manzana (protección)
• Un plátano (abundancia)
• Una pera (armonía)
• Una uva (prosperidad)
• Una naranja o melón (alegría y dulzura)
Te pasas cada fruta por el cuerpo, de la cabeza a los pies, diciendo lo que quieres que esa fruta limpie o te traiga. Con claridad, con respeto, sin prisas.
Luego te vas al mar. Con las frutas. Te paras frente a las olas. Le hablas a Yemayá con el corazón en la mano. Y dejas las frutas en la orilla, SIN darle la espalda al mar. Porque a la madre del mundo se le mira con gratitud, no con descuido. Coloca tu ofrenda. Pide. Agradece. Y retírate con dignidad.
Y para los santeros o creyentes que lleven poco tiempo, y para todo aquel que quiera acercarse pero no tenga conocimientos sobre el tema: no hagan cosas sin saber. Si tus padrinos te han abandonado —cosa por desgracia demasiado habitual— o no tienes a nadie que te oriente, deja las redes sociales y abre los libros. Infórmate, estudia, pregunta con respeto. El camino espiritual no es un juego de modas ni un decorado para Instagram.
Y hablo de Yemayá y Changó porque son los dos elementos, agua y fuego, los que más se dan esa noche. Pero tú puedes ajustar tus rituales a la tradición esotérica que más te atraiga. Por ejemplo:
- A Eleguá se le pone tres caramelos y te pasas tres guayabos por el cuerpo. Le prendes dos velas rojas y dejas las ofrendas en un cruce de caminos, pidiéndole que te abra los caminos, te proteja de enemigos y te guíe en las decisiones importantes.
- A Ochún puedes dedicarle una copa con miel, canela y flores amarillas, para atraer el amor y el encanto.
- A Obbatalá puedes encender una vela blanca y pedir paz y equilibrio, dejando arroz con leche o manteca de cacao.
- A Oggún puedes brindarle caña, tabaco y una vela verde en una maceta o junto a un hierro, para que te abra senderos con fuerza y coraje.
Y no, no me olvido de ella: Pomba Gira. Si lo tuyo es el amor, la pasión y la venganza elegante, prepárale una vela roja bien ungida con miel, canela y perfume. Tres puros, un poco de vino dulce, y palabras claras. Pídele desde lo más profundo del deseo, pero no mientas. Ella no tolera las medias tintas ni los favores sin propósito.
Y para los que caminan el espiritismo venezolano, esta noche es propicia para varias limpiezas poderosas. Una buena limpieza con puro, y si puedes, un puro encendido al revés (por la parte de la hoja) dedicado a Don Juan del Volteo, pidiéndole que te quite lo malo, te vire lo torcido y te devuelva lo justo. Hazlo en la playa.
Y ya que estás allí, entra al mar y en voz alta pídele a la Reina María Lionza que te limpie con sus aguas, que te arrastre el mal y te deje nueva el alma. Como decía Rubén Blades: "María Lionza, hazme un milagrito y ramo flores te voy a llevar". Termina con un baño de flores blancas, romero y albahaca. Agua bendita si tienes.
Así que este San Juan, si vas a hacer algo, hazlo bien. Si vas a pedirle a Yemayá, hazle una ofrenda, no un chantaje emocional. Si vas a encender una vela, que sea con fe, no con urgencia. Y si no sabes qué hacer: calla, escucha y no estorbes.
Y si necesitas un consejo de a quién preguntar y dónde conseguir ingredientes esotéricos para esa noche, te das un paseo por Bazar Baruta, calle Dr. Negrín, y estoy seguro que además de conseguir los ingredientes, las que atienden te hacen hasta un esquema.
Y por favor, una cosa más: deja la playa como la encontraste o mejor. Las deidades no necesitan tu basura. Si haces un ritual, recoge lo que no es biodegradable, lleva una bolsa para tus residuos y respeta el entorno. El mar es sagrado, pero también es hogar de muchos seres vivos. No conviertas tu ofrenda en contaminación.
Porque los orishas no son influencers. Son poder. Y si tú no te tomas en serio tu vida, no esperes que lo hagan ellos.