Ay, Las Grietas… esa joya geológica que tardó miles de años en formarse y que ahora tarda apenas un par de stories en deteriorarse. Porque, claro, ¿qué importa la conservación cuando puedes hacerte una foto divina para Instagram?
La escena es de premio: largas colas de turistas con el outfit pensado para la foto, zapatos ideales para reventar la roca, y la técnica de “apóyate bien en la pared, que total, no se va a caer… ¿o sí?”. Todo muy National Geographic, pero versión “yo primero, la naturaleza después”.
Y lo mejor es que aquí nadie dice nada. Ni carteles, ni vigilancia, ni una mísera voz que diga “oye, mejor no subas ahí”. Porque, claro, poner normas espanta al turista y eso es imperdonable. Mejor dejar que la isla se desgaste, que así tenemos la excusa perfecta para más campañas de “salvemos lo que ya hemos dejado destrozar”.
Luego vendrá el llanto colectivo: “Qué pena que Las Grietas ya no existan como antes…”. Pero no pasa nada, siempre podremos hacer colas para la siguiente moda destructiva. La isla es grande, seguro que encontramos otro rincón para machacar.
En fin, que si el objetivo era convertir Lanzarote en un parque temático sin normas, lo estamos haciendo de maravilla. El problema es que cuando se nos acabe el decorado, ni el mejor filtro de Instagram nos va a salvar de la vergüenza.