lunes. 04.08.2025

Ella lo dejó. Él la mató. ¿Y la Xunta lo explica?

Foto de El diario sobre la noticia de Xunta.
Foto de El diario sobre la noticia de Xunta.

Resulta inquietante —por no decir indecente— que en pleno 2025 tengamos que seguir desenmascarando discursos que, bajo el manto de lo técnico, reproducen y blanquean la raíz más podrida del machismo: culpabilizar a las mujeres por su propia muerte.

En un informe de la Xunta de Galicia sobre asesinatos machistas, el director general de Loita Contra A Violencia de Xénero ha afirmado, sin sonrojo alguno, que “uno de los motivos o detonantes que llevó al agresor a acabar con la vida de la mujer fue la decisión de ella de dejarlo y poner fin a la relación que mantenían”. Lo ha dicho como si eso fuese una explicación legítima. Como si se pudiera introducir la palabra "motivo" y al mismo tiempo conservar algo de ética.

¿Hasta cuándo vamos a tolerar que los agresores sean tratados como víctimas emocionales? ¿Desde cuándo poner fin a una relación —algo que debería estar garantizado como derecho humano básico— se convierte en un factor de riesgo que parece justificar la violencia extrema?

Es inadmisible que una administración pública, la misma que debería estar blindando a las mujeres, señale a las víctimas como el "detonante" de su propio asesinato. Es un giro perverso del relato: el agresor no mata porque sea un asesino, sino porque ella tuvo la osadía de recuperar su libertad.

Este tipo de afirmaciones no son meramente 

desafortunadas: son ideología. Son la voz institucional del machismo reciclado, ese que ya no grita ni golpea en la plaza, pero que redacta informes con palabras pulcras y razonamientos fríos para seguir protegiendo el mismo orden de siempre. El que dice: “ella se lo buscó”.

Hablar de “motivos” sin señalar con claridad que no hay justificación posible para asesinar a una mujer, es un acto de cobardía política. Es falta de perspectiva de género. Es traicionar el deber más básico de cualquier institución democrática: proteger la vida.

Lo que de verdad “detona” un asesinato machista no es que una mujer deje a un hombre. Lo que lo detona es que haya hombres convencidos de que una mujer no puede dejarlos. Lo que lo detona es una cultura de la posesión, del castigo y del control. Y si desde las instituciones no son capaces de entender eso, lo único que están haciendo es apuntalar al verdugo con sello oficial.

Ya basta de informes tibios. Ya basta de escudarse en la estadística para ocultar la ideología. Y ya basta de directores generales que no entienden, o no quieren entender, lo que significa luchar contra la violencia de género. Si este es el nivel, el verdadero peligro no solo está en las casas. Está también en los despachos.

 

Ella lo dejó. Él la mató. ¿Y la Xunta lo explica?
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