Permítanme un suspiro. No uno cualquiera, no. Uno largo, con pausa dramática, ceja arqueada y mirada a cámara. Porque lo que está pasando en Arrecife no es política: es un monólogo sin gracia escrito por alguien que confundió la gestión pública con una verbena de instituto.
Yonathan de León, nuestro alcalde, ese hombre que se gasta 550.000 euros en una Feria de Abril de 24 horas como quien se pide una caña, ahora va y suelta -con una soltura que ya la querría yo para salir de un marrón- que hay quienes han "perdido el norte" y que esto parece una "suplantación de cerebro".
Mira, Yonathan, perder el norte es creer que en una ciudad con problemas reales -vivienda, abandono, ansiedad colectiva- la prioridad es hacer chascarrillos con la salud mental, como si esto fuera el recreo de un instituto. Y lo de la "suplantación de cerebro"... qué quieres que te diga, más que una frase, parece una confesión en espejo.
En pleno 2025, con una crisis de salud mental que no da tregua, usar ese tipo de expresiones para desacreditar al otro no es solo torpe: es peligroso. Gente sufriendo ataques de ansiedad, chavales con depresión, mayores que no pueden pagar terapia, y tú conviertes todo eso en un insulto ingenioso. Qué arte. Qué tacto. Qué nivelón.
Es que claro, cómo no va a estar nervioso: le llamaron "Capitán Pescanova". Y en vez de reírse de sí mismo -que sería lo más sano, lo más humano, lo más líder-, opta por la pulla rancia, como si estuviera en un programa de late night sin audiencia. Pero, cariño, un mote es lo de menos cuando gestionas Arrecife como quien juega al parchís con los ojos vendados.
Esto no va de si eres más o menos gracioso, Yonathan. Va de si eres capaz de gobernar sin pisar la dignidad ajena, sin frivolizar con temas que matan en silencio. Y por lo visto, eso te cuesta más que pronunciar "empatía" sin reírte.
Querido Yonathan: sí, alguien ha perdido el norte. Pero no somos nosotros. Lo perdiste tú el día que pensaste que el respeto podía dejarse en la puerta del despacho.
Y sobre la suplantación de cerebro... No sé si la hay, pero desde luego, se nota el vacío.