miércoles. 03.09.2025

Cartas de colores para que no nos callen

Llegaba septiembre con olor a lápices de colores, a calcetines nuevos  esperando a llenarse de pasos llenos de aventura. El sol iluminaba el patio del  colegio, esa lámpara gigante que enciende las risas de los niños en esta isla de  Lanzarote. Los niños corrían; otros caminaban más despacio con sus mochilas  cargadas de ilusiones. Era ese regreso al cole. 

Daniel, con los brazos cruzados, murmuraba con tristeza. No quería volver y  prefería seguir de vacaciones. 

Lucía le respondió con alegría: 

—Pues yo estoy feliz. Quiero ver a mis amigos y tengo curiosidad por asomarme  a esas ventanas mágicas donde los profesores nos cuentan cosas  interesantes. 

Ana Gloria, en silencio, escuchaba y dijo: 

—Yo quiero que me hablen de ese lugar, Gaza, que escucho cada día en las  conversaciones de mis padres. 

Diego enseguida añadió: 

—Y yo quiero que me expliquen qué pasa en Rusia y Ucrania. Todas las noticias  hablan de esos lugares. 

En ese momento llegó la profesora Verónica con una gran sonrisa y nos dio la  bienvenida con un fuerte abrazo. Le sugerimos que nos hablara de esos temas  y ella, muy contenta, nos dijo: 

—Hoy vamos a viajar con la imaginación. —Y colgó un mapa en la pared. 

—Aquí está la Franja de Gaza —señaló un punto pequeñito junto al gran mar  Mediterráneo—. Es un lugar muy pequeño, más pequeño que Lanzarote, pero  allí viven más de dos millones de personas. 

Los niños abrieron los ojos sorprendidos como linternas gigantes. 

En Gaza viven muchos niños como ustedes: tienen sueños, quieren jugar, que  sus padres puedan abrazarlos y no esconderse de las bombas, tener una  bicicleta y poder salir a jugar. Mientras otros niños piden juguetes electrónicos, 

ellos solo piden que su casa vuelva a ser un refugio seguro y no un recuerdo  calcinado. 

Ana Gloria bajó la cabeza y, muy triste, dijo: 

—Qué triste debe ser no tener una camita limpia con olor a abrazos de mamá y  papá. 

Luego, la profe movió el dedo hacia un país enorme del mapa: Rusia, el país  más grande del mundo. Tiene montañas altísimas, lagos enormes, bosques  hermosos con inviernos muy fríos, donde todo se cubre de nieve. Hay una  ciudad muy bonita donde hay tigres blancos: Vladivostok, la principal base de  la flota del Pacífico rusa 

Pero en los últimos años está en conflicto con un país vecino llamado Ucrania.  Eso ha hecho que muchas familias huyan de sus casas y que los niños sufran  miedo y pérdidas. Ellos también sufren, como los niños de Gaza. 

Diego levantó la mano y dijo: 

—Vaya, esos pobres quieren lo mismo que nosotros: tener una vida como  cualquier niño. 

Marta asintió: 

—No pedimos venir al mundo, pero si llegamos a la vida, merecemos ser como  las páginas de un libro nuevo que no pidió ser escrito. Pero si abrimos la  primera página, nos merecemos ser el mejor cuento contado , y con mucho  amor. 

La profe miró a todos y preguntó: 

—¿Qué podemos hacer desde Lanzarote para ayudar a esos pobres niños del  mundo? 

Lucía fue la primera en responder: 

—Podemos escribirles cartas y hacer dibujos con mensajes de amistad,  mandarles material escolar: cuadernos, lápices, mochilas… 

Ana Gloria propuso: 

—Podemos hacer un mural grande en el colegio que diga: “Todos los niños  merecen vivir dignamente”. 

Entonces Lucía reflexionó en voz alta:

—El mundo está muy mal dividido… Algunos niños viven en penas, guerras y  tristeza. Y otros, en cambio, lo tienen todo, viven con riquezas , seguridad y aún  así son infelices. 

Ana Gloria agregó: 

—Lo peor es que muchas veces todos miramos atrás, recordamos lo que pasó,  sentimos pena… pero no nos movemos ni nos comprometemos a cambiar  nada. 

La profesora los escuchó con atención y dijo: 

—No son los únicos que piensan así. En mayo de 2025, muchos escritores y  profesionales de la Literatura Infantil y Juvenil en España lanzaron un  manifiesto para denunciar en voz alta la masacre en Gaza. Dijeron que no  querían ser “cómplices mudos” y lo terminaron con estas palabras: “No es el  mundo que imaginamos, no es el mundo que queremos”. 

Aquí en Lanzarote también tenemos un ejemplo muy importante: la Casa  Museo de José Saramago, en Tías. Saramago fue un escritor que vivió en  nuestra isla y siempre defendió la justicia y habló de Palestina. Él nos enseñó  que la palabra escrita también puede ser un acto de compromiso. 

—¡Todas son ideas maravillosas! Aunque estemos lejos, podemos hacer  mucho: informarnos y hablar de ellos para que sus historias no se olviden;  crear mensajes de paz —cartas, murales, vídeos, canciones—; colaborar en  campañas solidarias con material escolar. 

—Entonces… —dijo Ana en voz baja—, ¿ayudar empieza aquí, en nuestra clase  y en nuestras vidas? 

—Claro que sí —respondió la profe—. Si aquí aprendemos a respetarnos y  cuidarnos, estamos construyendo la paz que queremos para ellos. 

Daniel levantó la cabeza y dijo con una sonrisa: 

—Ahora sí me gusta estar en el cole. Aquí no solo hacemos tareas, también  aprendemos a comprometernos y a cambiar las tristezas de otros niños. 

Los demás sonrieron. Y ese primer día descubrieron que la escuela no era solo  un lugar de libretas y deberes, sino un espacio para soñar juntos con un mundo  en paz, reflexionar sobre las desigualdades del mundo y aprender que la  verdadera diferencia está en comprometerse en cuerpo y alma. 

—Podemos grabar un vídeo con frases hechas por los niños —propuso Lucía— . Lo unimos y lo enviamos a otras escuelas del mundo. Se difunde en redes con 

subtítulos en varios idiomas. Nuestro compromiso no puede quedarse solo en  esta clase. 

—Vamos a escribir cartas en varios idiomas pidiendo paz —añadió la  profesora—, para que viajen a todos los colegios que podamos y lleguen, poco  a poco, hasta los dirigentes del mundo. Así sabrán que los niños también  pedimos paz y que no queremos ser voces apagadas. Que no nos tapen los  oídos, mientras otros niños gritan. 

“La infancia es la patria de todos los hombres. Defender la dignidad de un niño  es defender el futuro de la humanidad.” José Saramago . 

“El porvenir de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde.” Victor Hugo. “La dignidad no se negocia, ni siquiera en la miseria.”Benito Pérez Galdós. 

Cuando el mundo calle que hablen nuestras cartas de colores.¡ Feliz comienzo  de curso! 

Cartas de colores para que no nos callen
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