jueves. 28.03.2024

Los centros educativos públicos no son un cortijo de nadie

Todos los años se abre un procedimiento, revestido de legalidad, para selección de directores y directoras de centros de enseñanza. Después de dicho proceso, nos solemos encontrar con directores que no están preparados para desempeñar ese cargo de tanta responsabilidad y se convierten en auténticas 'marionetas' de la Consejería de Educación.

Por supuesto que hay directores que se caracterizan por su vocación de servicio público, pero hay otros que ocupan el sillón del despacho correspondiente con un ánimo distinto como puede ser el escalar peldaños o medrar. Entre estos nos encontramos con los que pretenden hacer del centro de enseñanza un auténtico 'cortijo' en el que hacen y deshacen a su antojo, con el silencio cómplice muchas veces de la propia Consejería.

En ese 'cortijo' no se admiten las voces disonantes y, si se producen, se genera un ambiente hostil hacia el empleado que diverge del grupillo de la directiva con amenazas, gritos, humillaciones, imposición de tareas que no le corresponden etc., actitudes que nada tienen que ver con lo que ha de ser un equipo directivo profesional y con vocación de servicio.

Es frecuente encontrarnos en las directivas con personas a las que se les sube el cargo a la cabeza y se creen con el derecho a pisotear a los que tienen al lado y con el derecho a hacer de la capa un sayo. Estos no son los directores que necesitan los centros de enseñanza pública.

Un buen director no ha de servirse nunca del cargo para medrar ni para alardear, sino para servir a la sociedad con profesionalidad, transparencia y vocación de servicio. No olvidemos que los directores son funcionarios públicos.

Los centros educativos públicos no son un cortijo de nadie
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