Tiempo hace que guardamos silencio en torno a los disparates sobre la vivienda que se perpetran en Canarias. De nada ha servido que nos adelantáramos unos cuantos años en la Acampada Reivindicativa Lolo Dorta a lo que iba a pasar con la vivienda vacacional o con la vivienda a extranjeros, insistiendo en que la clave era frenar la especulación y presionar a la vivienda vacía. Les llenamos las administraciones de escritos con soluciones que guardaron en un cajón, y ahora cuando ya es tarde y les explota la bomba les entran las prisas. El problema es que en Canarias los que marcan la política de vivienda son los constructores y los especuladores -que para eso "pagan"-, y así no hay manera. Llevan ya dos años dándole vueltas a lo de la vivienda de promoción privada en alquiler asequible, eufemismo bonito para no decir "regamos a los constructores a bonificaciones e incentivos para que hagan lo que quieran". Y como esta vía parece que no les es suficiente y tienen que trincar más, ahora vuelven con lo de la RIC, esa barra libre para defraudar al fisco que tienen las empresas en Canarias, para permitir que se materialicen esos 2 millones de euros no tributados a Hacienda en comprar viviendas para alquilar. El asunto es que los empresarios y constructores están ya hartos de que no les salgan las cuentas con los beneficios que necesitan, y le han dicho a los del gobierno que se olviden de lo de alquiler asequible, que al carajo con la limitación de precios, que para disimular basta con decir que hay que ponerlas en alquiler de larga temporada o residencial por 5 años y adornarlo con algunas declaraciones grandilocuentes, que luego ya ellos verán.
¿Se puede tener más cara? Lo de Clavijo y Dominguez es de traca. Pero, ¿qué hacemos con el PSOE? Y es que estos tienen de izquierdistas lo que Ábalos de honrado, y han votado vergonzosamente a favor de la medida en el Congreso. Será por lo desesperados que están con lo de los tres máquinas, que ahora quieren caerle bien a las derechas. Espero que con esto despierten ya los que piensan que el PSOE es de izquierdas. Tal vez lo sea para algunas cuestiones de la agenda woke, pero para las decisiones económicas de calado, como es esta, en absoluto, como comprobarán a continuación.
Porque la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC), deben saber que es un histórico mecanismo fiscal creado, supuestamente, para compensar la lejanía y los sobrecostes estructurales del Archipiélago e incentivar que las empresas de aquí inviertan en ampliar el negocio, pero como casi todo en Canarias, se ha utilizado mayoritariamente siempre para no pagar a Hacienda y acabar colocando el dinero en activos especulativos de retorno en diferido (plazas de garaje, suelo rústico, apartamentos para oficina o almacén y hasta en fondos de inversión), y pocas veces para fomentar un tejido productivo o socialmente útil. En este contexto, cuando ya se ha probado y archiprobado que este sistema no sirve para eso, vuelven otra vez, a tomarnos el pelo. Lo que pasa es que con la que está cayendo en Canarias, con una crisis habitacional de dimensiones dramáticas, la broma no tiene ninguna gracia.
Para empezar porque la medida no va a beneficiar en absoluto a pequeños propietarios ni a cooperativas ciudadanas, como están vendiendo los del PP y CC. Entre otras cosas porque cooperativas prácticamente no hay en Canarias, y porque los ingresos que pueden derivar a la RIC los pequeños empresarios no les llega para adquirir viviendas a los precios a los que las viviendas están. Así que no nos vengan con cuentos, los que van a poder comprar viviendas por esta vía ahorrándose lo de pagar a Hacienda van a ser mayoritariamente sociedades y personas con alta capacidad fiscal. Por tanto, esta medida no democratiza la inversión en vivienda, más bien abre la puerta a que grandes patrimonios acaparen más inmuebles con ventajas fiscales, para ser aún más ricos.
En segundo lugar, es muy probable que muchos de los inmuebles que se adquieran sean de los ya existentes, no de nueva construcción ni rehabilitación de viviendas vacías, lo que no ayuda a aumentar la oferta disponible, más bien resta posibilidades a las administraciones de acceder a ellos para aumentar la vivienda pública, en compra o en alquiler, a través de otros mecanismos disponibles que en Canarias parece que esta gente no conoce.
En tercer lugar está lo del burdo maquillaje social que se han buscado esta vez. La condición de que sean para alquiler de larga duración, por cinco años al menos. Por lo que parece, sin limitar los precios, y de controles tampoco dice nada la Ley. Y así, sin tope a las rentas exigibles, sin controles efectivos y con solo 5 años de duración mínima, no hace falta ser muy listo para darse cuenta que este modelo va ser un nuevo formato de especulación y lucro disfrazado de medida social. Y que no nos vendan motos: con la altísima demanda de vivienda y la poquísima oferta que tenemos en Canarias, estos especuladores podrán poner el precio que les dé la gana, y alquilarán franceses, ingleses, alemanes o peninsulares ricos, vetadas totalmente las viviendas a la mayoría de familias canarias. Luego, ¿quién va a controlar que se cumpla efectivamente lo del alquiler de larga temporada en islas tan abandonadas y salvajes como Fuerteventura o Lanzarote, o en La Gomera con el virrey, o en La Palma? Encima solo cinco años de penitencia, y luego al vacacional o a vender al extranjero que pague.
Y esto es lo que hay, nos la vuelven a colar, y aquí todo el mundo sin enterarse. Cuando el principal problema de la vivienda en Canarias viene dado por la presión poblacional, que eleva considerablemente la demanda, por es la escasez de oferta accesible, tanto en vivienda privada como en la pública, por la vivienda vacía y por la expansión del modelo vacacional, y por la enorme especulación que este mercado salvaje genera, en lugar de legislar por ahí prosiguen con la barra libre para empresarios y especuladores. En fin, el daño a esta tierra y a sus gentes, a las familias canarias y a sus generaciones jóvenes, es tan grande, que me cuesta, me cuesta asimilarlo, y por momentos pienso incluso en autoengañarme para no sufrir.