domingo. 03.11.2024

Mi carta al señor Presidente

Señor Presidente Sánchez, me tomo la libertad de contestar a su misiva a la ciudadanía, dado que una carta, a diferencia de una nota de prensa, un comunicado, un informe o una denuncia pública, implica la posibilidad de responder. De entrada le diré, para evitar confusiones, que soy activista social desde hace muchos años, y que si en algo discrepo de usted y de su partido, es por defender posiciones políticas y sociales bastante más alineadas con la gente que sufre y que peor está en este país, esto es, los inmigrantes africanos, las personas sin hogar y las que van a ser desahuciadas, los desempleados, los trabajadores mal pagados o explotados, las madres precarias, los niños mal alimentados, los jóvenes sin futuro, los abandonados por la sanidad o por la educación públicas, o los ancianos que se aparcan deseando que mueran pronto. También le digo que alguna vez, muy joven, voté por su partido, hace ya muchos años, pero nunca, nunca lo he hecho, ni lo haré, por los que están a la derecha de ustedes. Con esto espero que quede claro, que no estoy para nada alineado con esos a los que usted achaca la mayoría de sus problemas, y, a pesar de todo, estoy francamente decepcionado y sorprendido con su carta y su amago de renuncia. 

Usted se pregunta si vale la pena seguir como Presidente, porque están atacando a su mujer, y yo me pongo en su lugar, reflexiono sobre el asunto, si es como usted nos cuenta -distinto sería que hubiera cosas oscuras que no sabemos-, y me digo lo siguiente: si son acusaciones falsas las que se lanzan contra su mujer, como así están diciendo, ¿dónde está el problema?, todo quedará aclarado y sobreseído más pronto que tarde; si al final resulta que algo es cierto, el asunto quedará en una sanción, alguna multa o inhabilitación, poco más, nada que no hayamos visto ya en política en España, especialmente en las últimas décadas, también en su partido por cierto. Si la cosa empeorara más y deviniera en su salida del gobierno, por elecciones anticipadas o por lo que fuera, tampoco veo mayor problema: gobernó usted cinco o seis años, hizo algunas cosas buenas, otras tantas malas y muy malas, y se podrá ir a su casa con un sueldo vitalicio que les dará a usted y a su familia para no tener trabajar nunca más, eso si no se marcha usted a ocupar otro puestazo en Europa, en Naciones Unidas, en la OTAN o allá donde quieran ponerlo. Luego, por esta parte no veo a qué viene tanto drama. 

Si por el contrario se trata de lo otro de lo que usted comenta en su carta, la crispación a la que están llevando al país el señor Feijóo y el señor Abascal, le recuerdo un viejo refrán español, ese que dice que dos no pelean si uno no quiere. Y sinceramente, señor Presidente, creo que en la lamentable imagen que la política española viene dando al mundo, siempre crispada, maleducada, faltona, fanatizada, corrupta y clasista, han participado casi al mismo nivel unos y otros. Luego, por esta parte, tampoco veo motivos reales para amagar con irse, mejor haga usted autocrítica, y menos lamento. 

 Claro que hay muchos que comentan que su momento de reflexión es solo una estratagema, una táctica, una escenificación dramática, un golpe de efecto, como otros que usted llevó adelante en el pasado. Si así fuera, sería lamentable y lo descalificaría a usted completamente, pero desgraciadamente nunca nos enteraríamos, pues usted, lógicamente, lo presentaría como que finalmente tomó la decisión de continuar, por tal o cual motivo. Y si finalmente es verdad que está usted afectado, dolido, preocupado y sobrepasado por lo que le están haciendo a su mujer o por el ambiente guerracivilista que tenemos en España, y en base a ello se siente legitimado para abandonar o como mínimo dejar en pausa a un país entero por cinco días, pues, casi peor me lo pone, y es que en el cargo de presidente de un país, y no de cualquier país, aunque no somos una potencia armamentística y tampoco líderes económicos, creo que España tiene cierto nivel de relevancia en el mundo, como para entender que a ser presidente se viene sin victimizarse, aguantando lo que llegue con estoicismo, y con honor, porque, en el fondo, como ya he dicho antes, lo que le venga a usted no va a ser demasiado malo, al menos en el apartado económico. Así, de repente me vienen a la memoria otros presidentes pasados, y pienso especialmente en uno muy progresista al que ustedes en su partido tienen en alta estima, el señor Allende, Salvador. Creo que a él lo presionaron y atacaron bastante más que a usted, y no se fue, ni dimitió, ni amagó con nada, aguantó en presidencia hasta el final, hasta que le pegaron cuatro tiros. Aclaró para que se me entienda: ojalá no tengamos que llegar nunca a eso, y por supuesto rechazó cualquier acto de violencia, contra usted o contra cualquiera. Pero olvidémonos, olvidémonos de este ejemplo, le invito, mejor, a que se venga usted conmigo unos cuantos días, aquí, en Canarias, por Tenerife, lo llevaré a ver a muchos padres de familia y a muchas madres, desesperados, desesperadas, sin dinero, sin futuro, sin casa, sin luz, sin suministro de agua, sin alimentos que llevarle a sus hijos, ellos, no pueden dimitir de la familia, ni del sufrimiento, ni de la miseria, no pueden tomarse cinco días a ver si renuncian o no, porque de la vida, señor Presidente, y de la responsabilidades que uno asume cuando es adulto, no se puede dimitir o hacer mutis por el foro. 

Con todo, señor Presidente, creo que ya tiene usted una idea más o menos clara de lo que pienso sobre su carta y su decisión de tomarse unos días para ver si renuncia  o no. En este punto, con todo el respeto que su cargo me merece, le deseo que tenga usted una salida lo más honrosa posible del gobierno, dentro de las circunstancias, y evite hacer más daño a este país, a sus instituciones y sobre todo a los ciudadanos y ciudadanas a los que usted ha dirigido su carta.

Mi carta al señor Presidente
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