Una de las más graves desgracias de la política es la ausencia de sinceridad. La gente de la política, cuando gobierna o cuando está en la oposición miente sistemáticamente. Algo que a veces no tiene demasiada importancia, a veces tiene mucha importancia y otras veces, tiene una importancia capital. Y capital es la salud de la gente, la economía y la propia habitabilidad del planeta.
La fogalera cínica, ecocida y suicida que se ha montado con las declaraciones de un ministro que ha dicho unas verdades incuestionables es de todo punto intolerable. Y Pedro Sánchez se ha arrastrado miserablemente en este asunto. Primero ridiculizando, banalizando, una cuestión tan grave. Luego, descalificando las declaraciones del ministro Garzón, con esa frase perversa: "Un gobierno progresista no debe regañar, sino acompañar" . Podría aceptarse esa afirmación, si se viera a ese gobierno que se dice progresista, acompañando a la gente a adoptar hábitos alimentarios saludables; a la economía a solventar los fortísimos padecimientos sociales y al Planeta a mantener la vida del género humando.
Porque de esto se trata. El consumo desenfrenado de carnes rojas y procesadas agrede de manera potente la salud. La estructura productiva para cubrir esa barbaridad alimentaria, está destinando grandísimas extensiones de tierras al cultivo de piensos, en lugar de sembrar cereales para alimentar las masas famélicas. Esa estructura productiva crea un mínimo de empleo, pero fantásticos beneficios a la oligarquía, arrinconando a las producciones locales, más ecológicas y generadoras de puestos de trabajo. Y los perjuicios que sufre el Planeta, como consecuencia de esa sobreproducción de ganado, que consume considerables cantidades de agua y arroja sobre los territorios inimaginables volúmenes de detritus, exigen desde luego políticas que enderecen tan funesta situación.
Mientras alguien se manda "un chuletón al punto" con frecuencia, mucha gente no puede comer. Esto sí que es imbatible.
Lo que hacen Pedro Sánchez y su gobierno no es acompañar, sino, como siempre, contemporizar con las oligarquías empresariales, en unas actitudes que agreden la salud, los derechos sociales y laborales y el medio ambiente. Es el momento de regañar. Y mucho. La gente no se muere solamente por la covid-19, también se muere por las consecuencias de la dañina alimentación o la carencia de alimentación. Mucha gente no tiene trabajo y pasa hambre y en este Planeta, muy pronto no se podrá vivir. Es tiempo para regañar, claro que sí.
Regañar a la gente. Regañar a Gobierno y oposición. Regañar a grandes empresas. Y regañar a esa insalla de irresponsables que ponen la economía que beneficia a unos pocos, por delante de lo que conviene a toda la Humanidad.